El frente africano contra el yihadismo sufre otro ataque
Naciones Unidas ha perdido a 56 soldados en dos a?os por agresiones, emboscadas y minas
El teniente burkin¨¦s Noel Ouedraogo se ajusta la hebilla del casco con un gesto forzado y una mueca de desagrado. El interior del blindado es un horno y los cinco kilos de peso del chaleco antibalas tampoco ayudan. Afuera, una decena de ni?os se empiezan a arremolinarse en torno al veh¨ªculo, un motorista que pasa, un cami¨®n con balas de paja, una pickup con cinco hombres que ocultan su rostro con turbantes. En Korioum¨¦, a unos 10 kil¨®metros de Tombuct¨², las pinazas se mecen pl¨¢cidamente en el r¨ªo y Ouedraogo y sus hombres empiezan a descender del blindado sin perder de vista ni a los ni?os ni al motorista ni al cami¨®n ni a la pickup ni a las pinazas ni a los vecinos que toman el t¨¦ en la tienda de enfrente.
Este s¨¢bado, dos soldados de la ONU y un civil mor¨ªan tras un ataque con proyectiles en Kidal; el pasado martes, la explosi¨®n de una mina costaba la vida a un polic¨ªa de Naciones Unidas en una carretera cercana y hace apenas cuatro meses, seis soldados burkineses compa?eros y compatriotas del teniente Ouedraogo murieron despu¨¦s de que su unidad cayera en una emboscada terrorista no muy lejos de aqu¨ª. Nadie baja la guardia ni un instante.
¡°Nuestro trabajo es asegurarnos de que todo est¨¢ bien, hablar con la poblaci¨®n. Y para eso tenemos que pisar la calle, mezclarnos con la gente¡±, asegura. As¨ª es la Misi¨®n Multidimensional Integrada de Naciones Unidas en Mal¨ª (MINUSMA), la primera l¨ªnea de defensa de la poblaci¨®n del norte de Mal¨ª frente a la violencia de grupos rebeldes y yihadistas que desde hace m¨¢s de tres a?os golpea con fuerza.
¡°Hay un recrudecimiento de la amenaza terrorista¡±, asegura el general Sidiki Traor¨¦, oficial al mando del sector oeste de la MINUSMA, ¡°que se materializa en ataques, emboscadas y minas, casi no hay una semana en que no estalle un artefacto explosivo en una de nuestras patrullas. Esta es la misi¨®n m¨¢s peligrosa y con m¨¢s muertos de Naciones Unidas¡±. Desde su llegada en 2013, la ONU ha perdido a unos 60 soldados en estos incidentes. Conscientes de los peligros a los que se enfrentan, que incluyen tambi¨¦n el creciente bandidismo y los ataques de grupos rebeldes en el norte del pa¨ªs, que no se han interrumpido pese a la firma de los Acuerdos de Paz en junio pasado, la MINUSMA se ha ido dotando a lo largo de este a?o de nuevos recursos, como drones y helic¨®pteros de ataque.
En el gran campo militar de Tombuct¨², unos 250 soldados suecos llegados en febrero de este a?o se encargan de la Inteligencia. Para ello llevan a cabo patrullas peri¨®dicas y cuentan con comandos en el terreno, sensores y escuchas; especialistas que chequean las webs yihadistas cada d¨ªa; int¨¦rpretes, analistas y las estrellas de la unidad, cuatro drones que pueden cubrir un radio de hasta 125 kil¨®metros. Muy cerca, un escuadr¨®n de 90 salvadore?os participa en su primera misi¨®n bajo mando de Naciones Unidas aportando tres helic¨®pteros de ataque y reconocimiento. ¡°Hacemos vigilancia nocturna, nos aseguramos desde el aire de que las patrullas van a encontrar terreno despejado y escoltamos convoyes¡± asegura el coronel Jos¨¦ Am¨¦rico Portillo.
La MINUSMA vio la luz en julio de 2013 despu¨¦s de que el Ej¨¦rcito franc¨¦s detuviera el avance de grupos yihadistas hacia el sur de Mal¨ª y con la intenci¨®n de apoyar a las autoridades malienses a restablecer su autoridad en el norte, que estuvo ocupado durante 10 meses por los radicales. Cuenta con 11.505 efectivos uniformados (10.482 militares y 1.023 polic¨ªas) procedentes de unos 50 pa¨ªses -entre ellos, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos-, de los que el 65% son africanos, desplegados sobre todo en el norte y centro de Mal¨ª (regiones de Gao, Kidal, Tombuct¨² y Mopti).
Aunque se han convertido, junto con el propio Ej¨¦rcito y Polic¨ªa malienses, en uno de los grandes objetivos de los grupos terroristas, en su mandato no se incluye combatir a los radicales excepto en el caso de que fuera necesario para proteger a la poblaci¨®n civil, que suele ser v¨ªctima m¨¢s de la violencia intercomunitaria y de ataques de bandidos armados que de ataques terroristas. ¡°Actuamos en coordinaci¨®n con otras fuerzas, como el Ej¨¦rcito de Mal¨ª o la operaci¨®n Barkhane¡±, a?ade Traor¨¦.
La operaci¨®n Barkhane es el gran dispositivo militar franc¨¦s contra el terrorismo en el Sahel. Con algo m¨¢s de 3.000 soldados que se distribuyen entre Chad, Mal¨ª, Mauritania, N¨ªger y Burkina Faso, se encargan de combatir a los grupos terroristas hasta en sus escondites m¨¢s remotos del desierto. En su haber est¨¢ la eliminaci¨®n de cientos de radicales y la confiscaci¨®n de 240 toneladas de armas y explosivos.
Misiones militares
2011. Rebeli¨®n de los tuareg en Mal¨ª con armas de Libia.
2012. Un golpe de Estado seguido de la toma del norte por los tuaregs y milicianos vinculados a Al Qaeda.
2013. Mal¨ª pide ayuda a Francia. La misi¨®n de la ONU se despliega en el norte.
2014. Francia inicia su misi¨®n antiterrorista en la zona.
Pero ni MINUSMA ni Barkhane han logrado contener la expansi¨®n de la actividad terrorista hacia el sur del pa¨ªs, como muestra el reciente ataque al hotel Radisson Blu de Bamako, el atentado de agosto en Mopti o las escaramuzas en puntos fronterizos de Burkina Faso y Costa de Marfil. Y ya no son s¨®lo extranjeros venidos de Argelia o Mauritania los que las protagonizan. Cientos de malienses forman parte de grupos como Al Morabit¨²n, Muyao, Ansar Dine, AQMI (Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico) o el Frente de Liberaci¨®n de Macina, que operan en la sombra gracias a una compleja red de complicidades. La gran mayor¨ªa de los ciudadanos rechaza la violencia, pero la debilidad del Estado ha sido aprovechada por sectas y l¨ªderes religiosos que enarbolan la bandera de la autoridad moral frente a una Administraci¨®n que se percibe como corrupta. Y algunos de estos grupos beben de las tendencias m¨¢s radicales del islam.
¡°Los pol¨ªticos s¨®lo buscan llenar sus bolsillos, a ellos no les preocupa la gente¡±, asegura Ousmane Sidib¨¦, taxista del barrio de Badalabougou en Bamako, ¡°pero Dicko es un hombre de bien, un creyente de verdad¡±. Sidib¨¦ se refiere a Mahmoud Dicko, el m¨¢ximo responsable del Alto Consejo Isl¨¢mico de Mal¨ª, la m¨¢s alta autoridad en cuestiones religiosas y quiz¨¢s la persona con m¨¢s poder en Mal¨ª, m¨¢s incluso que el presidente del pa¨ªs. Educado en Arabia Saud¨ª y firme defensor del salafismo, es capaz de movilizar a decenas de miles de personas con un chasquido de sus dedos. Su presencia al frente de Alto Consejo Isl¨¢mico revela la coexistencia, a veces dif¨ªcil, de las distintas interpretaciones del islam que existen en el pa¨ªs.
En barrios de Bamako y pueblos del interior florecen mezquitas y centros religiosos financiados con dinero procedente del Golfo P¨¦rsico. Pero no es s¨®lo Mal¨ª. En Mauritania las se?ales de radicalizaci¨®n en las aglomeraciones m¨¢s populares son evidentes, en el norte de Burkina Faso y Costa de Marfil se escuchan cada vez m¨¢s voces salafistas y el presidente de Senegal, Macky Sall, lleva a?os advirtiendo de la expansi¨®n de esta visi¨®n radical del islam tan alejada de las cofrad¨ªas suf¨ªes de ?frica occidental. En los ¨²ltimos 15 d¨ªas, una treintena de predicadores han sido detenidos en este ¨²ltimo pa¨ªs por apolog¨ªa del terrorismo. ¡°Son como los hongos que florecen tras la lluvia¡±, asegura un experto militar maliense, ¡°y es ah¨ª donde hay que librar el verdadero combate¡±.
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