China, decisiva para un acuerdo en Par¨ªs
El mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo apuesta por un pacto vinculante
Que la cumbre contra el cambio clim¨¢tico de este a?o en Par¨ªs termine con un acuerdo significativo bajo el brazo depende en gran parte de China. Es, con diferencia, el primer emisor de gases de efecto invernadero del mundo e hist¨®ricamente ha rechazado fijarse un objetivo para limitar la cantidad de di¨®xido de carbono (CO2) que libera a la atm¨®sfera. Ahora que ha sacado todo el jugo a un modelo econ¨®mico altamente contaminante y las protestas por los problemas medioambientales aumentan, Pek¨ªn llega a Par¨ªs con un nuevo enfoque y una contundente ofensiva diplom¨¢tica. Esta iniciativa podr¨ªa ser decisiva para limar asperezas entre las demandas polarizadas de los pa¨ªses en desarrollo y los desarrollados.
Por primera vez, el gigante asi¨¢tico est¨¢ dispuesto a aceptar un acuerdo legalmente vinculante. A diferencia de Copenhague, donde China se present¨® m¨¢s como espectador que como parte implicada, las autoridades han dejado claro que en esta ocasi¨®n asumir¨¢n un papel m¨¢s proactivo. ¡°Esperamos que la conferencia en Par¨ªs termine con un acuerdo legal y vinculante. Existe ya un pacto b¨¢sico, pero sigue habiendo diferencias con respecto a las diferentes capacidades y responsabilidades hist¨®ricas entre pa¨ªses desarrollados y en v¨ªas de desarrollo. Deber¨ªamos poder llegar a un consenso en la fase final de las negociaciones¡±, asegur¨® el representante del pa¨ªs en las negociaciones, Xie Zhenhua.
China ha emergido como portavoz de las naciones en v¨ªas de desarrollo y a su vez como puente entre estas y las desarrolladas. Por un lado, Pek¨ªn ha cerrado filas con otras potencias emergentes como India o Brasil para defender que la mayor responsabilidad debe recaer en los que hist¨®ricamente han emitido m¨¢s gases en la atm¨®sfera. Por otro, ha llegado a acuerdos con Estados Unidos para acelerar el ritmo de reducci¨®n o con la Uni¨®n Europea para que los compromisos de cada pa¨ªs se sometan a revisiones al alza cada cinco a?os.
¡°China ha creado una nueva categor¨ªa en el espectro de la responsabilidad internacional que va m¨¢s all¨¢ del enfoque bifurcado entre pa¨ªses en desarrollo y desarrollados. Si bien defiende la preocupaci¨®n genuina sobre la responsabilidad hist¨®rica de los pa¨ªses desarrollados, tambi¨¦n acepta que hay un problema de proporciones enormes y que actualmente China es quien est¨¢ contaminando m¨¢s. Esta actitud es buena para el medioambiente y un movimiento inteligente en lo diplom¨¢tico¡±, explica Li Shuo, responsable de Pol¨ªtica Clim¨¢tica y Energ¨¦tica de Greenpeace en el este de Asia.
El gigante asi¨¢tico se ha comprometido a reducir para 2030 las emisiones de di¨®xido de carbono por unidad de PIB entre un 60% y un 65% con respecto a los niveles de 2005. Esto no significa necesariamente una bajada en valores absolutos, porque el indicador se centra en la eficiencia energ¨¦tica y est¨¢ condicionado por el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs. Por ejemplo, entre 2005 y 2014 se ha logrado una bajada del 33,8% en emisiones por unidad de PIB, pero la cantidad de CO2 liberado ha pasado de los 6,6 millones de kilotones a los 10,5 millones, seg¨²n datos de la Comisi¨®n Europea.
Sin embargo, teniendo en cuenta la progresiva ralentizaci¨®n de la econom¨ªa china y la transici¨®n hacia un modelo menos dependiente de la industria pesada, los expertos estiman que en el horizonte de 2030 -o incluso antes- s¨ª es probable una bajada en t¨¦rminos absolutos de las emisiones, otra de las promesas de Pek¨ªn. La tercera es que entonces un 20% del consumo de energ¨ªa del gigante asi¨¢tico deber¨¢ proceder de combustibles no f¨®siles, principalmente energ¨ªa nuclear pero tambi¨¦n renovables (la proporci¨®n era del 11,2% en 2014). Estos objetivos se anunciaron en el marco de un acuerdo con Estados Unidos, el segundo mayor contaminante del planeta.
¡°En este frente diplom¨¢tico se han abordado las cuestiones m¨¢s importantes de cara a las negociaciones. Tenemos la esperanza de que este nuevo lenguaje pueda ser utilizado como punto de referencia a partir del cual otros pa¨ªses puedan ponerse de acuerdo. Esto no sucedi¨® en Copenhague¡±, sostiene Li, quien conf¨ªa en que esta vez no sea su pa¨ªs el que acapare los titulares en caso de que no fructifique el esperado acuerdo.
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