Obama, ante su ¨²ltimo intento de asalto contra las armas
El presidente renueva tras el asalto de San Bernardino su llamada para una legislaci¨®n que endurezca el acceso a las armas
El a?o que viene por estas fechas, cuando se cumpla el primer aniversario de la matanza de San Bernardino, ya habr¨¢ sido elegida la persona que a partir del 20 de enero de 2017 deber¨¢ ocupar la Casa Blanca. Hasta entonces, haciendo una proyecci¨®n a partir de las estad¨ªsticas, el actual presidente, el que asegura que la mayor frustraci¨®n de su presidencia es no haber logrado una legislaci¨®n sobre las armas, tendr¨¢ que haber comparecido al menos otras dos veces para expresar sus condolencias a las familias de las v¨ªctimas de tiroteos.
Masacres desde que Barack Obama lleg¨® al poder ha habido m¨¢s de 15, y frente a todas el presidente pidi¨® el d¨ªa despu¨¦s un mayor control de qui¨¦n accede a las armas. Pero hubo una que estaba llamada a ser el punto de inflexi¨®n, esa ante la que no hab¨ªa posibilidad de que no se trazara una l¨ªnea y se firmara el antes y despu¨¦s. En Newtown fueron enterrados 20 ni?os y seis adultos. Pero tambi¨¦n la esperanza de que el pa¨ªs entrara en raz¨®n frente a la cultura de las armas.
Entonces, la Asociaci¨®n del Rifle, la todopoderosa NRA, anunci¨® ¡°la lucha del siglo¡± en su particular cruzada contra la iniciativa presidencial para endurecer la legislaci¨®n sobre las armas de fuego. El Congreso acog¨ªa con frialdad el plan de Obama, el mayor esfuerzo legislativo emprendido por una Administraci¨®n en cerca de dos d¨¦cadas ¡ªla ¨²ltima ley al respecto databa de 1994 y estaba caducada¡ª. Y el hoy candidato republicano a la nominaci¨®n para 2016, el senador Marco Rubio, dec¨ªa al presidente Obama que lo que en realidad suced¨ªa era que no ten¨ªa el ¡°coraje pol¨ªtico¡± de ¡°admitir¡± que estaba en contra de la Segunda Enmienda de la Constituci¨®n (esa que, seg¨²n como se lea, garantiza el derecho de los ciudadanos de EE UU a poseer y portar armas de fuego).
Nada ha sucedido desde Newtown
Legislativamente hablando, nada ha sucedido desde Newtown. En t¨¦rmino de vidas, ¨¦stas han seguido cayendo bajo las balas. El mi¨¦rcoles, cuando todav¨ªa no estaba claro qu¨¦ suced¨ªa en California, el presidente lo intent¨® una vez m¨¢s y renov¨® su llamada a hacer un esfuerzo bipartidista que haga que lo sucedido no sea ¡°la norma¡±. Obama dijo que San Bernardino era otra prueba m¨¢s de que se hac¨ªa necesario un registro de antecedentes sobre posibles compradores de armas de fuego.
El presidente hizo notar, ¡°a aquellos preocupados por el terrorismo¡±, que quiz¨¢ no eran conscientes del hecho de que exist¨ªa una lista que prohib¨ªa volar a ciertos individuos pero no entrar en una armer¨ªa y armarse hasta los dientes. ¡°Y no hay nada que podamos hacer para pararlos¡±, apunt¨®.
La Casa Blanca se plantea ahora, como en cada ocasi¨®n que un Congreso sin piedad la acorrala en sus iniciativas, legislar a golpe de orden ejecutiva. Quiz¨¢.
De momento, ayer quedaba otra instant¨¢nea de Obama para la historia frente a un tiroteo. Sentado, casi hundido en el sof¨¢, la imagen ofrec¨ªa un presidente ya demasiado acostumbrado a estos tristes y brutales rituales. Tocado. Si la historia no cambia, la pr¨®xima persona que ocupe la Casa Blanca heredar¨¢ la tendencia. Y comparecer¨¢ una media de dos veces por a?o ante sus ciudadanos para ofrecer su p¨¦same.
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