?S¨ª que es pol¨ªtica, gobernador!
Estudiantes de S?o Paulo ocupan las calles y le dan una lecci¨®n a Brasil
Brasil a finales de 2015: la cuenca del r¨ªo Doce fue destruida, y el barro avanza sobre el oc¨¦ano; el presidente de la C¨¢mara de los Diputados, Eduardo Cunha (PMDB), un hombre investigado por delitos de blanqueo de dinero y corrupci¨®n, que escondi¨® cuentas en Suiza, da inicio al proceso que puede resultar en la destituci¨®n de la presidenta Dilma Rousseff (PT), despu¨¦s de constatar que diputados del PT votar¨ªan contra ¨¦l en el Consejo de ?tica, en una acci¨®n que puede producir la casaci¨®n de su mandato; la Polic¨ªa Militar de R¨ªo de Janeiro dispara 111 tiros y fusila a cinco j¨®venes negros porque paseaban en un auto por la noche; las brasile?as no pueden quedarse embarazadas, porque hay un brote de microcefalia causado por un virus transmitido por el Aedes aegypti y aquellas que est¨¢n embarazadas han sido condenadas a vivir en p¨¢nico ante el zumbido de un mosquito; el gobernador del estado de S?o Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), autoriza a la Polic¨ªa Militar a lanzarles bombas de gas y golpear a estudiantes de centros p¨²blicos de ense?anza primaria y secundaria.
Obscenidad es la palabra que se acerca m¨¢s, pero es demasiado d¨¦bil para representar el Brasil actual. Y ella tambi¨¦n fracasa. Se buscan palabras que den abasto del exceso de real de la realidad. La crisis de la representaci¨®n ha alcanzado proporciones in¨¦ditas. Y el a?o a¨²n no ha terminado.
Ante este despedazamiento, hay que cuidarse de que las palabras disponibles, aquellas que les dan nombre a conceptos cuya construcci¨®n es lo mejor que la humanidad ha creado, no se perviertan y resulten ellas tambi¨¦n obscenas. En este punto, profundo, es donde el gobernador Geraldo Alckmin (PSDB) cometi¨® un acto simb¨®lico de extrema violencia, adem¨¢s de la truculencia concreta de su polic¨ªa en las calles de S?o Paulo. El 2 de diciembre, en el Pal¨¢cio dos Bandeirantes, sede del Gobierno del estado de S?o Paulo, afirm¨®:
©¤No es razonable la obstrucci¨®n de una v¨ªa p¨²blica, queda claro que hay una acci¨®n pol¨ªtica en el movimiento. Hay una n¨ªtida acci¨®n pol¨ªtica.
La frase del gobernador fue amplificada por la prensa, en titulares de peri¨®dicos y citada en la radio, la televisi¨®n y la Internet. El gobernador denunciando al movimiento de los estudiantes que ocupaban centros p¨²blicos de S?o Paulo para protestar contra un plan que, en nombre de la ¡°reorganizaci¨®n escolar¡±, cerrar¨ªa m¨¢s de 90 centros de ense?anza y transferir¨ªa a m¨¢s de 300.000 estudiantes. Pero, vale la pena repetirlo, ?qu¨¦ denuncia el gobernador? Que el movimiento es pol¨ªtico. ?Cu¨¢l ser¨ªa la acusaci¨®n? Es obvio que el movimiento es pol¨ªtico. Y la mejor cualidad del movimiento es precisamente la de que es pol¨ªtico.
Por medio del ejercicio de la pol¨ªtica es como se ha alcanzado lo mejor que existe en la experiencia humana. Y no a la fuerza, por la imposici¨®n, por el exterminio del di¨¢logo y de las ideas y, con demasiada frecuencia, de las personas que est¨¢n en desacuerdo. Cuando la pol¨ªtica se suspende, la aniquilaci¨®n se instaura. Para Alckmin, sin embargo, a juzgar por su declaraci¨®n y por sus actos, la pol¨ªtica es obscena. Tanto que ¨¦l necesita denunciarla. E insinuar que los estudiantes est¨¢n siendo instrumentalizados por intereses partidistas e ideol¨®gicos. Es fundamental que se le preste atenci¨®n a un gobernador, con ambiciones de ser presidente de la Rep¨²blica, que iguala la pol¨ªtica a la obscenidad. O a la abominaci¨®n, otra palabra que nos puede iluminar en este momento en que la crisis de la representaci¨®n llega tambi¨¦n a las palabras.
Para avanzar con su decreto sin escuchar a los que interrump¨ªan el tr¨¢fico, el gobernador autoriz¨® a la Polic¨ªa Militar a utilizar la violencia
Volvamos a la declaraci¨®n del gobernador: ¡°No es razonable la obstrucci¨®n de una v¨ªa p¨²blica¡±. As¨ª es como comienza la frase. Para ¨¦l, una protesta, una manifestaci¨®n, algo del coraz¨®n de la democracia, es una ¡°obstrucci¨®n de la v¨ªa p¨²blica¡±. ?Qu¨¦ se impone en esta afirmaci¨®n de Alckmin? Que la voz que vale es la de aquel que quiere pasar. La v¨ªa p¨²blica pertenece a aquellos que quieren pasar con sus coches. Pasar, por lo tanto, sin detenerse a escuchar. Es fuerte, porque Alckmin ha demostrado gobernar as¨ª, pasando sin escuchar. Si es necesario, pasando por encima, como se ha visto.
?Qu¨¦ fue la imposici¨®n de la ¡°reorganizaci¨®n escolar¡± a la comunidad, sino un ¡°pasar sin escuchar¡±? ?Y qu¨¦ pas¨®? El acto autoritario fue enfrentado con pol¨ªtica. Los estudiantes ocuparon el espacio p¨²blico para reafirmar la necesidad de dialogar, para decir que la imposici¨®n no eraposible en un r¨¦gimen democr¨¢tico. El Gobierno recibi¨® la reacci¨®n como una afrenta a la orden y a la autoridad. ?Pero c¨®mo es posible, si esto es una democracia? Quien no dialoga es un dictador. Ante esta situaci¨®n de bloqueo, entre considerar la pol¨ªtica una obscenidad y, al mismo tiempo, gobernar en un estado democr¨¢tico, ?qu¨¦ hizo Alckmin? Si quer¨ªa pasar sin escuchar, con su coche y con su decreto, ?qu¨¦ hizo el gobernador? Llam¨® a aquella que qued¨® de la dictadura: la Polic¨ªa Militar.
Como afirm¨® Fernando Padula Novaes, jefe de gabinete de la Secretar¨ªa de Educaci¨®n, ¡°es la guerra¡±. La palabra, reveladora de c¨®mo el Gobierno se relaciona con aquellos que no est¨¢n de acuerdo, en este caso los estudiantes, se us¨® una vez m¨¢s en una reuni¨®n cuyo audio divulg¨® la periodista Laura Capriglione, del colectivo Periodistas Libres. El encuentro con cerca de 40 dirigentes de la ense?anza cont¨® tambi¨¦n con la anunciada presencia de un militante del Movimiento Acci¨®n Popular, vinculado al ala juvenil del partido del gobernador. En la reuni¨®n, Padula demostr¨® la necesidad de ¡°descalificar¡± al movimiento de resistencia y mostrar que la ¡°radicalizaci¨®n¡± estaba ¡°del lado de all¨¢¡±.
Y as¨ª, con la l¨®gica de la ¡°guerra¡±, Geraldo Alckmin respondi¨® al ejercicio de la pol¨ªtica con bombas de gas, con golpes de porra y agresiones f¨ªsicas y psicol¨®gicas, como humillar y llevarse a la fuerza a un chico de 18 a?os, colgado boca abajo. Respondi¨® con represi¨®n, como ya hab¨ªa hecho en las manifestaciones de 2013. Respondi¨® como un general alineado con el golpe de 1964 responder¨ªa durante los a?os de plomo. La Polic¨ªa Militar es lo que sobr¨® de all¨¢, aqu¨ª. Y si, como han dicho los analistas de seguridad p¨²blica, la polic¨ªa est¨¢ fuera de control, est¨¢ fuera de control porque los gobernantes necesitan controlar. E imponer: pasar sin escuchar. Pasar por encima de la pol¨ªtica. ¡°Limpiar¡± las calles de los negros y de los pobres y tambi¨¦n de los que hacen pol¨ªtica.
Mientras las im¨¢genes de las calles expon¨ªan la violencia de la Polic¨ªa Militar contra los estudiantes, la mayor¨ªa de ellos adolescentes, este era el discurso del gobernador: ¡°La polic¨ªa dialoga, la polic¨ªa habla, la polic¨ªa le pide a la gente que salga, la polic¨ªa le da tiempo a la gente para que salga. Pero no puede perjudicar a quienes necesitan trabajar. As¨ª que es necesario tener un m¨ªnimo de sentido com¨²n. La polic¨ªa hace todo el trabajo, est¨¢ capacitada, est¨¢ entrenada, tiene paciencia...¡±. El gobernador, y esta no es una constataci¨®n banal, est¨¢ satisfecho con la acci¨®n de la Polic¨ªa Militar. La desconexi¨®n entre el discurso de la m¨¢s alta autoridad del estado de S?o Paulo y la realidad documentada mediante v¨ªdeos y fotograf¨ªas en las calles de S?o Paulo es un hecho que debe tomarse en serio.
Mientras los profesionales de Brasilia rebajaban la pol¨ªtica al chantaje, los estudiantes de S?o Paulo le dieron una lecci¨®n al pa¨ªs
Lo que los estudiantes de S?o Paulo le dieron al pa¨ªs en un mes de resistencia fue enorme. Mientras la pol¨ªtica en Brasilia, aquella hecha por profesionales del ramo, era rebajada a chantajes y revanchas, los adolescentes le dieron al pa¨ªs una lecci¨®n de pol¨ªtica en su expresi¨®n m¨¢s completa. Se organizaron, ocuparon 196 centros de ense?anza, se responsabilizaron de ellos ©¤haciendo arreglos, limpi¨¢ndolos y cuid¨¢ndolos©¤ e impidieron que, en un pa¨ªs y en un estado donde la p¨¦sima educaci¨®n p¨²blica cava un abismo, se cerrasen m¨¢s de 90 centros por decreto. Sufrieron una represi¨®n violenta por eso. A muchos los golpearon, a decenas los detuvieron, centenas sufrieron los efectos de las bombas de gas. Pero resistieron. Y vencieron. Y, como lo que venci¨® fue la pol¨ªtica contra el autoritarismo de la verdad ¨²nica y de la fuerza bruta de la Polic¨ªa Militar, vencimos todos.
El 4 de diciembre, el gobernador se vio obligado a retroceder: suspendi¨® la ¡°reorganizaci¨®n escolar¡±. El secretario de Educaci¨®n, Herman Voorwald, renunci¨® a su cargo. Geraldo Alckmin recibi¨® una lecci¨®n pol¨ªtica dada por ni?os y adolescentes. Al ver que su popularidad se desplomaba, seg¨²n un sondeo de Datafolha publicado el mismo d¨ªa en que anunci¨® que pospon¨ªa los cambios hasta 2017, el pol¨ªtico que equipara la pol¨ªtica a la obscenidad descubri¨® que ya no era posible enviar a la Polic¨ªa Militar a que pasase por encima del pueblo para que su verdad ¨²nica pasase.
Geraldo Alckmin, dio un paso atr¨¢s con una cita del papa Francisco: ¡°Entre la indiferencia ego¨ªsta y la protesta violenta, siempre hay una opci¨®n posible: el di¨¢logo¡±. Aunque obvio, es una cuesti¨®n de respeto restablecer los hechos para no pervertir las palabras. ¡°Indiferencia ego¨ªsta¡±: puede relacionarse con el Gobierno, que trat¨® de imponer sin debate un proyecto controvertido, criticado por los educadores, que cerraba casi un centenar de centros y afectaba a cientos de miles de estudiantes. ¡°Protesta violenta¡±: las fotograf¨ªas e im¨¢genes documentan la violencia de la Polic¨ªa Militar contra los estudiantes. ¡°Di¨¢logo¡±: era lo que los alumnos reivindicaban, mientras que en el interior del Gobierno se anunciaba una ¡°guerra¡±. El di¨¢logo es precisamente pol¨ªtica. Como aquello que se hace es m¨¢s revelador que lo que se habla, el gobernador hizo su anuncio y sali¨® de la sala sin hablar con la prensa.
No fue solo Geraldo Alckmin el que aprendi¨® algo importante con los alumnos de los centros p¨²blicos, o deber¨ªa haberlo aprendido. Se les debe prestar mucha atenci¨®n a dos puntos. Uno, que ya hab¨ªa quedado claro en las manifestaciones de 2013, es c¨®mo una parte de prensa de la redemocratizaci¨®n a¨²n est¨¢ intoxicada por los tiempos de la dictadura y de la censura, entre otras hip¨®tesis para la elecci¨®n de los t¨¦rminos utilizados en la cobertura. Las fuerzas de seguridad del estado les lanzan bombas de gas y pelotas de goma a los adolescentes y una parte de la prensa habla de ¡°confrontaci¨®n¡±. Tras cada protesta en las calles, varios reportajes comenzaban por las amarguras causadas por la interrupci¨®n del tr¨¢fico, como si el tr¨¢fico fuese la entidad m¨¢s importante de ese acontecimiento pol¨ªtico, relacionado con la gran tragedia nacional, la educaci¨®n, en una jerarqu¨ªa de valores bastante iluminadora. La Polic¨ªa Militar acorralaba y agred¨ªa a los adolescentes y la prensa lo defin¨ªa como ¡°un altercado¡±. La Polic¨ªa Militar reprim¨ªa violentamente a los alumnos que protestaban y una parte de los medios de comunicaci¨®n describ¨ªa el hecho como un acto de ¡°dispersi¨®n¡±. Nombrar los hechos con precisi¨®n es una tarea obligatoria del periodismo.
Los estudiantes ¡°violentos¡± y ¡°perdidos¡± de los centros p¨²blicos se reapropiaron del espacio colectivo y pasaron a cuidar de aquello que nadie m¨¢s cuidaba y en lo que no cre¨ªa
Al pensar en las manifestaciones contra el aumento de las tarifas del transporte p¨²blico, en 2013, surge otro punto crucial: ?cu¨¢l es el l¨ªmite de la opini¨®n p¨²blica? O, de forma m¨¢s expl¨ªcita: ?a qui¨¦n puede golpear la polic¨ªa sin causar asombro y reacci¨®n, o sin que ello provoque una ca¨ªda de la popularidad del gobernador? Lo que las protestas contra el cierre de los centros educativos han demostrado es que usar la violencia contra alumnos adolescentes es un l¨ªmite para los ciudadanos. Esta vez no fue posible convertir a los alumnos en ¡°v¨¢ndalos¡± y ganarse a la opini¨®n p¨²blica, como ocurri¨® en 2013, cuando se utiliz¨® como justificaci¨®n la acci¨®n violenta de los black-blocs. Geraldo Alckmin apost¨® a que conseguir¨ªa repetir 2013, cuando en un primer momento hubo una reacci¨®n masiva contra la violencia de la polic¨ªa y, luego, con la conversi¨®n de los manifestantes en ¡°v¨¢ndalos¡±, en la narrativa de parte de la prensa, la opini¨®n p¨²blica pas¨® a apoyar la represi¨®n policial, por acci¨®n u omisi¨®n.
Es importante pensar en ello porque, mientras la violaci¨®n de la ley por la polic¨ªa no se rechace, independientemente de contra quien sea,seguiremos muy mal. Si puede golpear a este, pero no a aquel (o matar, como ocurre en los suburbios y favelas), continuaremos involucionando en el pacto civilizatorio. Y los gobernantes autoritarios seguir¨¢n teniendo la oportunidad de pasar con su verdad ¨²nica por encima de la pol¨ªtica, callando as¨ª a la democracia con bombas de gas y golpes de porra.
El fracaso en la conversi¨®n de los estudiantes en ¡°v¨¢ndalos¡± ante la opini¨®n p¨²blica, a pesar de todos los esfuerzos, revela que las escuelas e institutos todav¨ªa tienen un lugar fuerte en el imaginario colectivo. La educaci¨®n p¨²blica, tan abandonada, tan victimada por la falta de respeto y de inversiones en estas ¨²ltimas d¨¦cadas, todav¨ªa se hace eco en la poblaci¨®n como un valor. A¨²n resuena la conciencia de que un centro educativo, en este pa¨ªs, no puede cerrarse. Mucho menos de esa manera. El centro educativo, tan maltratado, a¨²n es un s¨ªmbolo positivo.
Hay aqu¨ª una lecci¨®n profunda que los estudiantes de los centros p¨²blicos le han dado no solo al gobernador, sino al conjunto de la sociedad que cree en salidas individuales, en general la de matricular a su hijo en un centro privado para al menos salvar al suyo de la tragedia educativa brasile?a. Cuando ya se estaba haciendo dif¨ªcil creer que hubiera una salida, los estudiantes se apropiaron de los centros educativos y, con la ayuda de una parte de sus padres, empezaron a cuidar de ellos. Colectivamente, como comunidad, como ciudadanos. Cuidando de lo que nadie m¨¢s de hecho cuidaba.
Creo que todav¨ªa no hemos llegado cerca de comprender el tama?o de este gesto, que en estas ¨²ltimas d¨¦cadas ha llevado a gente que nunca hab¨ªa puesto un pie en un centro p¨²blico a ofrecer desde comida a servicios. Personas de todas las ¨¢reas se han ofrecido a dar clases en los centros ocupados. Alumnos de universidades de prestigio, aquellas en las que a los estudiantes de los centros p¨²blicos se les ense?¨® que nunca entrar¨ªan, les pidieron a los alumnos de secundaria que fuesen a la universidad a explicar el movimiento. Los estudiantes consiguieron derribar muros que casi nadie cre¨ªa que todav¨ªa podr¨ªan caer. Y una estudiante oy¨® de una visitante el domingo, en el centro estatal Fern?o Dias Paes, el primero ocupado en la capital de S?o Paulo, una frase simb¨®lica: ¡°Estoy orgullosa de vivir en una ciudad en la que existes¡±. Como escribieron los periodistas Felipe Resk y Rafael Italiani, del diario O Estado de S.Paulo, el centro que lleva el nombre de un bandeirante (pionero)¡°se convertir¨ªa en un s¨ªmbolo de la resistencia al Pal¨¢cio dos Bandeirantes¡±. Como negaci¨®n a tal padre fundador, los alumnos cubrieron la estatua del ¡°asesino de ind¨ªgenas¡±, frente a la escuela, con un saco negro.
Los adolescentes ¡°sin futuro¡±, porque reciben una p¨¦sima educaci¨®n en las escuelas, les ense?aron a los adultos que la pol¨ªtica es estar con el otro en el espacio p¨²blico
Los estudiantes que ocuparon los centros educativos y las calles estaban hasta entonces en la condici¨®n de restos. Eran los estudiantes que el estado fing¨ªa educar, en instalaciones abandonadas, que se estaban cayendo a pedazos, en clases con profesores muy mal pagados, sin motivaci¨®n y sin preparaci¨®n. Eran los alumnos que nunca tendr¨ªan muchas oportunidades en la vida, porque recib¨ªan una p¨¦sima educaci¨®n. Eran los estudiantes ¡°violentos¡± y ¡°perdidos¡± de los centros p¨²blicos, eran tambi¨¦n los negros y los pobres de los centros p¨²blicos. Eran los que quedaron en la condici¨®n de objetos, tambi¨¦n de discursos electorales y esl¨®ganes indecentes. Los herederos del proceso de redemocratizaci¨®n, lento, fr¨¢gil y precario, que vivimos desde hace 30 a?os, de las acciones imperfectas de inclusi¨®n social, han demostrado que, si la moldura del espacio p¨²blico es la democracia, hay espacio para las diferencias, hay espacio para el otro. Aquellos a los que muchos cre¨ªan ¡°sin futuro¡±, porque estaban sin presente, les ense?aron a los adultos que la pol¨ªtica es el ejercicio de estar con el otro en el espacio p¨²blico.
?De d¨®nde vino la buena noticia en el r¨ªo de barro y de obscenidades que transform¨® el pa¨ªs, en lo concreto y en lo simb¨®lico? De los chicos y chicas de los centros p¨²blicos. Educaron al gobernador, educaron a la sociedad. E hicieron lo que parec¨ªa imposible en el actual momento de Brasil: rescataron la pol¨ªtica.
Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.
Sitio web: desacontecimentos.com Email:elianebrum.coluna@gmail.comTwitter: brumelianebrum
Traducci¨®n de ?scar Curros
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