Demasiada iron¨ªa para el mariscal Sisi
El c¨®mico Bassem Youssef, que tuvo que abandonar Egipto, sigue extendiendo su fama
¡°?Qu¨¦ pienso del panorama pol¨ªtico egipcio? Pues es muy bonito... Vamos, realmente precioso", dijo con una sonrisa triste e ir¨®nica el c¨®mico egipcio Bassem Youssef en una rueda de prensa a finales de noviembre en las Jornadas Cinematogr¨¢ficas de Cartago, uno de los festivales m¨¢s importantes de ?frica. Con una audiencia de m¨¢s de 40 millones de personas en todo el mundo ¨¢rabe, el que fuera carism¨¢tico presentador del programa de televisi¨®n por sat¨¦lite al-Barnameg tuvo que suspender el espacio y abandonar Egipto en oto?o de 2013. Su humor corrosivo era demasiado peligroso para el proyecto de contrarrevoluci¨®n del presidente egipcio, el mariscal Abdelfat¨¢ al Sisi.
En una entrevista con EL PA?S despu¨¦s de presentar la gala de clausura del certamen, Youssef tampoco quiso abordar el tema. ¡°No quiero desviar la atenci¨®n del asunto que me trajo aqu¨ª: el cine¡±, se justific¨® de forma poco convincente. En su momento, los medios oficialistas atribuyeron la cancelaci¨®n del programa a un desacuerdo sobre el contrato con la cadena CBC. Sin embargo, pocos dudan de que su versi¨®n sea la correcta: ¡°Tuvimos que parar por las presiones del Gobierno a la productora y la cadena despu¨¦s de un solo episodio¡±. Con los militares, poca broma.
No es f¨¢cil exagerar su influencia durante la presidencia del islamista Mohamed Morsi, dirigente de los Hermanos Musulmanes. Frente una oposici¨®n laica fragmentada y sin l¨ªder ¡ªantes del golpe de Estado Al Sisi era pr¨¢cticamente un desconocido¡ª, Youssef se erigi¨® en el aut¨¦ntico azote de Morsi y de los telepredicadores ultraconservadores con la iron¨ªa como ¨²nica arma. Las noches de los viernes, los bulliciosos caf¨¦s de El Cairo enmudec¨ªan para ver su programa. ¡°La s¨¢tira pol¨ªtica es muy necesaria porque consigue que m¨¢s gente se interese por la pol¨ªtica. Ahora bien, a menudo la gente nos pide que ejerzamos de l¨ªderes pol¨ªticos, pero ese no debe ser nuestro rol¡±, sentencia.
Su ingenio le permiti¨® conquistar el mundo ¨¢rabe. Su marcha forzada de Egipto le ha abierto las puertas del ¨¦xito en EE UU gracias al apoyo del c¨¦lebre c¨®mico televisivo Jon Stewart, su fuente de inspiraci¨®n. Tras su salida del pa¨ªs, fue contratado por la Universidad de Harvard durante un semestre y ha participado con asiduidad en el mismo programa que Stewart. Su fama va en aumento: recientemente fue el presentador de la gala de los Emmy y sus seguidores en Twitter ya se acercan a los seis millones.
El c¨®mico egipcio es herm¨¦tico tambi¨¦n sobre sus planes de futuro: ¡°Tengo varias opciones sobre la mesa. Tengo que estudiarlas bien¡±. Youssef es tan gracioso ante las c¨¢maras como distante con la prensa. Quiz¨¢s sea por la presi¨®n que supone lidiar con un Gobierno tan oscuro como el egipcio. O quiz¨¢s porque no estaba preparado para un ascenso al estrellato tan vertiginoso. Antes de la revoluci¨®n de 2011 era un cirujano que divert¨ªa a sus amigos con su repertorio infinito de chistes. Poco m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, a los 39 a?os, la revista estadounidense Time le incluy¨® en su lista de las 100 personas m¨¢s influyentes del mundo.
El silencio como mensaje
Si una cosa tiene clara es que no retomar¨¢ su programa desde el extranjero. ¡°No lo har¨¦ nunca. Me acusar¨ªan de ser agente de otros pa¨ªses, de recibir financiaci¨®n para atacar Egipto. Al-Barnameg lo hac¨ªamos desde el centro de El Cairo, siempre hemos querido estar al lado de la gente¡±, explica. La opci¨®n de volver a emitir el programa a trav¨¦s de Youtube, como en sus inicios, tampoco figura en su men¨²: ¡°Para eso, prefiero no hacer programa. El silencio puede un mensaje es m¨¢s potente¡±.
En caso de regresar a la peque?a pantalla, no le faltar¨ªa material para la s¨¢tira. Ante la falta de un contrapeso, los medios de comunicaci¨®n oficialistas han ca¨ªdo en las m¨¢s burdas teor¨ªas de la conspiraci¨®n, como en el caso de la cobertura del siniestro del avi¨®n civil ruso en la pen¨ªnsula del Sina¨ª. El Cairo contin¨²a sin admitir que la causa fue un atentado.
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