Transiciones
Los reveses electorales que sufren dictaduras desgastadas no suelen tener marcha atr¨¢s
Es tiempo de transiciones en Sudam¨¦rica. Los cambios son diferentes en cada pa¨ªs aunque por fortuna, todos se dan a trav¨¦s del voto leg¨ªtimo, empezando por la elecci¨®n de Macri en Argentina. En Brasil, Dilma Rousseff se enfrenta a una iniciativa congresal para impugnarla y destituirla, en medio del desprestigio que el caso Lava Jato ha ocasionado a su Gobierno. Sin embargo, Dilma no confronta ning¨²n cargo de corrupci¨®n personal. En cambio, el promotor de la impugnaci¨®n y presidente de la C¨¢mara de Diputados, Eduardo Cunha, ha sido acusado de recibir sobornos millonarios y mantener una cuenta no declarada en Suiza.
En Venezuela, las elecciones del domingo 6 han supuesto un avance important¨ªsimo de la oposici¨®n democr¨¢tica que, aunque no sea a¨²n decisivo, es probablemente irreversible.
Los reveses electorales que sufren dictaduras desgastadas no tienen, por lo general, marcha atr¨¢s. La derrota de Pinochet en el refer¨¦ndum de 1988 fue el comienzo de una transici¨®n larga y prudente, pero que eventualmente termin¨® con casi cada quien donde deber¨ªa estar.
La ca¨ªda del fujimorato en el Per¨² el a?o 2000 fue el resultado compuesto de elecciones fraudulentas, intensas protestas populares, negociaciones con el balance justo entre di¨¢logo y confrontaci¨®n; y conflictos internos entre Fujimori y Vladimiro Montesinos, que destruyeron su disciplina interna y abrieron camino a la revelaci¨®n parcial de los secretos en v¨ªdeo de la cleptocracia .
No hay dos transiciones iguales, y la oposici¨®n democr¨¢tica venezolana deber¨¢ medir cada paso, sabiendo que el exceso de timidez puede ser tan da?ino como la temeridad. Lo que est¨¢ claro es que no debe perder ni la iniciativa ni la unidad.
Los problemas del cambio de r¨¦gimen y la transici¨®n que confrontar¨¢n los l¨ªderes de la oposici¨®n democr¨¢tica venezolana continuar¨¢n despu¨¦s de la victoria
Si lo que pas¨® en el Per¨² sirve de gu¨ªa (y hay no pocas semejanzas entre chavismo y fujimorismo como forma de Gobierno), uno de los empe?os principales de los operadores del r¨¦gimen de Maduro ser¨¢ tratar de dividir a la oposici¨®n y provocar deserciones; aunque, dada la contundencia de su derrota, es m¨¢s probable que los desertores provengan de su propio campo.
En las estrategias de cambio no violento frente a reg¨ªmenes autoritarios, las fases inicial e intermedia requieren, aparte de imaginaci¨®n, sobre todo de estoicismo; y la fase final exige inteligencia clara en la calibraci¨®n precisa de acciones.
El cambio final se acelerar¨¢ cuando un grupo relativamente peque?o, pero importante, sobre todo en la c¨²pula de las fuerzas de seguridad, sume decisiones personales de que el estado de cosas actual es insostenible y que no oponerse al cambio, o ayudarlo, representar¨¢ luego una ventaja personal e institucional.
Los problemas del cambio de r¨¦gimen y la transici¨®n que confrontar¨¢n los l¨ªderes de la oposici¨®n democr¨¢tica venezolana continuar¨¢n despu¨¦s de la victoria, cuando el entusiasmo se transforme en exigencia y el desastre heredado se convierta en propiedad de la democracia. No saber actuar con eficacia y claridad entonces convertir¨¢ la ilusi¨®n en acritud y el rechazo a la dictadura doblegada podr¨¢, si esta mantiene una cierta disciplina como oposici¨®n, convertirse en una nostalgia con capacidad de voto.
No tengo que imaginar nada. Me basta recordar los tiempos parecidos que vivimos en el Per¨² en nuestra propia transici¨®n hace 15 a?os; el corto per¨ªodo de justificado entusiasmo durante el breve r¨¦gimen provisional de Paniagua; y luego los a?os de vivir la democracia peligrosamente, reducidos a escoger en cada elecci¨®n entre el mal menor y el mal mayor; con el mal mayor de la ¨²ltima elecci¨®n convirti¨¦ndose invariablemente en el mal menor de la siguiente.
Esa serie: Toledo para que no gane Garc¨ªa; Garc¨ªa para que no gane Humala; Humala para que no gane Fujimori, desemboca ahora con Keiko Fujimori a la cabeza de las encuestas apenas cinco meses antes de las elecciones generales de abril de 2016.
Pese a que, a la par de una pol¨ªtica m¨¢s que mediocre, tuvimos una buena econom¨ªa, las lecciones son inequ¨ªvocas: despertar expectativas que no se va a cumplir, ser uno en la campa?a y otro en el Gobierno, lleva a que las rid¨ªculamente llamadas ¡°fiestas democr¨¢ticas¡± de las elecciones devengan eventos de suspenso entre terror¨ªfico y em¨¦tico, que puedan terminar en un quincea?ero deprimente, con el retorno del fujimorismo al poder.
Ya sabe Venezuela de qu¨¦ cuidarse.
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