El continente perdido
Los problemas de los Gobiernos latinoamericanos y la corrupci¨®n rampante lastran su peso relativo en la toma de decisiones
En estos tiempos convulsos en los que la historia se perfila a golpes de terror del Estado Isl¨¢mico (ISIS) y la amenaza yihadista define la batalla-espect¨¢culo por la candidatura al Partido Republicano estadounidense, el papel del continente latinoamericano ¡ªcon casi 400 millones de personas que hablan espa?ol y m¨¢s de 200 millones, portugu¨¦s¡ª es irrelevante. Un claro ejemplo fue la reciente Cumbre de Par¨ªs sobre el clima, cuya ¨²nica buena noticia para Am¨¦rica Latina es su falta de culpabilidad ¡ªsalvo por la deforestaci¨®n y la falta de control de sus inmensos recursos naturales¡ª en la decrepitud clim¨¢tica que amenaza nuestra existencia.
El debate sobre si los pa¨ªses emergentes como Brasil, M¨¦xico, China o India tienen tanto derecho a contaminar como el mundo desarrollado es viejo. Pero las razones por las que el continente latinoamericano es inexistente en esas y otras cuestiones dependen de varios factores. Uno, es que s¨ª tiene un diagn¨®stico acerca de su papel en el deterioro del clima: debemos preservar los recursos f¨®siles energ¨¦ticos y considerar la incidencia de este fen¨®meno en la destrucci¨®n de la Amazonia y otras ¨¢reas de la regi¨®n que, ante la ausencia de pol¨ªticas responsables, han permitido el aniquilamiento sistem¨¢tico del ecosistema. Sin embargo, Am¨¦rica Latina no est¨¢ contribuyendo a la alteraci¨®n del clima como lo hacen Pek¨ªn o Nueva Delhi, lo que unido al peso relativo de la zona, no deber¨ªa restarle importancia para consolidar el t¨ªmido, pero ¨²nico resultado, de la reuni¨®n de Par¨ªs.
Por otra parte, un aspecto diferente, pero no menos importante, es el tema de la seguridad. El ¨²ltimo debate de los candidatos republicanos puso de manifiesto ciertos aspectos. Primero, el escaso peso de la comunidad latina, que es vital para llegar a la Casa Blanca. A pesar de la presencia de los senadores Marco Rubio y Ted Cruz ¡ªambos hijos de inmigrantes cubanos¡ª, los latinos tambi¨¦n est¨¢n siendo invisibles en esa lucha. Segundo, la inmigraci¨®n se est¨¢ planteando desde el yihadismo que atemoriza a la Am¨¦rica desarrollada, en lugar de cumplir con su pol¨ªtica exterior con relaci¨®n a unos socios comerciales, suministradores de mano de obra y materias primas fundamentales para el desarrollo de Estados Unidos.
Lo que tambi¨¦n resulta grave es que la opini¨®n p¨²blica estadounidense est¨¢ tan aterrada que no le importar¨ªa tener a un Donald Trump como presidente, aunque eso significara asumir las barbaridades que lanza a diario, en vez de optar por pol¨ªticas de coparticipaci¨®n y corresponsabilidad en materia de seguridad. El terror est¨¢ consiguiendo una victoria, paralizando nuestras vidas. Y en ese sentido, cuando uno escucha a los aspirantes republicanos resulta evidente que no han comprendido ciertos puntos fundamentales.
Por una parte, que el problema no viene de Siria, sino del vecino de al lado. Por otra, que tras la estrategia de terror del ISIS se esconde el fracaso de la integraci¨®n en ciertos pa¨ªses. Y finalmente, que el problema est¨¢ en los barrios perif¨¦ricos de las grandes ciudades donde se alojan miles de j¨®venes musulmanes no asimilados por unas sociedades que les dieron oportunidades, pero que nunca entendieron que esa falta de asimilaci¨®n pod¨ªa llegar a convertirse en una amenaza para su paz interior. Aunque har¨ªan bien los estrategas estadounidenses en analizar el ¨¦xito de reclutamiento de europeos para la causa del terrorismo y atajar antes de que surja algo parecido entre los marginados latinos en los barrios perif¨¦ricos de EE UU. Y a pesar de todo lo ocurrido, seguimos con mensajes pol¨ªticos autistas que muestran que el continente latinoamericano est¨¢ perdido.
Los problemas internos de los Gobiernos latinoamericanos y su debilidad pol¨ªtica, la corrupci¨®n rampante y su inestabilidad interna impiden que una zona con tantas riquezas y tan ligada a la primera potencia del mundo tenga un peso relativo en la toma de decisiones. Deseo que el a?o que est¨¢ por venir sea menos convulso que este 2015 que ahora se extingue. Volveremos a reencontrarnos con nuestros lectores el 4 de enero.
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