Clinton, frente al fantasma de volver a perder Iowa
Todo suena demasiado familiar en la campa?a de la candidata dem¨®crata
La campa?a admite cierta ansiedad pero no p¨¢nico. Ella asegura que no est¨¢ nerviosa. ¡°No lo estoy. Estoy trabajando duro y eso es lo que voy a seguir haciendo hasta que el ¨²ltimo votante de los caucus haya expresado su opini¨®n¡±, respondi¨® Hillary Clinton a la pregunta directa de la cadena NBC de si estaba nerviosa por el re?ido liderazgo que muestran las encuestas entre ella y el tambi¨¦n aspirante a la nominaci¨®n dem¨®crata, el senador independiente Bernie Sanders.
Nerviosa o no la candidata, sometida o no a ansiol¨ªticos su campa?a, de lo que no cabe duda es de que, de repente, todo suena demasiado familiar, inc¨®modamente familiar. Reaparecen los fantasmas del pasado que se cre¨ªan enterrados. Los sondeos se estrechan en torno a la mujer que cre¨ªa, esta vez s¨ª, en lo inevitable. La nominaci¨®n dem¨®crata a la Casa Blanca estaba en su bolsillo.
Clinton ha sacado a Sanders entre 30, 20 e incluso casi 50 puntos de ventaja (estos ¨²ltimos seg¨²n la media que hac¨ªa RealClearPolitics a mediados de julio) en los sondeos de los caucus de Iowa del pr¨®ximo 1 de febrero.
Y de repente, es 2008 de nuevo. Bernie Sanders no es Barack Obama pero la organizaci¨®n de su campa?a y el entusiasmo creciente de las ¨²ltimas semanas recuerdan en parte al que propuls¨® al entonces joven senador a la victoria en Iowa, cuando se inici¨® el principio del fin de Clinton en 2008. Entonces, la exsenadora de Nueva York abandon¨® Iowa herida ¡ªy en tercer lugar¡ª y sintiendo aversi¨®n hacia el proceso de caucus.
Casi ocho a?os despu¨¦s, en abril del a?o pasado, Hillary Clinton anunciaba en ese Estado su candidatura a la Casa Blanca. Desde entonces ha cultivado el terreno de forma diligente, poblando con voluntarios las ciudades y pueblos del Estado, hablando con miles de personas cara a cara (aunque su campa?a no ofrece cifras; s¨ª lo hace la de Sanders, hasta 40.000 individuos) y aportando hasta tres veces (hasta la fecha) a su marido, el expresidente Bill Clinton, a los encuentros con los votantes.
En los ¨²ltimos d¨ªas, se han hecho p¨²blicos tres nuevos sondeos de opini¨®n en Iowa. Todos ellos muestran a Sanders cerrando la considerable brecha que le separaba de su rival femenina. Dos de ellos le sit¨²an incluso al frente (dependiendo del margen de error). Cu¨¢nto pueda durar esta situaci¨®n es una inc¨®gnita que nadie puede en este momento despejar.
Pero, sin duda, ha puesto en alerta al equipo de Clinton. Lo que suena a m¨²sica celestial en el campo Sanders. Hillary Clinton parece haber iniciado el proceso en el cual un boxeador comienza a atarse los guantes para acabar soltando directos a la mand¨ªbula. De momento, la veterana pol¨ªtica es consciente de que golpes bajos o directos a la yugular son contraproducentes para su imagen y campa?a. Lo mismo sucede con Sanders y ambos mantienen un respetuoso tratamiento.
Pero el pasado lunes, en el fr¨ªgido Waterloo de Iowa, Clinton advirti¨® a los futuros votantes en el caucus de que si Sanders era elegido presidente en noviembre pondr¨ªa en las manos de los gobernadores republicanos sus seguros m¨¦dicos y aumentar¨ªa los impuestos a la clase media.
No par¨® ah¨ª. Adem¨¢s de criticar algunos aspectos del historial pol¨ªtico de Sanders (como un voto pasado en el Senado que favorec¨ªa a la industria de las armas), la ex primera dama aprovech¨® para fortalecer su flanco m¨¢s d¨¦bil, el de la izquierda, y anunci¨® que de ser presidenta impondr¨ªa un impuesto del 4% sobre todos aquellos que ganen m¨¢s de cinco millones de d¨®lares al a?o.
Sanders ha declarado que considera que la campa?a de su rival est¨¢ en serio peligro, lo que en su opini¨®n explica los ataques de la dem¨®crata hacia su persona en temas de sanidad y control de armas. ¡°Creo que quien daba por hecho su nominaci¨®n se encuentra ahora en problemas¡±, ha declarado el senador por Vermont. ¡°Lo que hace alguien en un escenario as¨ª es atacar¡±. C¨®mo de potentes e imprevisibles sean los ataques est¨¢ por ver.
A poco m¨¢s de dos semanas para Iowa, Hillary Clinton vive un infernal d¨¦j¨¤ vu.
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