Las guerras saud¨ªes del petr¨®leo
Arabia Saud¨ª est¨¢ siguiendo una estrategia audaz, pero inevitable, para conservar su liderazgo con algunas pol¨ªticas impensables hasta la fecha
El centro de gravedad de la producci¨®n mundial de petr¨®leo est¨¢ pasando del golfo de M¨¦xico a Oriente Pr¨®ximo, al golfo P¨¦rsico¡±, explicaba el famoso geof¨ªsico estadounidense Everette DeGolyer al Departamento de Estado estadounidense en 1944. Y en efecto, hacia la d¨¦cada de 1950, el Golfo ¡ªy en particular Arabia Saud¨ª¡ª se convirti¨® en la mayor zona de exportaci¨®n petrolera del planeta, y el reino saud¨ª conserv¨® esa condici¨®n pasando por guerras, embargos y recesiones.
Actualmente Arabia Saud¨ª est¨¢ siguiendo una estrategia audaz, arriesgada pero inevitable, para conservar esa posici¨®n, con algunas pol¨ªticas impensables hasta la fecha. Los saud¨ªes, bajo el nuevo liderazgo del rey Salm¨¢n y su influyente hijo Mohamed, est¨¢n librando una guerra por el precio del petr¨®leo al otro lado del Atl¨¢ntico; una guerra dial¨¦ctica y diplom¨¢tica con Ir¨¢n al otro lado del Golfo; una guerra indirecta contra Teher¨¢n en Siria; y una guerra propiamente dicha en su frontera sur con Yemen.
Merece la pena empezar analizando la posici¨®n dominante de los saud¨ªes en los mercados petroleros del mundo. El pa¨ªs extrae unos diez millones de barriles al d¨ªa, m¨¢s de una d¨¦cima parte de la producci¨®n mundial; pr¨¢cticamente lo mismo que Rusia y Estados Unidos, pero mucho m¨¢s que cualquier otro competidor. Dentro de la OPEP, Arabia Saud¨ª, junto a sus aliados Kuwait y Emiratos ?rabes Unidos, son los l¨ªderes claros: los tres pa¨ªses suman la mitad de las extracciones de la organizaci¨®n.
La empresa petrolera nacional, Saudi Aramco, antiguamente un consorcio estadounidense, se nacionaliz¨® por completo en 1980 y, en general, se considera que es una de las empresas petroleras de capital estatal m¨¢s rentables del mundo. Adem¨¢s de ser el cuarto refinador del planeta, sus empresas conjuntas de refinado en Estados Unidos, China, Jap¨®n y Corea del Sur garantizan el acceso a sus mayores clientes.
Y, lo que es m¨¢s importante, Arabia Saud¨ª ocupa la posici¨®n competitiva m¨¢s fuerte. Al disponer de las mayores reservas convencionales del planeta, oficialmente cifradas en 259.000 millones de barriles, su petr¨®leo est¨¢ entre los m¨¢s baratos de producir, a menos de diez d¨®lares por barril entre capital y costes de explotaci¨®n.
Est¨¢ librando una guerra por el precio del petr¨®leo al otro lado del Atl¨¢ntico y una guerra diplom¨¢tica con Ir¨¢n al otro lado del Golfo
El pa¨ªs posee la ¨²nica capacidad de producci¨®n adicional del mundo digna de mencionar, en torno a dos millones de barriles al d¨ªa, que pueden ponerse r¨¢pidamente a disposici¨®n del mercado para cubrir la demanda si se produce una alteraci¨®n en otra parte, como ya ocurri¨® durante la revoluci¨®n libia de 2011. Esto le permite influir en los mercados, y Riad ya ha utilizado este poder para disciplinar a otros miembros de la OPEP. Despu¨¦s de la crisis asi¨¢tica de 1997, y de nuevo durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, el pa¨ªs lider¨® los recortes para frenar el exceso de oferta.
Arabia Saud¨ª se ha beneficiado sobremanera de la escalada en el precio del petr¨®leo desde el a?o 2000: los diez d¨®lares por los que se vend¨ªa un barril en 1998 ascendieron hasta los 147 d¨®lares por barril en 2008, y el precio se mantuvo por encima de los 100 d¨®lares durante buena parte del periodo entre 2011 y mediados de 2014. Tras la larga ¨¦poca de precios bajos que sigui¨® a la crisis de 1986, la deuda saud¨ª hab¨ªa alcanzado, hacia 1998, los 120.000 millones de d¨®lares. Pero la larga expansi¨®n que tuvo lugar a continuaci¨®n convirti¨® esa deuda en unos ahorros de m¨¢s de 600.000 millones de d¨®lares, unos fondos considerables para luchar por una cuota de mercado.
Sin embargo, como siempre ocurre, este auge sembr¨® las semillas de su propia destrucci¨®n. El alto precio del petr¨®leo fren¨® el crecimiento de la demanda mundial y exigi¨® un aumento de la eficacia. El avance del petr¨®leo de esquisto en Estados Unidos, propiciado por la combinaci¨®n de precios elevados y nueva tecnolog¨ªa, provoc¨® un aumento sin precedentes de la producci¨®n en el pa¨ªs. Eso supon¨ªa que la demanda del petr¨®leo de la OPEP estaba condenada a estancarse o descender; a pesar de ello, dentro de la organizaci¨®n, la producci¨®n iraqu¨ª ha estado aumentando considerablemente, y se prev¨¦ que las exportaciones de Ir¨¢n crecer¨¢n de manera significativa este a?o tras el levantamiento de las sanciones.
A su vez, el auge petrolero de Estados Unidos y ahora el descenso de los precios hacen que la regi¨®n del Golfo p¨¦rsico pierda importancia para Washington, lo que refuerza la inclinaci¨®n de Obama por reducir el compromiso estadounidense en la zona. Mientras que el Gobierno de Obama se felicita, y con raz¨®n, por el intenso esfuerzo diplom¨¢tico que culmin¨® con el acuerdo nuclear con Ir¨¢n en julio del a?o pasado, los saud¨ªes y sus aliados del Golfo temen el fortalecimiento de Teher¨¢n.
Es la ¨²nica estrategia posible: mantener una producci¨®n elevada, aceptar los precios bajos y esperar a que la demanda se recupere
A pesar de las teor¨ªas repetidas con frecuencia, los saud¨ªes no est¨¢n usando los precios bajos como arma contra Ir¨¢n (o Rusia). El precio del petr¨®leo empez¨® a caer a mediados de 2014 porque el sentimiento del mercado no pod¨ªa seguir pasando por alto el insostenible exceso de oferta. El gran aceler¨®n de la producci¨®n petrolera de Aramco lleg¨® m¨¢s tarde, en 2015, como consecuencia de un debate interno del que surgi¨® la estrategia de Riad.
Se trata, no obstante, de la ¨²nica estrategia posible y acertada: mantener una producci¨®n elevada, aceptar los precios bajos y esperar a que la demanda se recupere y los competidores con costes altos ¡ªen especial el petr¨®leo de esquisto estadounidense¡ª abandonen. No hay posibilidad de alcanzar un acuerdo dentro de la OPEP para reducir la producci¨®n: Arabia Saud¨ª se niega a hacer sitio a sus rivales Ir¨¢n e Irak, y otros pa¨ªses como Venezuela y Nigeria quieren que los saud¨ªes soporten toda la carga sin ayuda.
Naturalmente, los precios bajos resultan dolorosos para Riad. Los presupuestos para 2016 prev¨¦n recortes del gasto y una reducci¨®n de las subvenciones para energ¨ªa, lo que posiblemente desatar¨¢ el descontento nacional. El pr¨ªncipe Mohamed, en una entrevista reciente con The Economist, hizo una insinuaci¨®n extraordinaria: la posibilidad de que parte de Aramco, la joya de la corona del reino saud¨ª, se privatice a trav¨¦s de una salida a Bolsa. Esa es la clase de reforma econ¨®mica radical ¡ªy posiblemente explosiva¡ª que quiz¨¢ necesite el pa¨ªs: para librar su campa?a por el precio del petr¨®leo, pero tambi¨¦n, y sobre todo, para garantizar un futuro pr¨®spero que no dependa ¨²nicamente del petr¨®leo.
Robin M. Mills es miembro no residente del Departamento de Energ¨ªa del Brookings Doha Center y autor de The Mytth of the Oil Crisis (el mito de la crisis petrolera).
Traducci¨®n de News Clips.
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