La lucha entre el PKK y el Ej¨¦rcito turco obliga a huir a miles de kurdos
Decenas de personas han muerto en el toque de queda, que dura ya dos meses
En la Puerta de Urfa, una de las aberturas de los negros muros del siglo IV que rodean la Ciudad Vieja de Diyarbakir, se agolpan las familias en una huida precipitada. Las camionetas, cargadas de b¨¢rtulos y personas todo lo que la ley del equilibrio les permite, tratan de abrirse paso a bocinazos para salir cuanto antes de la zona amurallada. Algunos utilizan motocarros o carretillas; otros sacan lo que pueden carg¨¢ndolo sobre la espalda. Mantas, colchones, lavadoras, frigor¨ªficos, dos ositos de peluche¡ hay que llevarse lo que sea posible antes de que los combates que se desarrollan en el interior del casco antiguo alcancen estos barrios.
Mahmut est¨¢ desesperado. Hace casi dos meses, cuando las autoridades turcas decretaron el toque de queda a¨²n vigente en cinco barrios de la Ciudad Vieja y las fuerzas de seguridad los rodearon para acabar con el levantamiento de militantes vinculados al grupo armado kurdo PKK, decidi¨® abandonar su casa junto a su mujer y su hijo. Con lo puesto, dejando atr¨¢s todo lo que hab¨ªa acumulado en 16 a?os de feliz matrimonio. ¡°Los del PKK cavan zanjas, levantan barricadas y minan las calles para evitar que entre la polic¨ªa. Hubo combates armados y tem¨ªamos quedarnos en medio del fuego. Adem¨¢s no se pod¨ªa soportar el olor de los cad¨¢veres, porque los militares no permiten entrar a las ambulancias¡±, asegura. Pero su segundo refugio, el hogar de un pariente en la otra punta de la Ciudad Vieja, tampoco es seguro: los enfrentamientos se han trasladado hasta all¨¢ esta semana y el Gobierno ha sumado la zona al toque de queda, dejando sitiado pr¨¢cticamente todo el casco antiguo. ¡°Lleg¨® la polic¨ªa y nos dijo: ¡®El que no se vaya ser¨¢ considerado un terrorista¡¯. As¨ª que hemos vuelto a escapar¡±. Y quien sale de la zona acordonada, no puede volver a entrar pues la polic¨ªa y los militares han erigido vallas y cierran las calles con sacos terreros tras los que se parapetan agentes fuertemente armados.
Patrimonio monumental hecho pedazos
"Si muero, morir¨¦ bajo el minarete de las cuatro patas", cuentan que dijo el presidente del Colegio de Abogados de Diyarbakir, Tahir El?i, el d¨ªa anterior a una rueda de prensa junto a ese simb¨®lico alminar en la que pretend¨ªa denunciar los da?os que los enfrentamientos entre los militantes kurdos y las fuerzas de seguridad estaban causando al patrimonio de la Ciudad de Vieja de Diyarbakir. Efectivamente, al d¨ªa siguiente ¨Cel pasado 28 de noviembre- muri¨® all¨ª, asesinado en un tiroteo del que siguen pendiendo numerosos interrogantes.
El centro hist¨®rico de Diyarbakir alberga numerosos monumentos de gran inter¨¦s hist¨®rico y religioso, desde la Gran Mezquita, construida en el siglo XI con retazos de edificios romanos, a varias iglesias siriacas y armenias, algunas reconstruidas en fecha muy reciente tras a?os de abandono. El objetivo del Ayuntamiento era que este centro hist¨®rico fuese declarado Patrimonio de la Humanidad ¨Ccomo ya lo fueron, el a?o pasado, sus murallas-, pero dada su actual situaci¨®n parece imposible. ¡°Esa zona ha quedado devastada por los combates¡±, afirma el periodista Ilyas Akengin. Resulta muy dif¨ªcil comprobar estas aseveraciones ya que las fuerzas de seguridad impiden el paso al centro, pero cuanto menos est¨¢ comprobado que la mezquita Kursunlu, del siglo XVI, ha sido pasto de las llamas.
Hasta finales del mes pasado fuentes municipales hab¨ªan contabilizado 20.000 desplazados en Diyarbakir, pero en los ¨²ltimos d¨ªas, al extenderse el toque de queda, la huida se ha intensificado y se calcula que hasta 15.000 personas habr¨ªan salido de la zona amurallada de la ciudad s¨®lo entre el mi¨¦rcoles y el jueves. Los muertos, entre combatientes y civiles, se cuentan por decenas. ¡°Esto parece Siria. Nunca hab¨ªa visto tal grado de violencia, ni siquiera en la d¨¦cada de los a?os noventa¡±, asegura Ilyas Akengin, director del diario local Tigris Haber.
¡°Hay bombas y combates. Han cortado el agua, la electricidad y el tel¨¦fono. No se puede vivir ah¨ª dentro¡±, relata H¨¹seyin, de 21 a?os, que espera a las puertas de la muralla a que alg¨²n camionero se apiade de ¨¦l y de su familia y acceda a trasladar sus pertenencias a un lugar seguro por las pocas liras que tienen. La econom¨ªa en el interior de la Ciudad Vieja, donde se encuentran los mercados m¨¢s importantes de Diyarbakir, se ha detenido y cientos de negocios han cerrado. ¡°?Por qu¨¦ nos hacen esto? ?Por qu¨¦ nos arruinan la vida? ?Por ser kurdos?¡±, se pregunta Haci, que regenta un peque?o quiosco.
La delegaci¨®n del Gobierno y el Ayuntamiento han recolocado a algunas familias en hoteles y alojamientos municipales y a otras se ha ofrecido indemnizaciones de unos 90 euros, pero muchos se quejan de que no basta para pagar un alquiler, m¨¢s teniendo en cuenta que quienes viven en la Ciudad Vieja son los m¨¢s pobres de la ya de por s¨ª depauperada capital oficiosa de los kurdos de Turqu¨ªa. ¡°?Nos han dejado en la calle! ?Ad¨®nde vamos a ir si no tenemos dinero? ?S¨®lo me queda suicidarme!¡±, se desga?ita la anciana Hatice Bayar, de 80 a?os: ¡°No s¨¦ de qu¨¦ bando es la culpa de este suplicio al que nos someten, pero al final los que pagamos somos el pueblo llano. ?Que Dios les confunda! ?Esto no son capaces de hacerlo ni los infieles!¡±.
El de Diyarbakir no es el ¨²nico caso. Desde hace mes y medio se prolonga el cerco militar a las localidades de Silopi ¨Cde la que, seg¨²n una fuente del Ayuntamiento, han huido ¡°miles de personas¡±, aunque han comenzado a regresar desde que la semana pasada se levantase parcialmente el toque de queda- y Cizre, cuyo casco urbano est¨¢ completamente rodeado por el Ej¨¦rcito, que bombardea con artiller¨ªa y tanques el centro de la ciudad, donde se han hecho fuertes los militantes del PKK.
De Cizre han huido m¨¢s de 100.000 personas de acuerdo al partido nacionalista kurdo HDP. ¡°La gente agarra los animales o lo que pueda y se va, porque, especialmente en el centro, se vive bajo condiciones de guerra¡±, explica por tel¨¦fono un empleado municipal que permanece en la ciudad.
Esta nueva ola de violencia y esta ¡°migraci¨®n forzosa¡± tendr¨¢ ¡°graves consecuencias¡±, avisa el director de Asociaci¨®n de Derechos Humanos de Diyarbakir, Raci Bilici. En las d¨¦cadas de 1980 y 1990, cuatro millones de kurdos fueron desplazados por la pol¨ªtica del Ej¨¦rcito turco de evacuar miles de pueblos y aldeas para luchar contra el levantamiento armado del PKK. Son precisamente los hijos de esos desplazados, crecidos en un clima de violencia, quienes hoy protagonizan la nueva insurrecci¨®n kurda.
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