El Inca Garcilaso, entre dos mundos
El escritor fue un hombre del Renacimiento con un valor a?adido al del resto de humanistas de su ¨¦poca: su ascendencia cuzque?a
Morir el 23 de abril de 1616 est¨¢ de moda. Y aunque se vincula a los fallecimientos de Cervantes y Shakespeare, el que realmente pereci¨® fue, en C¨®rdoba, el Inca Garcilaso de la Vega. El autor del Quijote fue enterrado esa fecha, por tanto, muri¨® el 22, como sostiene el acad¨¦mico de la lengua Francisco Rico en un art¨ªculo publicado cuando se cumpl¨ªan 399 a?os de la muerte de Cervantes.Y el calendario por el que se reg¨ªa el ingl¨¦s era el juliano, luego, las fechas no coinciden con el gregoriano actual.
D¨ªa antes o d¨ªa despu¨¦s, este a?o coincide la celebraci¨®n del cuarto centenario de las muertes de estos importantes hombres de letras. Mientras los brit¨¢nicos ya han empezado con las suyas y las de Cervantes andan en un terreno desconocido, en la Biblioteca Nacional de Espa?a (BNE) ya se ha inaugurado La biblioteca del Inca Garcilaso de la Vega, una exposici¨®n que muestra los libros que pose¨ªa esta figura que se podr¨ªa considerar escritor, historiador, fil¨®logo, traductor, etn¨®grafo... Se tiene la seguridad de los vol¨²menes que guardaba ya que, el d¨ªa despu¨¦s de su muerte, sus albaceas testamentarios levantan el listado de sus pertenencias entre las que aparecen 188 libros. Una gran cantidad para le ¨¦poca seg¨²n explican los comisarios de la muestra, Esperanza L¨®pez Parada, Marta Ortiz Canseco y Paul Firbas.
Sus libros casi funcionan como una prueba notarial de los datos que sobre ¨¦l se conocen. El Inca Garcilaso naci¨® en Cuzco en 1539, hijo de una princesa inca, Isabel Chimpu Ocllo, y del capit¨¢n Sebasti¨¢n Garcilaso de la Vega que, siguiendo la ley espa?ola, nunca se cas¨® con la madre de G¨®mez Su¨¢rez de Figueroa, nombre de bautismo del Inca Garcilaso. Aunque era hijo ileg¨ªtimo viv¨ªa en su casa y le dio una importante cantidad de dinero para que fuera a formarse a Espa?a. Parti¨® de su pa¨ªs con 20 a?os. Nunca volvi¨®, aunque en algunas cartas que se conservan manifiesta que le hubiera gustado hacerlo. En la memoria llevaba las tradiciones, las creencias incaicas, su orograf¨ªa y su lengua -¡°el quechua que mam¨® en la leche¡±, no es una manera ret¨®rica de hablar, es como los moriscos y conversos manten¨ªan la ley de sus ancestros, seg¨²n la Inquisici¨®n -. Unos conocimientos que le dan un valor que no ten¨ªan los eruditos del Siglo de Oro. La condici¨®n de mestizo -que llev¨® a gala-, de haber vivido entre dos mundos, ser¨¢ un elemento fundamental en sus libros, tanto en los que escribi¨® como en los que recopil¨®.
Cuando lleg¨® a Espa?a fue a la corte para reivindicar los servicios prestados por su padre en Am¨¦rica. Nunca se le otorgaron, alegaban que le hab¨ªa prestado un caballo al rebelde Gonzalo Pizarro en una batalla. Vivi¨® entre Montilla, un pueblo de C¨®rdoba, y en esta ciudad, donde perteneci¨® a los c¨ªrculos intelectuales y tuvo relaci¨®n con el poeta y dramaturgo Luis de G¨®ngora. Durante unos meses de 1570 combati¨® contra los moriscos en las Alpujarras, as¨ª consigui¨® los galones de capit¨¢n. En su biblioteca se conservan manuales del uso de la espada y de la cr¨ªa de caballos. En los Comentarios reales II recuerda el impacto que los disparos de arcabuz ten¨ªa sobre sus compatriotas, nada acostumbrados a estos sonidos: ¡°A todos tres juntos [sus dioses -el rayo, trueno y rel¨¢mpago-] llaman illapa.Y por la semejanza tan propia dieron este nombre al arcabuz¡±.
Sus libros casi funcionan como una prueba notarial de los datos que sobre ¨¦l se conocen
La mayor parte de su vida la dedic¨® a las letras. En 1590 publica la traducci¨®n del italiano de Los Di¨¢logos de Amor de Le¨®n Hebreo, ya lo firma como el Inca Garcilaso de la Vega. Esta obra es una prueba de la importancia que tendr¨¢ el idioma para ¨¦l. Ya en el siglo XVI ve en la lengua un arma de hermanamiento, un puente de uni¨®n entre Am¨¦rica y Espa?a. El Inca Garcilaso fue uno de los pioneros en construir los cimientos de ese lazo que es el espa?ol, y que hoy 470 millones de personas tienen como lengua materna, la segunda del mundo despu¨¦s del chino mandar¨ªn.
Despu¨¦s de esta primera obra, el Inca Garcilaso se embarca en una de sus m¨¢s importantes empresas literarias La Florida del Inca (1605), que narra la expedici¨®n a La Florida de Hernando de Soto, con una pega: no estuvo all¨ª. Aunque su voluntad es historicista y la materia prima del relato es real, acaba siendo una narraci¨®n que se podr¨ªa catalogar de novela de aventuras. En el siglo XVII la frontera entre historia y literatura estaba difusa y parte de lo que cuenta son tan solo recuerdos. Lo mismo ocurre en Los comentarios reales (1609), en los que embellece la historia, borrando lo m¨¢s b¨¢rbaro y d¨¢ndole un tono pac¨ªfico.
El Inca Garcilaso fue un hombre del Renacimiento, se interes¨® por todos los ¨¢mbitos: la bot¨¢nica, la literatura, la arquitectura... y adem¨¢s, ten¨ªa un componente m¨¢s que el resto de humanistas: su parte inca, que siempre difundi¨®.Se sabe que prest¨® un uncu (camisa tradicional inca) que conservaba a un amigo para una jornada festiva. ¡°Era indio, mestizo, blanco, quechuahablante, hispanohablante, italianohablante, cuzque?o, montillano, cordob¨¦s, espa?ol y europeo. Un hombre universal¡±, en palabras de Vargas Llosa.
Celebraciones para todos los p¨²blicos
Para conmemorar la figura del Inca Garcilaso en el IV centenario de su fallecimiento, se han organizado exposiciones, conferencias, reediciones de sus obras, pero hay una celebraci¨®n excepcional que tiene mucho en com¨²n con su personalidad, es decir, que afecta a los dos lados del Atl¨¢ntico: la Ruta BBVA -anteriormente conocida como Ruta Quetzal-. El pr¨®ximo verano, unos 200 j¨®venes de 23 pa¨ªses conocer¨¢n en profundidad la figura de este mestizo que presumi¨® de esta condici¨®n. Una de las paradas obligatorias ser¨¢ Montilla, el pueblo cordob¨¦s donde pas¨® gran parte de su tiempo en Espa?a.
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