¡®Refugees welcome¡¯, pero cada vez menos
El veto temporal a solicitantes de asilo en una sala de conciertos dispara la pol¨¦mica en Alemania
Es medianoche del mi¨¦rcoles, y el White Rabbit est¨¢ a rebosar. J¨®venes con sus cervezas y cigarrillos de liar escuchan encantados una versi¨®n algo discutible de ¡°Great Balls of Fire¡± de Jerry Lee Lewis. Carteles omnipresentes alertan contra cualquier tipo de racismo o discriminaci¨®n. ¡°Refugees welcome¡± (bienvenidos, refugiados), se puede leer. Nada distingue demasiado a este club de Friburgo respecto a tantos otros locales ligeramente alternativos y mayoritariamente de izquierdas de tantos otros sitios. Pese al ambiente alegre y a los distintos tonos de piel de su clientela, el White Rabbit se ha convertido en el ¨²ltimo ejemplo de los problemas de convivencia en Alemania con hombres j¨®venes ¨¢rabes o magreb¨ªes.
El feudo verde, en peligro
Friburgo fue hace 14 a?os la primera gran ciudad alemana en elegir un alcalde verde. Su Estado, Baden-W¨¹rttemberg, es el ¨²nico con un jefe de Gobierno del mismo partido. Pero el idilio con esta formaci¨®n antes contestataria y ahora instalada en el sistema puede estar a punto de terminar por culpa del ascenso del partido antiinmigraci¨®n Alternativa para Alemania (AfD).
Si las encuestas no fallan, la actual coalici¨®n de verdes y socialdem¨®cratas perder¨¢ la mayor¨ªa en las elecciones del pr¨®ximo 13 de marzo. Solo la entrada en el Gobierno de los liberales har¨ªa que este Estado, uno de los m¨¢s ricos de Alemania, mantuviera su liderazgo verde. De Los Verdes y de su l¨ªder en este Estado, Winfried Kretschmann, depende tambi¨¦n que el Gobierno de Angela Merkel saque adelante una de las medidas m¨¢s controvertidas de su ¨²ltima reforma de la ley de asilo: incluir a Marruecos, Argelia y T¨²nez en la lista de pa¨ªses seguros, lo que agilizar¨ªa la expulsi¨®n de sus ciudadanos.
La reforma requiere el s¨ª de Kretschmann en el Senado o el Bundesrat. Este pol¨ªtico, representante del ala conservadora del partido, se enfrenta a las voces internas que le piden que no traicione los ideales de esta formaci¨®n. Pero las encuestas le dicen que la mayor¨ªa de alemanes apoya la reforma. Y en un mes tiene unas elecciones que marcar¨¢n su futuro.
Todo empez¨® con un correo interno que los responsables del local encabezaban con el t¨ªtulo: ¡°Los refugiados son bienvenidos; los gilipollas no¡±. Pero la frase problem¨¢tica ven¨ªa unas l¨ªneas m¨¢s abajo. ¡°Hemos decidido no dejar pasar a nadie con permiso temporal [documento que reciben los solicitantes de asilo al iniciar el tr¨¢mite]. No ha sido un paso f¨¢cil, pero no vemos otra v¨ªa¡±, aseguraba. ?El motivo? Varias clientas hab¨ªan protestado por grupos de extranjeros que entraban en los ba?os y las acosaban. Tambi¨¦n se denunciaron robos, agresiones y un intento de violaci¨®n. El texto, que no estaba pensado para ser publicado, acab¨® en un diario local. Y de ah¨ª salt¨® a los medios nacionales. Daba igual que la norma solo estuviera en vigor unos d¨ªas, el barullo ya estaba armado.
¡°Nosotros solo quer¨ªamos buscar una soluci¨®n para que todo el mundo pudiera disfrutar aqu¨ª tranquilamente, pero las cosas se han ido de las manos. Hay mucha histeria en torno a este tema¡±, asegura uno de los responsables del local, que prefiere no dar su nombre.
Es posible que Alemania haya cambiado desde la pasada Nochevieja y que ahora, tras los ataques masivos sufridos por centenares de mujeres en Colonia, noticias que antes no habr¨ªan pasado de la p¨¢gina de sucesos de la prensa local adquieran relevancia en todo el pa¨ªs. A esta mayor sensibilidad con los delitos cometidos por inmigrantes ¡ªsobre todo si las v¨ªctimas son mujeres¡ª se une un creciente malestar. Friburgo no es un caso aislado.
Los ejemplos se acumulan. La piscina municipal de una peque?a localidad prohibi¨® durante unos d¨ªas la entrada a refugiados varones porque algunos hab¨ªan molestado a las usuarias. El Partido Socialdem¨®crata de Essen plane¨® manifestarse contra nuevos centros de asilo con el lema: ¡°Ya es suficiente¡±. La direcci¨®n del partido impidi¨® que esta iniciativa, demasiado parecida a la de los populistas de derechas, saliera adelante.
Friburgo, a pocos kil¨®metros de la doble frontera franco-suiza, tiene fama de abierta y tolerante. Esta ciudad de 220.000 habitantes acoge cerca de 4.000 solicitantes de asilo. ¡°Estamos haciendo muchos esfuerzos. Sobre todo para encontrar viviendas dispersas y evitar as¨ª la formaci¨®n de guetos. Pero salimos adelante. Lo estamos logrando¡±, dice optimista el teniente de alcalde, Ulrich von Kirchbach. Cuando se destap¨® el veto del White Rabbit, este pol¨ªtico de Los Verdes dijo que una medida as¨ª atentar¨ªa contra las leyes antidiscriminaci¨®n. A los pocos d¨ªas ten¨ªa en su buz¨®n medio centenar de cartas insultantes; y alguna llamada telef¨®nica en la que le preguntaban si querr¨ªa ver a sus hijas violadas.
Tras el esc¨¢ndalo, el Ayuntamiento convoc¨® una mesa redonda para analizar la situaci¨®n. ¡°Se ha extendido una sensaci¨®n de inseguridad. Pero los delitos sexuales no han aumentado con la llegada de refugiados. Y, seg¨²n la polic¨ªa del Estado, s¨ª ha subido la criminalidad, pero en una proporci¨®n menor al incremento de la poblaci¨®n¡±, explica en su despacho.
Son datos que se repiten en el resto del pa¨ªs. Seg¨²n un estudio de la Oficina Federal de Investigaci¨®n Criminal, los refugiados varones j¨®venes no delinquen m¨¢s que los alemanes de su sexo y edad. El ministro del Interior, Thomas de Maizi¨¨re, s¨ª ha hablado esta semana de una mayor proporci¨®n de delitos en algunos grupos ¡ªnorteafricanos o balc¨¢nicos, por ejemplo¡ª que entre los sirios, inferior a la media. Y, como resaca a los sucesos de Colonia, el Gobierno prepara un amplio estudio para analizar la relaci¨®n entre criminalidad e inmigraci¨®n.
Mientras Alemania discut¨ªa sobre ellos, los responsables del White Rabbit buscaron otra soluci¨®n. Decidieron crear un documento obligatorio para todos los que quieran entrar. Y se le retirara al que cause problemas. Los due?os se quejan de un protagonismo que nunca buscaron. Ellos, dicen, tan solo quer¨ªan ¡°iniciar un di¨¢logo con los refugiados e integrarlos en la vida nocturna de la ciudad¡±.
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