El drama de los ni?os deportados de Estados Unidos
Los m¨¢s peque?os sufren discriminaci¨®n en los pa¨ªses de origen de sus padres
Isabel tiene 14 a?os y su alma de ni?a ya conoce, en primera persona, el sufrimiento. Todos sus sue?os se truncaron cuando, en una operaci¨®n contra inmigrantes clandestinos, sus padres fueron apresados por las autoridades estadounidenses y deportados a Guatemala. Ocurri¨® en Atlanta, Georgia, en 2012. Isabel y su hermano Daniel, tres a?os menor, nacieron en Estados Unidos y, en consecuencia, son ciudadanos norteamericanos. Quedaron, moment¨¢neamente al cuidado de una familia amiga, pero la separaci¨®n resultaba muy dolorosa para los peque?os y decidieron viajar hacia la tierra de sus padres, para crecer en el seno del hogar.
Pero nada result¨® como los ni?os y sus padres so?aron. ¡°En Atlanta¡±, cuenta Amabilia, la madre de los peque?os, ¡°los dos ten¨ªamos trabajo. No ¨¦ramos ricos, pero pod¨ªamos comprar a los ni?os comida y ropa de calidad y hasta alg¨²n capricho¡±. A?ade que, cuando volvieron a Guatemala, ni ella ni Gerson, su pareja, encontraron un empleo, por lo que ¨¦l decidi¨® migrar nuevamente.
Amabilia sigue sin tener un empleo. Sobrevive vendiendo pan a domicilio y su ingreso promedio ronda los tres d¨®lares diarios
De nuevo en Atlanta, el padre de los peque?os decidi¨® casarse con una ciudadana norteamericana, en un intento de obtener la residencia. No funcion¨®. Y, sin divorciarse, busc¨® una nueva pareja, con quien ya ha procreado dos hijos, y solo muy espor¨¢dicamente se comunica con Isabel y Daniel. Jam¨¢s les manda un solo d¨®lar.
Amabilia sigue sin tener un empleo. Sobrevive vendiendo pan a domicilio y su ingreso promedio ronda los tres d¨®lares diarios. Gracias a la ayuda de algunas personas caritativas, pagan una vivienda muy humilde en las afueras de La Antigua Guatemala. Pese a que los dos menores son ciudadanos estadounidenses, no reciben ayuda de su pa¨ªs de nacimiento.
La experiencia escolar resulta todav¨ªa m¨¢s frustrante. Dado que su formaci¨®n inicial fue en ingl¨¦s, idioma que hablan con fluidez, su incorporaci¨®n a la ense?anza local fue traum¨¢tica, con el a?adido de que las profesoras se burlaban de ellas, subrayando su ¡®torpeza¡¯ fruto de la barrera idiom¨¢tica. Fue la excusa ideal para que los compa?eros iniciaran una brutal campa?a de acoso escolar en contra de los hermanos. ¡°Ustedes son gringos, vu¨¦lvanse a su pa¨ªs¡±. ¡°Aqu¨ª solo quitan oportunidad de educaci¨®n a ni?os guatemaltecos¡±, son frases m¨¢s frecuentes tienen que soportar, am¨¦n de agresiones f¨ªsicas.
Con la mirada perdida en la nostalgia, Isabel recuerda la diferencia de trato en su escuela de Atlanta. ¡°Mi maestra era muy amable. Mis compa?eros me trataban bien. Nunca hab¨ªa peleas, utilizaban un lenguaje correcto, sin palabrotas. Todos compart¨ªan con todos. Me gustaba estar all¨¢¡±, dice a EL PA?S, para subrayar el contraste con el trato recibido aqu¨ª por sus profesoras. ¡°Muchas son muy malas. A mi hermano y a m¨ª nos trataban muy mal porque no entend¨ªamos el castellano. Ese maltrato se convirti¨® en la excusa para que los otros ni?os nos insultaran¡±, cuenta mientras alguna l¨¢grima se asoma a sus ojos.
En esas condiciones, la madre y sus reto?os han decidido que la vuelta de los ni?os a Estados Unidos es el ¨²nico camino para que puedan hacer una vida sana. El rechazo y la pobreza hacen que ambos sufran s¨ªntomas de depresi¨®n, lo que tambi¨¦n empieza a reflejarse en su salud f¨ªsica. Pero no es tarea f¨¢cil. Los pasaportes de los ni?os est¨¢n vencidos. No los pueden renovar sin una partida de nacimiento que solo se puede reclamar en Atlanta, y una carta del padre cada vez m¨¢s ausente, am¨¦n de los gastos que implica este tr¨¢mite burocr¨¢tico y que desde su pobreza extrema, Amabilia no puede sufragar.
A lo anterior, Clara de Reyes, del Consejo Nacional de Atenci¨®n al Migrante de Guatemala, Conamigua, a?ade que los ni?os est¨¢n ya en calidad de ¡®inmigrantes ilegales¡¯ en el pa¨ªs, mientras que la ausencia del padre se convierte en un obst¨¢culo infranqueable para que los peque?os puedan pedir la doble nacionalidad [la ley obliga a que los dos padres est¨¦n presentes].
Un drama que, con matices m¨¢s o menos dram¨¢ticos, se repite en miles de hogares y que queda sumergido en la oscuridad de las fr¨ªas estad¨ªsticas. Seg¨²n los registros oficiales, a lo largo de 2015 desde Estados Unidos fueron deportados 31.443 guatemaltecos de los aproximadamente 1,8 millones que residen en aquel pa¨ªs. Un 60% de ellos migraron y laboran al margen de la ley y se habla de cifras aproximadas, porque es imposible cuantificar una actividad clandestina que mueve a decenas de personas cada d¨ªa por los m¨¢s de 1.000 puntos ciegos de la permeable frontera entre M¨¦xico y Guatemala. Al respecto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advierte que cada hora salen rumbo a estados Unidos dos ni?os guatemaltecos no acompa?ados por adultos. Un drama humano al que nadie parece ponerle la debida atenci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.