Casablanca electoral
En el Per¨² no se castiga la mentira sino su falta de oportunidad o de credibilidad
En el Per¨² uno nunca se aburre. En alg¨²n momento del siglo XX, la Historia se hizo aqu¨ª extra?amente l¨²dica. Y parece que le gust¨®.
Estamos en plena campa?a para las elecciones generales del 10 de abril pr¨®ximo, en las que se elegir¨¢ nuevo presidente y Congreso a la vez. Hay unos 20 candidatos a la presidencia, lo cual es un n¨²mero relativamente modesto en un pa¨ªs en el que m¨¢s peruanos de lo que se supone saludan al espejo por la ma?ana con un ¡°Buenos d¨ªas, se?or presidente¡±.
La experiencia indica que en el Per¨² no se castiga la mentira sino su falta de oportunidad o de credibilidad
Las campa?as son, casi siempre, una variaci¨®n del tema hobbesiano: cortas, sorpresivas, c¨®micas y brutales. Y esta, antes de llegar a la mitad, ya luce memorable. Dos expresidentes y una ex primera dama marchan a la lid en medio de la nube de primerizos y ya las primeras escaramuzas han producido contrastes sorprendentes.
El expresidente Alejandro Toledo suele llamarse a s¨ª mismo cada vez que puede, es decir, todo el tiempo, un ¡°accidente de la estad¨ªstica¡±, por la ruta inicial de su vida que lo llev¨® de la pobreza andina a Stanford. Temprano en esta campa?a la estad¨ªstica accident¨®, m¨¢s bien, a Toledo y lo lanz¨® del pelot¨®n expectante que sigue a la puntera, Keiko Fujimori, al grupo lejano de pitufos porcentuales que oscila entre el 4 o 3% y la nada estad¨ªstica. Un esc¨¢ndalo temprano, el caso Ecoteva, le fulmin¨® preferencias. La experiencia indica que en el Per¨² no se castiga la mentira sino su falta de oportunidad o de credibilidad.
Alan Garc¨ªa es todav¨ªa considerado por algunos como el mejor candidato que produjo Latinoam¨¦rica despu¨¦s de Velasco Ibarra. Puede que s¨ª, puede que no, pero en esta campa?a parece ¡ªcuando menos hasta ahora¡ª que la magia no funciona y la prestidigitaci¨®n tampoco. En el inicio de su despliegue estrat¨¦gico, Alan Garc¨ªa apost¨® por consolidar la imagen de estadista experimentado y forj¨® una alianza entre su supuestamente social dem¨®crata Partido Aprista y el presuntamente social cristiano Partido Popular Cristiano. La visi¨®n de los antes enconados rivales Alan Garc¨ªa y Lourdes Flores saludando agarrados de la mano, unidos en una sola lista, produjo variadas emociones entre partidarios y electores en general.
Entonces, en el ¨¢mbito de administraci¨®n de la magia, alguien meti¨® la pata. Como dice el periodista Fernando Yovera: ¡°Cada vez que Lourdes se ba?a en campa?a, las cosas se van al agua¡±. En efecto, en una campa?a anterior, la foto de Lourdes Flores ba?¨¢ndose en la piscina de un correligionario motiv¨® un clavado estad¨ªstico que la sac¨® de carrera. Ahora, a alguien se le ocurri¨® que Flores fuera a hacer campa?a entre los ba?istas de la popular playa Agua Dulce. Lourdes chapale¨® feliz entre los votantes y el agua salada propuls¨® el resbal¨®n que sufri¨® Garc¨ªa.
Publicaciones contundentes en los ¨²ltimos d¨ªas han revelado a Acu?a como un plagiario de polendas
Tres candidatos quedaron en la pugna por el segundo lugar. El veterano financista Pedro Pablo Kuczynski, a quien su reciente renuncia a la ciudadan¨ªa estadounidense parece haberle socavado la energ¨ªa; el fundador de universidades masivas de bajo costo C¨¦sar Acu?a; y el economista con afici¨®n al canto, Julio Guzm¨¢n.
Acu?a es un millonario self made, que ha logrado hasta ahora ¨¦xitos pol¨ªticos regionales y, pese a haber confesado que no lee, un doctorado de la Universidad Complutense de Madrid.
Pero publicaciones contundentes en los ¨²ltimos d¨ªas han revelado a Acu?a como un plagiario de polendas, notable incluso en un pa¨ªs en el que una cantidad sorprendente de pol¨ªticos, jueces y, claro, escritores son plagiarios habituales. Los plagios de Acu?a incluyen su tesis doctoral en la Complutense y lo que parece ser un virtual secuestro de la autor¨ªa de un libro sobre educaci¨®n escrito y publicado previamente por otra persona. Por primera vez en su vida p¨²blica, Acu?a se encuentra, sin haber le¨ªdo a Nietzsche, mirando al abismo mientras el abismo lo mira a ¨¦l.
En el primer puesto, Keiko Fujimori navega hasta ahora tranquila
Julio Guzm¨¢n es un economista, escasamente conocido hace pocas semanas, que hizo una inteligente campa?a por debajo del radar en las redes sociales y una callada labor organizativa durante varios meses, que lo hizo saltar en corto tiempo del pelot¨®n pitufo al 5% y de ah¨ª a un todav¨ªa precario segundo lugar.
Diligente, obviamente tenso, con una sonrisa que tiende a ocupar una excesiva superficie de la cara y que, parad¨®jicamente, parece m¨¢s aut¨¦ntica cuando imita a Jos¨¦ Jos¨¦, Guzm¨¢n ha hecho que su ¨¦xito parcial lo convierta de un momento al otro en el blanco de todos los ataques. Lo peor para ¨¦l fue que una oficina de la autoridad electoral dictamin¨® que, por menudas insuficiencias, su inscripci¨®n como candidato es inv¨¢lida. Guzm¨¢n ha apelado, pero reci¨¦n empieza a tener idea de c¨®mo es el juego en esta Casablanca electoral.
En el primer puesto, Keiko Fujimori navega hasta ahora tranquila. Como no es tonta, sabe que la calma es temporal y que apenas se disipe el remolino entre los otros le llegar¨¢n a ella los tornados.
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