Ciudad Ju¨¢rez quiere ocultar sus heridas a Francisco
El Pont¨ªfice dar¨¢ su ¨²ltima misa en M¨¦xico en una ciudad lastimada por la violencia
Miguel Garc¨ªa, 67 a?os, recorre la valla del lugar donde Francisco dar¨¢ este mi¨¦rcoles su ¨²ltima misa en M¨¦xico. Con una mano sostiene un bast¨®n de madera tallada. Con la otra, una c¨¢mara de video que lleva muy pegada al rostro. ¡°Ciudad Ju¨¢rez estar¨¢ en la historia del mundo¡±, susurra a la m¨¢quina antes de cortar la toma. Este historiador de la localidad fronteriza de Chihuahua, al norte del pa¨ªs, ha visto durante 33 d¨ªas c¨®mo se levant¨® del polvo del desierto el escenario donde el Papa romper¨¢ ante m¨¢s de 220.000 personas por ¨²ltima vez una hostia antes de volver a Roma.
Garc¨ªa, hombre de fe, infla los pulmones y deja sacar su mejor voz de acad¨¦mico. Explica que Ciudad Ju¨¢rez, antes conocida como Paso del Norte, fue fundada en 1659. En ese entonces, un grupo de franciscanos lleg¨® del norte, hoy Texas, con la misi¨®n de evangelizar y pacificar las tribus de origen apache. El hombre que los inici¨® al cristianismo fue Fray Garc¨ªa de San Francisco. Casi 360 a?os despu¨¦s, un Pont¨ªfice ¡ªtambi¨¦n llamado Francisco¡ª pisa por primera vez esta tierra. Garc¨ªa no cree en las coincidencias. ¡°Este hombre viene a cerrar un ciclo y abrir otro¡±.
Ju¨¢rez, rebautizada as¨ª en 1888 en honor del presidente liberal Benito Ju¨¢rez, que se refugi¨® aqu¨ª de los franceses, vive un furor por la visita de Francisco. Juan Pablo II visit¨® el Estado en 1990, pero solo estuvo en Chihuahua, la capital. La ciudad fronteriza, de 1,3 millones de habitantes, detendr¨¢ su vida por nueve horas, de diez de la ma?ana a siete de la tarde. 317.000 ni?os y j¨®venes no ir¨¢n a la escuela. A los bur¨®cratas tienen el d¨ªa libre.
La visita, sin embargo, tambi¨¦n ha provocado una discusi¨®n sobre la violenta historia de Ciudad Ju¨¢rez. Grupos de mujeres han salido a las calles principales que recorrer¨¢ Francisco a pintar en los postes cruces negras en fondos rosas. Es un recuerdo de la ola de asesinatos de mujeres que comenz¨® en 1993 y que en siete a?os cobr¨® m¨¢s de 300 v¨ªctimas del mismo perfil: j¨®venes menores de 20 a?os con huellas de violaci¨®n. Sus cuerpos aparec¨ªan en los arenales. El mundo las conoci¨® como Las muertas de Ju¨¢rez.
Horas antes de la llegada del Papa, las cruces en memoria de las desaparecidas trataban de ser cubiertas por empleados del Gobierno. La obsesi¨®n por ocultar las cicatrices que han marcado a una sociedad ha molestado a las v¨ªctimas y a sus familiares.
¡°Muchas cosas se est¨¢n escondiendo. La comunidad est¨¢ enfocada en el recibimiento de Francisco, pero el sol no se puede tapar con un dedo¡±, dice Silvia Banda. Su hija, Fabiola Yaneth Valenzuela, tendr¨ªa 23 a?os. Silvia habla de ella en pasado porque no la ha visto desde el 23 de agosto de 2010, cuando ten¨ªa 18 a?os. Se fue a vivir con su novio, hasta que un d¨ªa dej¨® de verla. ¡°Ella, para las autoridades, ha sido localizada. Hace tres a?os me notificaron¡±, afirma. Pero el tiempo le ha dejado dudas solamente. ¡°Yo no identifiqu¨¦ ning¨²n cuerpo, no me dejaron abrir el ata¨²d. No s¨¦ si lo que yo sepult¨¦ es mi hija¡±. Su caso, como muchos otros, est¨¢ lleno de irregularidades. No hay nadie en prisi¨®n que pague por el asesinato de Fabiola Yaneth. No hay pintura que pueda cubrir la impunidad.
La ciudad est¨¢ tapizada de mensajes de bienvenida a Francisco. En muchos de ellos se repite una y otra vez una palabra: paz. Es la herencia que muchos juarenses pretenden recibir del Papa. Chihuahua es uno de los lugares m¨¢s violentos de M¨¦xico. No solo fue conocido como el lugar de los feminicidios, tambi¨¦n fue un escenario de disputa para los c¨¢rteles del narcotr¨¢fico. En 2006, antes de que Felipe Calder¨®n iniciara su presidencia, el Estado registr¨® 539 homicidios. Con la ofensiva del Gobierno del PAN, los homicidios aumentaron a 2.030 un par de a?os despu¨¦s y llegaron a 3.903 en 2010. Ju¨¢rez puso la mayor parte de los muertos. En 2015, fue el tercer Estado con m¨¢s homicidios (1.151), por detr¨¢s de Guerrero y el Estado de M¨¦xico.
Miguel Garc¨ªa, el historiador, es optimista. ¡°Hemos batallado mucho, sufrido mucho¡±, reflexiona. Vuelve la mirada al escenario donde el Papa ofrecer¨¢ su masiva misa esta tarde.
-¡°?Ve usted esas tres gigantescas piedras que forman el altar? Las trajeron de Samalayuca, una zona des¨¦rtica. Simbolizan la dureza de los que habitamos aqu¨ª. Somos vencedores del desierto¡±.
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