En la pol¨ªtica, incluso los creyentes necesitan ser ateos
El momento de Brasil, que culmin¨® en las manifestaciones del 13 de marzo, muestra los riesgos de sumarse por la fe: debemos resistir mediante la raz¨®n
No se construye un proyecto pol¨ªtico con creyentes. Pero la angustia, en el Brasil de hoy, se da tambi¨¦n por la voluntad de creer que algo es verdadero en una vida cotidiana marcada por las falsificaciones. El peligro es que, cuando el guion de los d¨ªas parece haber sido escrito por publicistas, no cabe raz¨®n en ese creer. Se exige fe. Cuando la pol¨ªtica demanda sumarse por la fe, debemos tener mucho cuidado. Los partidos que est¨¢n ah¨ª, tirando hacia uno u otro credo, pueden pensar que les favorece tener una poblaci¨®n de creyentes que legitime sus proyectos de poder. Pero la adoraci¨®n, r¨¢pidamente, puede desplazarse hacia otro lugar, un hecho del que algunos ya deben de haber comenzado a darse cuenta despu¨¦s de las manifestaciones del domingo 13 de marzo. O peor a¨²n, a un ¨ªdolo de barro cualquiera. Rebajar la pol¨ªtica nunca es una buena idea para el futuro. Quien piensa que controla a los creyentes, con sus espirales de amor y de odio, no ha aprendido con la historia ni entiende lo demasiado humano de las masas que gritan.
Hay un enorme descreimiento en los pol¨ªticos y en los partidos tradicionales, este ya un lugar com¨²n. Pero es importante darse cuenta de que aeste descreimiento se contrapone ya no la raz¨®n, sino una voluntad feroz de creencia. Cuando los d¨ªas, las voces y las im¨¢genes suenan falsos, y a eso se suma tambi¨¦n un cotidiano corro¨ªdo, hay que agarrarse a algo. Cuando se elige a un culpable, uno que simboliza todo el mal, tambi¨¦n se elige a un salvador, uno que simboliza todo el bien. La adhesi¨®n por la fe, ya se manifieste por el odio o por el amor, elimina la complejidad y los matices, reduce todo a una lucha del bien contra el mal. Y eso, que parece ser lo que Brasil vive hoy en d¨ªa, puede ser peligroso. No solo hacia una dictadura, como temen algunos, sino para que se instale una democracia de fachada, como la que ya vivimos en ciertos aspectos.
Una democracia demanda ciudadanos aut¨®nomos, adultos emancipados, capaces de asumir la responsabilidad de sus elecciones y de moverse por la raz¨®n. Lo que se ve hoy en d¨ªa es un deseo de destrucci¨®n, que se esparce por la sociedad y se?ala incluso peque?os actos de la vida cotidiana. El linchamiento, que marca la historia del pa¨ªs y la atraviesa, es un acto de fe. No pasa por la ley ni por la raz¨®n. Al contrario, las elimina, al sustituirlas por el odio. Es el odio el que justifica la destrucci¨®n de aquel que en un determinado momento encarna el mal. Esto se est¨¢ ejerciendo en el Brasil actual no apenas en la guerra de las redes sociales, sino de formas mucho m¨¢s sofisticadas. Esto ha sido estimulado. Quien cree que controla a los que se toman la justicia por su mano no sabe nada.
Tal vez lo m¨¢s importante, en este momento tan delicado, sea resistir. Resistir a sumarse por la fe a lo que pertenece al mundo de la pol¨ªtica. Hincarse en la raz¨®n, en el pensamiento, en el conocimiento que se revela por el ejercicio persistente de la duda. Es m¨¢s dif¨ªcil, es m¨¢s lento, es menos seguro y sin garant¨ªas. Pero es lo que puede permitir la construcci¨®n de un proyecto para Brasil que no sea el de la destrucci¨®n. Quienes sufren primero y sufren m¨¢s con la disoluci¨®n en marcha son los m¨¢s pobres y los m¨¢s fr¨¢giles. Es necesario resistir tambi¨¦n como un imperativo ¨¦tico.
En la pol¨ªtica, incluso los creyentes tienen que ser ateos.
Pero nunca, desde la redemocratizaci¨®n, al menos, fue tan dif¨ªcil vencer esta paradoja: al enorme descreimiento se contrapone una enorme voluntad de creencia. Un deseo desesperado de fe. Y esto vale para todos los lados.
***
Ser¨ªa bueno si pudi¨¦semos creer que los cientos de miles que salieron a las calles este domingo quieren el fin de la corrupci¨®n en Brasil. La belleza de un pa¨ªs unido contra aquello que lo arrastra hacia el desag¨¹e es una imagen fuerte, poderosa. Pero la masa verde-amarilla, vista de cerca, se delata a s¨ª misma. Quien quiere el fin de la corrupci¨®n en Brasil no levanta mu?ecos de Lula (PT) y de Dilma (PT) y se olvida de todos los dem¨¢s que no pertenecen al partido que quiere arrancar del Gobierno. Quien quiere el fin de la corrupci¨®n en Brasil jam¨¢s habr¨ªa negociado con Eduardo Cunha (PMDB), como hicieron los l¨ªderes que organizaron las manifestaciones hace poco tiempo. Ni viste la camiseta de la Confederaci¨®n Brasile?a de F¨²tbol (CBF), m¨¢s corrupta imposible. Ni se saca selfis con una polic¨ªa que viola sistem¨¢ticamente la ley.
La corrupci¨®n es una bandera conveniente para quien nada quiere cambiar, pero tiene que fingir que quiere. Siempre cabe, porque, al mismo tiempo que es un consenso ¡ªo alguien va a declararse a favor de la corrupci¨®n?¡ª, es difusa. Se elige a los corruptos a destruir, que se convierten en mu?ecos, en caras a eliminar. Y nada se cambia de la estructura que provoca las desigualdades y permite la corrupci¨®n de fondo. Es interesante darse cuenta, al no sumarse por la fe, de que los blancos en las calles son los pol¨ªticos. En su mayor¨ªa Lula y Dilma, contra quienes hasta ahora nada se ha probado. Hay indicios, hay delaciones, hay investigaciones en marcha. Pero nada se ha probado. ?Y qu¨¦ importan los hechos cuando lo que vale es la propaganda? ?Qu¨¦ importa la verdad cuando la demanda es de creencia?
La cara del Mercado, el otro rostro de la operaci¨®n Lava Jato, no estaba en las calles como acusada, a pesar de que los exponentes del empresariado nacional est¨¢n en la c¨¢rcel
La cara de los corruptos en las calles, aquellos que simbolizan la corrupci¨®n que se dice combatir, es la cara de los gobernantes, un expresidentey su sucesora. Es un ¨²nico partido, cuando hay varios otros implicados. Los blancos en las calles son aquellos identificados con el Estado. No hay mu?ecos de exponentes del empresariado nacional, algunos de ellos ya detenidos, juzgados y condenados. Las entidades de clase empresariales que convocaron a sus miembros a sumarse a las protestas de este domingo no clamaron contra sus pares en la c¨¢rcel. La cara del Mercado, el otro rostro de esta historia, no est¨¢ en las calles como acusada, a pesar de que tambi¨¦n es protagonista de la trama que la operaci¨®n Lava Jato est¨¢ desvelando.
?Y por qu¨¦ no est¨¢? Para entender la condici¨®n por completo, tan importante como ver qui¨¦n est¨¢ es notar qui¨¦n no est¨¢.
No hay c¨®mo afirmar lo que cada uno que sali¨® a las calles desea, cu¨¢l fue la insatisfacci¨®n que lo llev¨® hasta all¨ª. Son muchas las pasiones, y el espacio p¨²blico pertenece a todas ellas. Pero es importante observar que el senador A¨¦cio Neves y el gobernador Geraldo Alckmin, dos de los presidenciables del PSDB, entraron en la Avenida Paulista alegremente y salieron hostilizados, lo que tal vez les ense?e algo. Quien recibi¨® una ovaci¨®n a los gritos de ¡°?Mito! ?Mito! ?Mito!¡±, al participar en la manifestaci¨®n en Brasilia, fue el diputado federal Jair Bolsonaro (PSC), exponente nacional de la derecha caricaturesca, que odia a los gais y adora las armas. Y, por encima de todos, como un icono positivo y salvador de la Patria, la figura omnipresente del juez Sergio Moro, en carteles y camisetas. La m¨¢s notoria de ellas, en ingl¨¦s: ¡°In Moro We Trust¡± (en Moro confiamos). Parodia del lema de los Estados Unidos, estampado en los billetes de d¨®lar: ¡°In God We Trust¡± (en Dios confiamos).
Es importante escuchar el discurso de los l¨ªderes de los movimientos que organizaron las protestas, as¨ª como percibir con qu¨¦ partidos se al¨ªan en sus aspiraciones pol¨ªticas. La parte final del art¨ªculo escrito por el coordinador del MBL (Movimiento Brasil Libre) y columnista de Folha de S.Paulo,Kim Kataguiri, es particularmente reveladora, al hacer una analog¨ªa entre el momento actual y la serie de televisi¨®n Power Rangers, para convocar a los brasile?os a comparecer a la manifestaci¨®n: ¡°Con seis a?os, yo luchaba contra monstruos que eran derrotados y volv¨ªan gigantes. Lula, despu¨¦s de haber sido derrotado en el Mensal?o, volvi¨® todav¨ªa m¨¢s grande en el Petrol?o. Los Rangers se un¨ªan y fusionaban sus veh¨ªculos para componer el robot gigante. Necesitamos a algunos cientos de miles de brasile?os para montar el nuestro¡±. Debe de creer que consigui¨® ¡°montar¡± su ¡°robot gigante¡± en las protestas del domingo.
Al escuchar a los l¨ªderes de las protestas pro destituci¨®n de la presidenta con atenci¨®n es f¨¢cil darse cuenta de que lo nuevo es viejo. Tan viejo como la rastrera lucha del bien contra el mal.
Ser¨ªa bueno creer que la masa verde-amarilla en las calles quiera de hecho el fin de la corrupci¨®n en Brasil. Por la raz¨®n, no es posible creerlo. Por la creencia, s¨ª.
Ser¨ªa bueno si pudi¨¦semos creer que la oposici¨®n al Gobierno y al PT tenga un proyecto de pa¨ªs que no sea tan solo un proyecto de ocupaci¨®n y reparto del poder. O de mantenimiento del poder, en el caso del PMDB, partido que hoy est¨¢ al mando de seis ministerios y de la vicepresidencia de la Rep¨²blica. Se necesita mucha fe para creer en eso despu¨¦s de la cena del 9 de marzo entre l¨ªderes del PSDB y del PMDB, en Brasilia. Entre ellos, A¨¦cio Neves y Jos¨¦ Serra, dos de los presidenciables del PSDB, reunidos con, entre otros, Renan Calheiros, del PMDB, presidente del Senado y blanco de seis contenciosos en la operaci¨®n Lava Jato. La semana pasada se pidi¨® al Supremo Tribunal Federal la apertura de un s¨¦ptimo contencioso.
El PSDB y el PMDB se parecen a buitres que, al creer que est¨¢n comiendo carro?a, no se dan cuenta de que junto con ella est¨¢n devorando sus propias garras
Los presidenciables del PSDB negociando con Renan Calheiros, aquel que horas antes le hab¨ªa entregado a Lula un ejemplar de la Constituci¨®n, haciendo la prueba de hasta qu¨¦ punto se puede manipular las im¨¢genes, profundizar en el escarnio y burlarse de la ley. El PMDB y el PSDB juntos, debatiendo sobre el reparto del poder despu¨¦s de la ca¨ªda de Dilma Rousseff y del PT. O sobre c¨®mo repartirse los despojos de aquellos cuya muerte ya han decretado. Comi¨¦ndose al Gobierno y al PT y d¨¢ndose las manos durante el postre, seguros de que el futuro es suyo, como ya fue el pasado. Solo con mucha fe se puede creer que esta imagen de bot¨ªn ser¨ªa lo mejor para el pa¨ªs. O que representar¨ªa el fin de la corrupci¨®n. El s¨¢bado, tres d¨ªas despu¨¦s de esta cena y en la v¨ªspera de las manifestaciones, el PMDB decidi¨® darle un "aviso previo" a la presidenta Dilma Rousseff y al PT, al anunciar que puede desembarcar del Gobierno para no salir del poder.
Ser¨ªa fundamental una oposici¨®n fuerte y responsable al Gobierno. Siempre lo es para que una democracia funcione. Pero entre los grandes partidos no se ha escuchado una ¨²nica voz capaz de superar sus pasiones personales y liderar con raz¨®n y responsabilidad. Lo que se vio fueron comerciantes deshonestos, carniceros. Buitres que, al creer que est¨¢n comiendo carro?a, no se dan cuenta de que junto con ella devoran sus propias garras.
En la ¡°conducci¨®n coercitiva¡± de Lula, el juez Sergio Moro promovi¨® el linchamiento simb¨®lico, estimul¨® el deseo de venganza que atraviesa la sociedad brasile?a, y no la ley
Ser¨ªa bueno que pudi¨¦semos creer que el juez Sergio Moro tuvo de hecho la convicci¨®n de que la ¡°conducci¨®n coercitiva¡± de Lula no solo cumpl¨ªa con los requisitos de la ley, sino que evitar¨ªa enfrentamientos, como afirm¨® en una nota p¨²blica. Y, m¨¢s a¨²n, que ¡°se tomaron cuidados para preservar, durante la diligencia, la imagen del expresidente¡±. ?Qu¨¦ tipo de candidez necesitar¨ªan Moro y tambi¨¦n los fiscales federales para no imaginar que, para Brasil, lo que se convertir¨ªa en verdad es que Lula fue detenido ante las c¨¢maras? ?Y que eso, por s¨ª solo, ya juzgar¨ªa y condenar¨ªa al expresidente sin juicio ni condena? ?Qu¨¦ tipo de inocencia necesitar¨ªan Moro y sus pares para no darse cuenta de que la ¡°conducci¨®n coercitiva¡±, unt¨¦rmino que no forma parte del vocabulario de la poblaci¨®n ni es f¨¢cil de entender, ser¨ªa sin¨®nimo de prisi¨®n? ?Y que el espect¨¢culo, con un fuerte aparato policial, como si Lula fuese el propio Al Capone, ser¨ªa decodificado como la prisi¨®n de Lula? Espect¨¢culo, es importante subrayarlo, al cual se invit¨® a una parte de la prensa, para garantizar la producci¨®n y la difusi¨®n de la imagen del fuerte poder simb¨®lico.
Es necesario que estos hombres de la ley (??) sean ingenuos, lo que tampoco es una buena caracter¨ªstica para la profesi¨®n. O, lo que es m¨¢s f¨¢cil movilizar, como se ha visto: es necesaria la fe. Nuestra fe.
Lo que pas¨® aquel viernes, 4 de marzo, en el que Lula fue sacado de casa por polic¨ªas federales y llevado al Aeropuerto de Congonhas, fue grave. Muy grave. El juez y los fiscales deber¨ªan ser los primeros en querer evitar de todos modos esa simbolog¨ªa. La imagen de Lula detenido, para Brasil entero, no muestra que la ley vale incluso para iconos populares y expresidentes. Sino que la ley tampoco vale para iconos populares y expresidentes. Que el abuso y la violaci¨®n de los derechos, cuya mayor representaci¨®n son los miles de presos sin juicio tirados en c¨¢rceles medievales, as¨ª como los negros humillados por las polic¨ªas en los suburbios, son la regla para todos, o casi todos.
Lo que el juez y los fiscales estimularon en esta escena fueron las ganas de linchamiento. Porque llevar a alguien a declarar de esa manera, producir este tipo de imagen, tambi¨¦n es un tipo de linchamiento. Y fueron aplaudidos por una parte de la poblaci¨®n por eso, porque atendieron a la sa?a, legitimaron las ganas de venganza al darles ropajes de ley. Cuando el rito de la ley se sustituye por la venganza, y esta sustituci¨®n es permitida por quien es un agente de la ley, es muy grave. Es exactamente en per¨ªodos tan delicados de la historia cuando la ley tiene que interpretarse de forma m¨¢s conservadora. Y sus agentes deben tener la grandeza de dejar de lado sus vanidades personales y reprimir las pasiones que tambi¨¦n habitan en ellos.
Sergio Moro y los fiscales, as¨ª como los polic¨ªas federales, no son h¨¦roes ni vengadores. Son funcionarios. Y tienen que comportarse como tales si quieren estar a la altura de sus cargos. De ellos solo se espera que hagan bien ¡ªy discretamente¡ª su trabajo.
Los fiscales de S?o Paulo fueron utilizados como cebos y sacrificados. Y c¨®mo sangraron
?Y qu¨¦ decir de los fiscales del Ministerio P¨²blico de S?o Paulo, que pidieron la prisi¨®n de Lula a tres d¨ªas de la manifestaci¨®n del domingo? Ysin ninguna justificaci¨®n razonable, adem¨¢s de las confusiones ¡°filos¨®ficas¡±, que se convirtieron en bromas en las redes sociales, cuando, entre otras tonter¨ªas, confundieron a Hegel con Engels. Importa poner de relieve que la portada, con foto, qued¨® garantizada: ¡°La Fiscal¨ªa de S?o Paulo pide la prisi¨®n de Lula¡±. Y la portada es m¨¢s fuerte que los editoriales y las piezas internas. ?Cu¨¢l es la verdad que se fabrica all¨ª, y que se ha repetido en cada esquina del pa¨ªs? Lula es culpable.
Pero, hasta ser juzgado y condenado, Lula no es culpable. O la ley no vale. Y, atenci¨®n: si la ley no vale para Lula, tampoco vale para usted o para m¨ª.
Es importante darse cuenta tambi¨¦n de que los fiscales de S?o Paulo, llamados p¨²blicamente por algunos ¡°los tres chiflados¡±, obtuvieron unanimidad en un momento en el que la unanimidad parec¨ªa imposible. La solicitud de detenci¨®n de Lula fue condenada por todas las partes. Pero, por la raz¨®n, vale la pena dudar un poco de esa unanimidad. El da?o de una solicitud de detenci¨®n en las portadas ya estaba hecho, ya se hab¨ªa cumplido el servicio. Tal vez sea solo una cosa de ¡°espabilados¡±, lo de condenar a los agentes menos importantes. No solo para dar la apariencia de imparcialidad, sino, sobre todo, para salvar la imagen de los que realmente importan, que son los agentes de la operaci¨®n Lava Jato. Este puede ser uno de aquellos casos en que los que se consideraban espabilados, al aprovechar el momento nacional en busca de la gloria, se encontraron con espabilados a¨²n m¨¢s espabilados. De inmediato ¡°los tres chiflados¡± se convirtieron en cebos y fueron sacrificados en las redes sociales. Y c¨®mo sangraron.
Cuando la justicia invade el espacio de la pol¨ªtica ¡ªy la pol¨ªtica demanda sumarse por la creencia, en vez de por la raz¨®n¡ª, el riesgo es grande. De lo que aquellos que demandan fe no se dan cuenta es de que el riesgo es grande para todos.
Ser¨ªa bueno creer que Lula, que personific¨® el principal proyecto de izquierdas de la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs, que de hecho encarn¨® un cambio hist¨®rico en Brasil, al ser el primer obrero que lleg¨® a ser presidente, es apenas un perseguido. Ser¨ªa todo m¨¢s f¨¢cil, si as¨ª fuese. Pero solo con la fe. Por la raz¨®n no se puede.
Acosado, Lula hizo lo que mejor sabe hacer, aquello que lo ha convertido en uno de los presidentes m¨¢s populares de la historia. Lula fue Lula, el Lula que habla el lenguaje del pueblo porque entiende al pueblo como pocos. Y, por un momento, la mayor¨ªa de los que un d¨ªa creyeron, porque hab¨ªa en qu¨¦ creer, fueron tentados, fuertemente tentados, a volver a creer. Porque es m¨¢s f¨¢cil creer. Pero la extra?eza, la extra?eza que viene por el pensamiento, fue inmiscuy¨¦ndose. Incluso cuando se la empuja hacia abajo, insiste en salir a la superficie. Y, poco a poco, se va quedando claro: Lula estaba interpretando a Lula.
Hoy en d¨ªa, Lula es simb¨®licamente linchado tambi¨¦n por parte de aquellos cuya vida su Gobierno cambi¨® radicalmente para mejor
O, mejor dicho: el Lula actual estaba interpretando al Lula de antes. Porque el Lula de antes ya no existe, ni podr¨ªa, ya que las experiencias vividas cambian a cualquier persona. Y Lula, m¨¢s que la mayor¨ªa, circul¨® por muchos mundos nuevos desde que se convirti¨® en presidente, e incluso antes. As¨ª, el discurso se convirti¨® en una farsa. No en fraude, sino en farsa. E incluso lo que hab¨ªa de verdad, porque obviamente a¨²n existe Lula en Lula, se revel¨® como un falseamiento al verlo a trav¨¦s de los lentes de la raz¨®n, del pensamiento que alcanza el conocimiento por la v¨ªa de la duda.
Es un hecho que el Gobierno de Lula incluy¨® a decenas de millones de brasile?os y mejor¨® la vida de todos. Es un hecho que la miseria y el hambre disminuyeron significativamente en su Gobierno. Es un hecho que Brasil cambi¨® ¡ªy cambi¨® para mejor¡ª con Lula. Y esto no es poco, pero no es lo mismo. Esto es enorme.
El ¡°nunca antes en este pa¨ªs¡±, utilizado por ¨¦l y satirizado por sus adversarios, es un hecho en varios sectores. Pero no es por eso que lo est¨¢n investigando. Sino por lo que tambi¨¦n puede haber hecho. Por lo que hay indicios de que haya hecho. As¨ª como otros miembros del PT ya han sido juzgados, condenados y encarcelados por lo que hicieron. Esto no es persecuci¨®n, esto es justicia. Buscar confundir, deliberadamente, una cosa con la otra demanda de fe. Y mala fe.
Para creer en el discurso de Lula es necesario creer como un creyente. Y no viene de hoy la exhortaci¨®n de Lula a sus votantes a ese tipo de creencia. Lula, como presidente, cultiv¨® una m¨ªstica, la m¨ªstica del padre. Y, as¨ª, redujo a los votantes a hijos, en vez de ciudadanos. En vez de estimular la emancipaci¨®n y la autonom¨ªa, demand¨® obediencia. En vez de mostrar que las pol¨ªticas p¨²blicas son derechos, las present¨® como bondades. Hijos que adoran no permiten fracturas en la imagen del padre. La pasi¨®n, que es un tipo de fe, bajo ciertas condiciones se convierte en odio. Lula se arriesg¨®cuando se permiti¨® ser adorado, y gozar con eso. As¨ª como no se controla a los que se toman la justicia por su mano, tampoco se controla a los adoradores.
Lula es linchado simb¨®licamente por muchos que lo veneraban, incluso por parte de aquellos que vieron sus vidas mejorar dr¨¢sticamente durante su gobierno. Para estos, ¨¦l era un objeto antes, sigue siendo un objeto ahora. Lo ¨²nico es que antes mov¨ªa pasi¨®n, y ahora odio.
Lula, que entendi¨® a Brasil y a los brasile?os como pocos, en cualquier ¨¦poca, se perdi¨® un cap¨ªtulo. Y no cualquier cap¨ªtulo, sino uno fundamental: Lula aun no ha entendido las manifestaciones de junio de 2013.
Al lanzar a Dilma Rousseff como su sucesora, Lula ya hab¨ªa sido tomado por un delirio de omnipotencia, ya era ¨¦l mismo un creyente de s¨ª mismo. Y pocas cosas son m¨¢s peligrosas para una persona p¨²blica que eso. Al partido solo le cab¨ªa obedecer. Lula eligi¨® a Dilma y la reeligi¨®, pero a qu¨¦ precio. Tambi¨¦n intent¨® lanzarla como la ¡°madre de los pobres¡± y la ¡°madre del PAC¡±. Pero Dilma jam¨¢s tuvo esa vocaci¨®n. Entre todas las mentiras presentadas como verdades en esta realidad en la que un Eduardo Cunha es el presidente de la C¨¢mara de los Diputados y un Renan Calheiros es el presidente del Senado y un Michel Temer es el vicepresidente del pa¨ªs, talvez sea Dilma precisamente la que aporte un poco de honestidad personal al enredo. Es ella, la tan claramente torpe, la tan claramente incompetente, la tan claramente irascible, la que acaba, sin querer, revel¨¢ndose en actos fallidos sin fin. Como en el m¨¢s reciente, en el que neg¨® que estuviese considerando la posibilidad de una renuncia, diciendo: ¡°Renuncio a....¡±
***
Cuando el escenario se desmorona y la vida se corroe en lo cotidiano, el deseo de creer aumenta.Cuanto mayor el falseamiento y m¨¢s fr¨¢giles las verdades,mayor es el deseo de creer. Entre las creencias en las que tal vez una parte de la izquierda tenga la tentaci¨®n de embarcar est¨¢ la de que este es un momento de estar de un lado o del otro lado. Hab¨ªa al menos una situaci¨®n que en la dictadura era m¨¢s f¨¢cil, la de que o se estaba en contra o a favor de ella. Era muy f¨¢cil saber qui¨¦nes eran los enemigos, y los que no eran enemigos eran amigos. La democracia complica las cosas, al aumentar los matices. A pesar de ser mucho m¨¢s dif¨ªcil, es mucho mejor que las cosas se vean como de hecho son: complejas. Las nostalgias del blanco y negro pueden ser peligrosas, a¨²n m¨¢s en un cerebro con ganas de creer.
Rechazar la polarizaci¨®n, no estar de un lado ni del otro, no es no querer mojarse: por el contrario, es una posici¨®n
Puedo estar equivocada, equivocarse es un riesgo de quien que se atreve a pensar. Pero rechazo ¡ªy la rechazo por el pensamiento¡ª la polarizaci¨®n. Hay muchos, entre quienes me incluyo, que no est¨¢n ni aqu¨ª ni all¨ª. Y, al contrario de lo que dicen unos y otros, no es que no nos mojemos. Hay una posici¨®n y hay un posicionamiento fuerte m¨¢s all¨¢ de la polarizaci¨®n. Ya he afirmado, m¨¢s de una vez en este espacio, que, en mi opini¨®n, la alegada polarizaci¨®n es una falsificaci¨®n m¨¢s entre tantas en este momento turbulento del pa¨ªs. El problema de Lula y del PT es mucho m¨¢s quienes no est¨¢n en las calles en contra de ellos, pero tampoco estar¨ªan para defenderlos. Este rechazar un lado y el otro es activo, es posici¨®n.
Repudio lo que Sergio Moro y sus pares le hicieron a Lula no porque ¨¦l sea un expresidente, sino porque siempre he denunciado el abuso por parte de polic¨ªas y otros agentes de la ley como pr¨¢ctica de su trabajo con las poblaciones m¨¢s pobres y desamparadas de los suburbios, el campo y la selva. E incluyo en esta denuncia todas las detenciones ilegales realizadas durante las protestas de 2013 por la tarifa cero, en las de 2014 contra las remociones promovidas en nombre de la Copa del Mundo y en 2015 en contra de la ¡°reorganizaci¨®n escolar¡± hecha por Geraldo Alckmin. Reconozco lo que los gobiernos Lula-Dilma hicieron en la lucha contra la miseria y en la movilidad social de millones. As¨ª como reconozco su protagonismo en el tema de las cuotas raciales y en la ampliaci¨®n del acceso a la universidad, entre otras cuestiones de fundamental relevancia.
Pero repudio la violaci¨®n escandalosa de los derechos en grandes obras en la Amazonia, como Belo Monte. Si se comprueba la trama de corrupci¨®n revelada en las delaciones de la operaci¨®n Lava Jato, es apenas una de las puntas. La violencia promovida por Norte Energia y por el Gobierno Federal, dos esferas que continuamente se mezclaban, est¨¢ bien documentada desde hace a?os. As¨ª como repudio que no se respeten los derechos ind¨ªgenas y que la reforma agraria haya desaparecido de la agenda.
Lamento la falta de inversi¨®n en saneamiento b¨¢sico, una de las principales razones de la propagaci¨®n del Aedes aegypti y su colecci¨®n de enfermedades. As¨ª como la inversi¨®n insuficiente en educaci¨®n, el principal instrumento de emancipaci¨®n de un pueblo, mucho m¨¢s all¨¢ de acceso a los bienes de consumo. Tambi¨¦n lamento una visi¨®n mediocre de la ciudad y de la ciudadan¨ªa. Y abomino la ceguera socioambiental de este Gobierno, m¨¢s criminal aun porque vivimos en tiempos de cambio clim¨¢tico.
Cuando Lula y el PT se quejaron de los abusos de Sergio Moro, de los fiscales y de la Polic¨ªa Federal, ten¨ªan raz¨®n en algunos casos, como el de la ¡°conducci¨®n coercitiva¡±. Pero la raz¨®n que tienen no hace desaparecer el hecho de que este Gobierno ha puesto a la Fuerza Nacional al servicio de Norte Energia ¡ªy de las constructoras¡ª en la ocupaci¨®n de las obras de Belo Monte por parte de ind¨ªgenas, ribere?os y movimientos sociales de Altamira, en la regi¨®n del r¨ªo Xing¨², as¨ª como en la represi¨®n a los mundurukus, que protestaban contra la construcci¨®n de hidroel¨¦ctricas en el r¨ªo Tapaj¨®s. Ni hace desaparecer cu¨¢n c¨®mplice fue este Gobierno con la represi¨®n y la detenci¨®n de manifestantes en la Copa del Mundo de 2014. Mucho menos hace desaparecer la abominaci¨®n de la ley antiterrorista, una iniciativa de este Gobierno, que est¨¢ sobre la mesa de Dilma Rousseff para su sanci¨®n.
Se?alo las contradicciones de los Gobiernos Lula-Dilma desde mucho antes de que The Economist publicase una portada del Cristo Redentor despegando como un cohete (y despu¨¦s otra en la que el mismo Cristo se ca¨ªa tras un vuelo corto). O de que Newsweek le llamase a la presidenta ¡°Dilma Dinamita¡± y avisase: ¡°No te metas con Dilma¡±. Ya criticaba a Dilma Rousseff cuando los sectores que hoy la linchan la exaltaban. Estoy de acuerdo con el antrop¨®logo Eduardo Viveiros de Castro cuando dice que ¡°Dilma es un f¨®sil¡±. Mi valoraci¨®n es que su cabeza est¨¢ anclada en el siglo XX y no consigue comprender ninguno de los grandes debates que vinieron despu¨¦s. Considero a Dilma Rousseff un desastre, por su miop¨ªa sobre los grandes temas de Brasil y del mundo.
Aun as¨ª, mientras no haya pruebas de que la presidenta haya cometido ilegalidades, no me parece posible apoyar su destituci¨®n. Respeto el voto de la mayor¨ªa, incluso no estando de acuerdo con ¨¦l. Ser un ciudadano es ser adulto, y ser adulto es responsabilizarse del propio voto y luchar por el respeto al voto del otro. Si las pruebas aparecen, y s¨®lo entonces, este proceso puede adquirir legitimidad y, entonces, apoyo.
En este momento hist¨®rico, la esperanza es un lujo: es necesaria la construcci¨®n de un nuevo proyecto por imperativo ¨¦tico
Jam¨¢s estar¨ªa al lado de los que promovieron las manifestaciones del 13 de marzo. Conozco a esos protagonistas de otras d¨¦cadas. El traje de novedad no cubre el moho de quien siempre ha estado en el mismo lugar. Lo que representan nunca sali¨® del poder en Brasil. Y, cuando se les escucha con atenci¨®n, es posible o¨ªr el sonido de fondo: lo ¨²nico que quieren es mantener sus privilegios intactos. No ser¨¢ con mi fe.
Algunos sectores del PT han traicionado un proyecto que no les pertenec¨ªa apenas a ellos, sino al menos a dos generaciones de izquierdas. Es necesario construir otro, por otros caminos, que pasen por todo lo que se aprendi¨® con 2013. En este momento hist¨®rico, lo que sabemos hacer ya no es suficiente. Es necesario encontrar otra forma de hacer. Todo lo que importa est¨¢ paralizado por esta falsa polarizaci¨®n. Es necesario moverse y hacer lo que importa. En lo cotidiano, d¨ªa tras d¨ªa. Esta no puede convertirse en una democracia de fachada. Como ya he escrito, no porque tengamos esperanza. En este momento hist¨®rico, la esperanza es un lujo, un superfluo. Es necesario hacer por imperativo ¨¦tico.
Ante la necesidad de construir un nuevo proyecto para el pa¨ªs, me parece necesario resistir al deseo de creer. Prefiero ser atea tambi¨¦n en la pol¨ªtica.
Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.
Sitio web: desacontecimentos.comEmail:elianebrum.coluna@gmail.comTwitter:brumelianebrum
Traducci¨®n de ?scar Curros
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