Miles de brasile?os salen a las calles en apoyo de Lula da Silva y Rousseff

Decenas de miles de brasile?os han salido este viernes a las calles en varias ciudades del pa¨ªs para expresar su apoyo al fragilizado Gobierno de Dilma Rousseff y al expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva, nombrado recientemente ministro de la Casa Civil (especie de primer ministro en la sombra). La manifestaci¨®n m¨¢s numerosa (90.000 personas seg¨²n Datafolha, el sistema de medici¨®n del peri¨®dico A Folha de S. Paulo) se celebr¨® en la Avenida Paulista, en Sao Paulo, donde acudi¨® el propio Lula, vistiendo la camisa roja del Partido de los Trabajadores (PT). La avenida era una marea de fervientes seguidores del ex presidente a los que Lula, investigado por corrupci¨®n en el Caso Petrobras, ?supo enfervorizar a¨²n m¨¢s con probada habilidad y carismo con un micr¨®fono en la mano.?

Lula, subido al estrado de los sindicatos convocantes, situado en medio de la Avenida, asegur¨® que acude al Gobierno "para ayudar y no para pelear". "Os digo una cosa: ha vuelto el lulinha de paz y amor", recordando uno de los lemas de su campa?a de 2002. Despu¨¦s, sum¨¢ndose a la frase casi un¨¢nime que los miles de asistentes coreaban continuamente asegur¨®: "No va a haber golpe", en referencia al proceso de destituci¨®n parlamentaria (impeachment) que ha empezado a desarrollarse esta semana "Yo perd¨ª tres elecciones presidenciales, y nunca se me ocurr¨® poner en duda o querer cambiar el resultado", dijo Lula.?

La Avenida Paulista se ha convertido en una suerte de br¨²jula pol¨ªtica del pa¨ªs. El domingo, de hecho acogi¨®, contra Dilma Rousseff y contra Lula, la mayor manifestaci¨®n pol¨ªtica de la historia democr¨¢tica del pa¨ªs. El viernes por la ma?ana a¨²n se encontraba ocupada por manifestantes antigubernamentales, por lo que estuvo m¨¢s de 40 horas cerrada al tr¨¢fico. Despu¨¦s, la polic¨ªa despej¨® la zona a manguerazos y con gases para alojar la otra protesta, en defensa del Gobierno. Hab¨ªa temores de que la protesta acabase con enfrentamientos, un s¨ªntoma de que la batalla jur¨ªdica e institucional que ahoga a Brasil se ha desplazado a la calle.

En algunos puntos de S?o Paulo, estos d¨ªas se respira un ambiente envenenado. Basta que un grupo de seguidores de los grupos contrarios a la presidenta o a Lula vean a una persona vestida con una camiseta roja ¡ªel color del Partido de los Trabajadores del que forman parte¡ª para que la increpen, la insulten o salgan detr¨¢s de ella corriendo. Hay madres que aconsejan a sus hijos adolescentes huir de los lugares calientes de la ciudad. Incluso hay l¨ªderes de los movimientos antigubernamentales que se han visto obligados a huir de sus propios seguidores bajo una lluvia de botellas de cerveza por pedir calma.

Ofensiva legal

A¨²n hay jueces que cuestionan el nombramiento del pasado jueves de Lula como nuevo ministro, consider¨¢ndolo una mera maniobra para escapar de las acusaciones de corrupci¨®n y, sobre todo, de la larga mano del infatigable ¡ªaunque cada vez m¨¢s cuestionado por sus m¨¦todos expeditivos y pol¨ªticos¡ª juez S¨¦rgio Moro, que le persigue desde hace meses. Con todo, estos recursos judiciales (como el de un juez de Brasilia que dej¨® noqueado al Gobierno el jueves poco despu¨¦s del nombramiento, con gran repercusi¨®n medi¨¢tica) est¨¢n siendo invariablemente invalidados por instancias jur¨ªdicas superiores.?

Desde el otro lado, la presidenta Dilma Rousseff acusa a Moro de ordenar a la polic¨ªa pinchar su tel¨¦fono para obtener informaciones confidenciales sobre Lula, lo que, a juicio de la mandataria, es una simple afrenta institucional merecedora de c¨¢rcel. ¡°Ni siquiera un presidente puede pinchar un tel¨¦fono sin permiso; mire lo que le pas¨® a [Richard] Nixon¡±, asegur¨® el viernes en un discurso oficial con cara de indignaci¨®n.

El desbarajuste pol¨ªtico e institucional contin¨²a minando el pa¨ªs: hay conversaciones privadas de Lula grabadas por la polic¨ªa en las que despotrica contra el Tribunal Supremo, entre otras altas instancias del pa¨ªs, divulgadas en todas las televisiones. Hay acusaciones cruzadas desde todos los lados y el Gobierno de Rousseff se ve cada vez m¨¢s aislado y amenazado, con un proceso de destituci¨®n parlamentaria (impeachment) que corre en su contra y que cada vez sabe menos c¨®mo evitar. La polic¨ªa ha encontrado un documento comprometedor de la compra de una casa de campo en la casa de Lula, pero el papel no tiene firma, lo que alimenta especulaciones en los dos sentidos. As¨ª es todo: ambiguo y confuso.