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Columna
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Por encima de los muros

Ni de un lado ni del otro: lo que dicen aquellos que tienen, como posici¨®n, un rechazo a las narrativas de adhesi¨®n

Eliane Brum
Jo?o Luiz Guimar?es

Encima del muro. Neutrazo. Colaboracionista del golpe. Cobarde. Omiso. Ingenuo. Burro.

Estas son algunas de las formas de llamarle a quien no est¨¢ de ninguno de los lados del Brasil polarizado. No se alinea ¡ªmucho menos, se enfila¡ª ni en la narrativa #ImpeachmentJ¨¢ (destituci¨®n ya) ni en la narrativa #N?oVaiTerGolpe (no va a haber golpe). Ni amarillo, ni rojo. Le dicen que est¨¢ encima del muro, o sea, que no se moja. Y, as¨ª, lo ridiculizan desde los dos lados, como traidor de ambos.

Como dijo Bruno Cava: ¡°Me sit¨²o en este lugar nada c¨®modo de ser la izquierda que le gusta a la derecha, y la derecha que le gusta a la izquierda. Pero que, en el fondo, a nadie le gusta. Un lugar del pensamiento que a¨²n balbucea, pero que a¨²n piensa¡±. O, en palabras de Bruno Torturra, que se presenta como ¡°desidentificado¡±: ¡°Prefiero el v¨¦rtigo de la desidentificaci¨®n al falso refugio de las banderas de siempre¡±.

Como afirm¨¦ en mi art¨ªculo anterior, no estar de ninguno de los lados es una posici¨®n. Y fuerte. Silenciarla, mediante la descalificaci¨®n, es una p¨¦rdida en un momento en el que, m¨¢s que nunca, es necesario que las voces sean ampliadas y no reducidas. Mucho menos, calladas. ¡°Los discursos partidistas, pronunciados por muchos y siempre de la misma forma, han sofocado, con su abundancia repetitiva, los discursos independientes¡±, dice Pablo Ortellado. O, en la expresi¨®n de Moys¨¦s Pinto Neto: ¡°Es como un v¨®rtice bipolar, que succiona todo hacia su interior y reduce todas las posiciones a sus referencias¡±.

El pa¨ªs est¨¢, aparentemente, dividido por muros que impiden cualquier contacto que no sea a gritos. O incluso a golpes, en la tentativa de eliminar, literalmente, al otro del espacio p¨²blico. Los muros de las urbanizaciones cerradas, las cercas electrificadas han tomado las calles. Y ya nadie se escucha, cada persona es un muro en s¨ª misma, un portal armado, un cristal blindado y con una pel¨ªcula oscura.

Es necesario promover el desarme. Es necesario intentar ver por encima de los muros, y derribarlos. No a mazazos, sino con el instrumento m¨¢s subversivo de este momento hist¨®rico: el di¨¢logo. La conversaci¨®n que solo puede suceder mediante el reconocimiento del otro como alguien que piensa diferente, no como un enemigo a eliminar.

En lugar de sumarse a la comodidad de uno de los lados, puede ser importante hacer lo m¨¢s dif¨ªcil: sostener el no saber

Es muy duro sostener el lugar del no saber. Pienso que tambi¨¦n nos enfrentamos a esta dificultad. Tengo dudas sobre si no es por eso que una parte de las personas, de derechas y de izquierdas, prefieren sumarse a la comodidad de una de las narrativas, para al menos ilusionarse con que hay una respuesta, con que hay alguien que sabe. Sumarse como un intento de estancar la angustia de sentirse perdido. Tal vez sea hora de soportar el no saber y acoger las incertidumbres. Pero en movimiento, en el movimiento de busca.

En lo que se refiere al campo de la izquierda, tambi¨¦n tengo dudas sobre si no hay, de nuevo, una exhortaci¨®n m¨¢s a lo ¡°menos peor¡±, a la eterna esperanza del tal giro a la izquierda. O algo correspondiente al ¡°voto ¨²til¡± aplicado a las manifestaciones. Una convocaci¨®n, como se vio en elecciones recientes y en especial en la ¨²ltima. ?Los d¨ªas siguientes no mostraron, de forma muy elocuente, que eso no ha funcionado? ?Que tan solo ha ampliado el abismo y que ya ha pasado la hora de hacerle frente al agujero y afrontar los conflictos, por m¨¢s duro que sea, para que al menos exista una oportunidad de crear posibilidades?

El di¨¢logo es tan urgente que tiene que provocarse en todas partes. Me he dado cuenta de que, en este momento, ni siquiera en mi propia columna de opini¨®n puedo hablar sola. He invitado a este espacio, para que nos ayuden a movernos m¨¢s all¨¢ de lo que cada uno crea, a algunas personas que se han atrevido a pensar y escribir, por lo general en blogs y en las redes, sobre este momento tan movedizo, en el que pocos se arriesgan a decir m¨¢s all¨¢ de lo ya dicho. Y a pensar fuera de las narrativas de adhesi¨®n de uno y otro lado. Estas, que ya nos sabemos de memoria.

Traigo a este espacio voces ahogadas, las de aquellos que no est¨¢n ¡°encima del muro¡±, sino ¡°por encima de los muros¡±, en plural. Moys¨¦s Pinto Neto es escritor, profesor de la Universidad Luterana de Brasil, graduado en Derecho y doctor en Filosof¨ªa. Su lectura de Brasil se puede seguir en elblog O Ingovern¨¢vel (el ingobernable).Bruno Torturra se dedica a experimentar con nuevos caminos para la participaci¨®n pol¨ªtica y para el periodismo, a partir de las posibilidades de la hiperconexi¨®n. Fund¨® M¨ªdia Ninja, esencial en la cobertura de las protestas de junio de 2013, y se distanci¨® de ella a partir de finales de aquel a?o. En la actualidad se dedica al Est¨²dio Fluxo. Pablo Ortellado es fil¨®sofo, profesor del grado en Gesti¨®n de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad de S?o Paulo y coautor de Veinte centavos: la lucha contra el aumento, entre otros. Fue testigo, como investigador, de todas las manifestaciones en contra y a favor de la destituci¨®n organizadas en S?o Paulo. Bruno Cava, autor de La multitud fue al desierto, entre otros libros, es bloguero deQuadrado dos Loucos (¡®el cuadrado de los locos'). Es tambi¨¦n un atento observador de las calles, un investigador de las luchas y los movimientos urbanos desde hace 11 a?os, asociado a la Universidad N¨®mada.

Todos ellos respondieron, por correo electr¨®nico, a tres preguntas propuestas por m¨ª. Aunque estos cuatro interlocutores est¨¦n cerca del campo de la izquierda, hay diferencias considerables en su modo de entender este momento. Y hay quienes consideren el concepto de izquierda, as¨ª como el de derecha, superados, insuficientes y reductores. De modos diferentes, los cuatro son observadores atentos de Junio de 2013, el punto de inflexi¨®n que no parece haber sido entendido por los protagonistas de ambos lados.

La idea, aqu¨ª, no es construir un tercer discurso, o un tercer lado. Eso tambi¨¦n ser¨ªa empobrecedor. No hay homogeneidad. Y es m¨¢s interesante que no exista, que los discursos puedan ser m¨²ltiples. Tal vez, por eso, tambi¨¦n sea dif¨ªcil ¡ªo incluso imposible¡ª nombrar este fuera dentro. O este m¨¢s all¨¢ de los muros.

La transgresi¨®n necesaria, en este momento tan delicado, es atravesar los muros con palabras. Pero estas palabras van en varias direcciones.

1) ?Por qu¨¦ no est¨¢s de ninguno de los lados o de los polos de la llamada "polarizaci¨®n del pa¨ªs"?

Moys¨¦s Pinto Neto - No estar de uno de los lados no significa no tener posici¨®n. Estoy en contra de la destituci¨®n por cuestiones jur¨ªdicas y pol¨ªticas. Significa simplemente no sumarse a las dos principales narrativas. A un lado, la narrativa oposicionista, que define al Partido de los Trabajadores (PT) como una banda que se ha apropiado del Estado para mantenerse en el poder y ha garantizado su permanencia por medio de fraudes electorales y maniobras populistas. Al otro lado, la narrativa oficialista, que define lo que est¨¢ sucediendo como un golpe de estado trabado por las fuerzas conservadoras, con vistas a perjudicar el proceso de inclusi¨®n social llevado a cabo durante los ¨²ltimos 12 a?os. El problema es que estas narrativas est¨¢n incompletas.

La oposici¨®n dibuja el escenario de un modo que transforma al PT en el blanco principal e ignora, deliberadamente, la dimensi¨®n estructural y universal que se est¨¢ revelando en el proceso de investigaci¨®n de la operaci¨®n Lava Jato. Los oficialistas, a su vez, se prenden a importantes cuestiones formales, basadas en las instituciones jur¨ªdicas; pero no afrontan el m¨¦rito de que lo estructural no elimina la responsabilidad de quienes se involucraron y profundizaron el proceso, a menudo blindando de forma idol¨¢trica al partido contra toda y cualquier cr¨ªtica.

Hace tiempo que viene construy¨¦ndose una cr¨ªtica al modelo basado en una noci¨®n de progreso unidimensional, que mide el ¨¦xito de las pol¨ªticas p¨²blicas por medio de ¨ªndices cuantitativos de crecimiento, se sostiene en alianzas con los latifundistas y oligopolios econ¨®micos y en la alineaci¨®n pol¨ªtica con un centro amplio. La corrupci¨®n no fue un accidente, sino parte de un programa que acept¨® como un hecho consumado la existencia de ese complejo oligop¨®lico para promover el crecimiento nacional. Los movimientos sociales de 2013 entendieron perfectamente este mecanismo cuando utilizaron el lema #NAOVAITERCOPA (no va a haber Copa).

No estar en la polarizaci¨®n significa ampliar narrativas que han sido reprimidas en nombre de la simplificaci¨®n maniquea.

Bruno Torturra - Ver el pa¨ªs a trav¨¦s de la lente de la polarizaci¨®n ya ha probado ser algo peor que simplista. A estas alturas, es alucinatorio. En cierto modo, la polarizaci¨®n es exactamente lo opuesto a lo que estamos viviendo en la pol¨ªtica institucional, descaradamente promiscua, fisiol¨®gica y amalgamada.

"Ver el pa¨ªs a trav¨¦s de la lente de la polarizaci¨®n ya ha probado ser algo peor que simplista: es alucinatorio"

Hoy en d¨ªa veo la polarizaci¨®n m¨¢s como un fen¨®meno entr¨®pico de la comunicaci¨®n que pol¨ªtico. Destaca y ejerce toda esa fuerza gravitatoria en las calles, los peri¨®dicos y las l¨ªneas del tiempo precisamente por la dificultad inmensa de lectura de un paisaje pol¨ªtico ca¨®tico, tr¨¢gico y demasiado complejo para resumirlo en publicaciones, titulares o consignas.

Esta complejidad es una barrera enorme a que nuevos l¨¦xicos, l¨ªderes, s¨ªmbolos y campos de identificaci¨®n emerjan y se conviertan en fuerzas relevantes, cr¨ªticas y propositivas en el debate. Es un campo minado para la asertividad. Pero, a medida que la crisis se hace m¨¢s profunda, crecen tambi¨¦n la ansiedad p¨²blica y la necesidad de respuestas, de posiciones firmes. Entonces, los polos ¡ªpor m¨¢s disfuncionales que sean¡ª se convierten en los ¨²nicos aspectos de f¨¢cil identificaci¨®n del terreno.

Es una pena, porque ese teatro esconde la causa que podr¨ªa, en un ambiente racional, unir una gran parte de los dos campos y a una masa de desidentificados por el camino: la completa refundaci¨®n del sistema de financiaci¨®n electoral en nombre de uno m¨¢s barato, p¨²blico y transparente.

Pablo Ortellado - Esta polarizaci¨®n pol¨ªtica, en mi opini¨®n, tiene dos motivos principales. El primero es la aparici¨®n, en Brasil, de lo que los estadounidenses llaman ¡°guerras culturales¡±, que son las disputas generadas por la moralizaci¨®n del debate pol¨ªtico. Esta moralizaci¨®n aparece en la prominencia en el debate pol¨ªtico de temas como el matrimonio homosexual, el aborto y el endurecimiento penal, en detrimento de cuestiones tradicionales de pol¨ªtica econ¨®mica y social. Adem¨¢s, la moralizaci¨®n aparece tambi¨¦n en el tratamiento moral dado a estos temas cl¨¢sicos de lapol¨ªtica econ¨®mica y social, que opone, por una parte, una moral punitiva, asociada a la derecha conservadora y, por otra, una moral comprensiva, asociada a la izquierda progresista.

As¨ª, la Bolsa Familia, por ejemplo, ya no se discute en funci¨®n de su eficacia o eficiencia en la lucha contra la pobreza, sino que suscita dosdiscursos morales irreconciliables. Para un lado, es un instrumento que premia la indolencia, la incapacidad de ahorrar y la falta de esp¨ªritu empresarial. Para el otro, se trata de una pol¨ªtica solidaria que mitiga una pobreza estructural injusta.

Con la moralizaci¨®n de la pol¨ªtica, el debate pierde las referencias comunes y se convierte solo en el agresivo choque de visiones morales del mundo. Esta moralizaci¨®n del debate es reforzada y est¨¢ entrelazada con la rivalidad entre los dos grandes partidos pol¨ªticos brasile?os, el PT y el PSDB, que organizan a las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas. Como est¨¢n bastante organizados y enraizados en diversos sectores de la sociedad brasile?a, cada uno de ellos tiene la capacidad de coordinar un discurso unitario. Poco importa si esta orquestaci¨®n es fruto de la adhesi¨®n espont¨¢nea de los partidarios a argumentos y consignas o emana como orden de un centro pol¨ªtico. El resultado es que cada partido tiene un discurso listo, cerrado y autorreferencial, que es igual en todas partes: en las redes sociales, en los medios de comunicaci¨®n y en la conversaci¨®n cotidiana.

¡°Huir de la polarizaci¨®n es una condici¨®n para pensar y para actuar con autonom¨ªa e independencia¡±

Estos discursos partidistas, pronunciados por muchas personas, siempre de la misma forma y en todas partes, sofocan, con su abundancia repetitiva, los discursos independientes que, por su propia naturaleza, son singulares y descoordinados. Por lo tanto, huir de la polarizaci¨®n es una condici¨®n para pensar y para actuar con autonom¨ªa e independencia.

Bruno Cava - Se habla de tercera v¨ªa, pero estoy del lado de una segunda v¨ªa, en relaci¨®n con un sistema de pol¨ªtico-partidista agotado, en el que las polarizaciones de los l¨ªderes esconden cambalaches, promesas y posicionamientos que, por detr¨¢s de la ret¨®rica, no pasan de la repetici¨®n del mismo juego de siempre. As¨ª que estoy polarizado en contra de esta falsa polarizaci¨®n, y es lo que me hace continuar pensando.

Ante el clamor por cambios en el pa¨ªs entero, en todos los segmentos, los protagonistas de esta crisis simulan que est¨¢n cambiando, para que todo siga como est¨¢. Ya tome esta simulaci¨®n la forma de giro a la izquierda, ya la del fin del PT. La diferencia, en cuanto a la din¨¢mica, entre las dos est¨¢ en la capacidad de hablar hacia fuera. El verdeamarillo y la agenda anticorrupci¨®n son inclusivos y tienden a funcionar como paraguas para las indignaciones, al mismo tiempo que los s¨ªmbolos partidistas no son bien vistos y pueden sufrir abucheos. El rojo y la invocaci¨®n de pertenecer a un grupo espec¨ªfico, el de la izquierda, hace de la otra manifestaci¨®n una especie de prueba de cohesi¨®n, con contornos claros.

¡°Ante el clamor por cambios, los protagonistas de esta crisis simulan que est¨¢n cambiando para que todo siga como est¨¢¡±

Esto tal vez explique, en parte, la diferencia cuantitativa entre una y otra: la persona indignada, que no est¨¢ acostumbrada a ir a manifestaciones, tiende a ir a las de verdeamarillo. Y eso me parece particularmente ir¨®nico, porque, cuando grit¨¢bamos ¡°no va a haber Copa¡±, en las protestas de 2014, nos vest¨ªamos de negro y rojo. Pero, en aquel per¨ªodo, una buena parte de la izquierda dec¨ªa que no era el momento de manifestarse, que era el momento de apoyar. Es decir, hace solo dos a?os, era inmoral *no* vestir verdeamarillo. Ahora, esas mismas personas le atribuyen al verdeamarillo una connotaci¨®n negativa.

El grito antipol¨ªtico o anticorrupci¨®n exprime una tendencia mundial de rechazo al actual sistema representativo, en su dimensi¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y ambiental, que no se corresponde con las potencialidades de una democracia hoy posible, pero que es bloqueada de forma sistem¨¢tica. Detr¨¢s del ¡°anti¡±, del ¡°no¡±, del repudio general a la figura del pol¨ªtico, hay un ¡°s¨ª¡± mayor, como vimos en las jornadas de junio de 2013, en Brasil, en Gezi Park, en Turqu¨ªa, en el movimiento del 15M en Espa?a, en las revoluciones ¨¢rabes, en todo un ciclo vivido intensamente por el mundo. Es posible trabajar con este s¨ª.

2) Si no est¨¢s de ninguno de los lados, ?d¨®nde est¨¢s? ?Qu¨¦ posici¨®n es esta? ?Y c¨®mo nombras ese ¡°lugar¡± en el que est¨¢s?

Moys¨¦s - Se ha prohibido nombrar este lugar. Antiguamente lo llamaban, peyorativamente, ¡°tercera v¨ªa¡±, ahora lo llaman ¡°exento¡±. En realidad, si ¡°tercera v¨ªa¡± se confunde con el liberalismo avergonzado de Tony Blair y ¡°exento¡± se confunde con ¡°sin posici¨®n¡±, no veo c¨®mo estos t¨¦rminos podr¨ªan ser adecuados. Se trata de la tentativa del ¡°v¨®rtice¡± bipolar de succionar todo hacia su interior, reduciendo as¨ª todas las posiciones a sus referencias.

Este ¡°lugar¡± surge desde Junio de 2013, cuando se produjo una oportunidad in¨¦dita de enfrentarse a viejas oligarqu¨ªas con nuevas fuerzas pol¨ªticas, formadas a partir de una transici¨®n generacional sumergida en una mutaci¨®n tecnol¨®gica y cultural. El punto de partida es el fracaso de la democracia representativa en el contexto mundial, cuya crisis se expresa por la presencia sintom¨¢tica de movimientos cr¨ªticos al sistema (como los de Espa?a y Grecia), por el descontento popular con cuestiones globales, del que se apropi¨® la extrema derecha (con Le Pen, Donald Trump, etc.), por los colectivos auto-organizados (como los zapatistas, Rojava) y, finalmente, con revueltas violentas difusas en los suburbios y con fundamentalismos.

El contexto actual tambi¨¦n plantea la cuesti¨®n urgente del Antropoceno, la entrada en un per¨ªodo geol¨®gico en el que el factor humano juega un papel central en la organizaci¨®n de la Tierra. La continuidad del programa de crecimiento econ¨®mico basado en la hiperproducci¨®n y en el hiperconsumo ya no tiene ning¨²n sentido en un contexto material en el que es necesario reducir nuestro impacto.

¡°El programa de crecimiento basado en la hiperproducci¨®n y en el hiperconsumo no tiene sentido cuando es necesario reducir nuestro impacto sobre el planeta¡±

Algunos se preguntan si la propia noci¨®n de ¡°izquierda¡± es ¨²til para pensar este porvenir, al entenderla como un marcador identitario que restringe la capacidad de diseminaci¨®n de las luchas y promueve un cierre ¡°en urbanizaciones cerradas¡±, que gradualmente se enamora de sus propias ideas. Y, cuanto m¨¢s camina hacia al extremo, m¨¢s r¨ªgida, en un sentido casi militar, se vuelve la identidad.

Por otra parte, incluso si consideramos la crisis de la mediaci¨®n y la crisis ecol¨®gica como nuevos term¨®metros pol¨ªticos, que reposicionan la polaridad, es dif¨ªcil simplemente negar la existencia de una diferencia que corta por la mitad las posiciones: hacia d¨®nde va estas transformaciones sociales, ecol¨®gicas, tecnol¨®gicas. La divisi¨®n social en dos grandes grupos, aquellos que son due?os de todo y de todos los derechos y aquellos que no tienen ning¨²n derecho, reducidos a la condici¨®n de ¡°vida desnuda¡±, parece ser el hilo que corta necesariamente toda visi¨®n acerca del futuro, incluso estando marcada por estos nuevos term¨®metros.

Por lo tanto, puede hasta ser que el significante ¡°izquierda¡± no diga nada m¨¢s sobre el porvenir, ya que su herencia humanista y parlamentaria no consigue afrontar los problemas planteados por el Antropoceno. Del mismo modo que el lenguaje pol¨ªtico de los derechos humanos puede ser insuficiente para entender el contexto pluricultural que emerge en el escenario globalizado, al eliminar el privilegio occidental de presentarse como la propia humanidad. Pero es innegable que hay una herencia ah¨ª de la que apropiarse: la lucha por la justicia, que sobrepasa la noci¨®n de la mera supervivencia. La lucha por la justicia en contra de la divisi¨®n de la sociedad en dos, una con todo y otra con nada.

Torturra - Creo que mi lugar es el de la traves¨ªa. Imposible posicionarlo con precisi¨®n. Puede ser un lugar muy inc¨®modo, pero necesario. Siempre me he considerado ¡ªy todav¨ªa me considero¡ª alguien de izquierdas. Pero creo realmente que la definici¨®n de este t¨¦rmino est¨¢, como todo el resto, en crisis. Porque resulta muy dif¨ªcil saber qu¨¦ es la izquierda cuando ya no sabemos d¨®nde est¨¢ el norte. Cuando ya no tenemos claro qu¨¦ futuro, qu¨¦ idea de sociedad y de democracia va a ofrecerle nuestro campo al siglo XXI.

La forma, la est¨¦tica y la ¨¦tica de las izquierdas del siglo XX ya no dan abasto. Por eso, en este momento, creo que la mejor posici¨®n no sea un ¡°lado¡±, sino una actitud desarmada, racional y realista. Abrazar la duda. Para que, cuando sea posible, tengamos m¨¢s claros el l¨¦xico, las propuestas y la acci¨®n. Para eso, recurro a las dos bases de mi formaci¨®n pol¨ªtica. Por una parte, autores ilustrados y valores de cr¨ªtica y autocr¨ªtica permanentes. De revisar y adaptar mis opiniones a los hechos, nunca lo contrario. Y, por otra parte, volviendo a buscar experiencias psicod¨¦licas con plantas y sustancias ente¨®genas, psicoactivos que favorecen una reconexi¨®n entre la naturaleza y sus procesos. Me ayudan mucho a entender lo intraducible. A ver la pol¨ªtica como una propiedad emergente de la psique humana. Y traen un poco de calma en el caos, un poco de perspectiva y una relativa lucidez en este momento.

"La forma, la est¨¦tica y la ¨¦tica de las izquierdas del siglo XX ya no dan abasto "

Ortellado - Me coloco fuera de la rivalidad de los partidos pol¨ªticos y colaboro como puedo con los movimientos sociales ¡°aut¨®nomos¡±. Como dicen los zapatistas, busco estar ¡°abajo y a la izquierda¡±. A la izquierda en el espectro pol¨ªtico y abajo (fuera) del sistema partidista.

Creo que hay una conexi¨®n entre las manifestaciones de junio de 2013 y las protestas a favor de la destituci¨®n de 2015 y 2016. M¨¢s all¨¢ de cualquier duda, Junio de 2013 rescat¨® el salir a las calles como un instrumento de presi¨®n pol¨ªtica, y este elemento se incorpor¨® al repertorio de la acci¨®n pol¨ªtica, a la derecha y a la izquierda.

Pero, de manera m¨¢s profunda, las encuestas de opini¨®n que realizamos con los manifestantes anti Dilma, en 2015, mostraron que estos compart¨ªan las demandas centrales de las protestas de junio de 2013, que pueden resumirse en: 1) el rechazo de la representaci¨®n pol¨ªtica; 2) la defensa del sistema de derechos sociales. Al contrario de lo que parec¨ªa, los manifestantes anti Dilma no eran antipetistas selectivos, sino que desconfiaban de todo el sistema pol¨ªtico, con el PT al frente. Adem¨¢s, defend¨ªan de una manera sorprendentemente fuerte la universalidad, el car¨¢cter p¨²blico y la gratuidad de los sistemas de educaci¨®n y salud.

Mi explicaci¨®n para eso es la siguiente: Junio de 2013 despert¨® una gran indignaci¨®n transversal en la sociedad brasile?a contra el sistema pol¨ªtico y en defensa de los derechos sociales, a partir de las protestas por la reducci¨®n de la tarifa convocadas por el Movimiento Pase Libre (MPL). Esta indignaci¨®n m¨¢s amplia se qued¨® hu¨¦rfana cuando el MPL, por cuestiones propias de su modo de hacer pol¨ªtica, se recogi¨® a su trabajo de base, dirigido a la movilidad urbana. Sin actores pol¨ªticos a la izquierda que estuviesen organizados y desvinculados de partidos pol¨ªticos, esa indignaci¨®n fue asumida como causa por los nuevos grupos de derecha, que comenzaron a transformar el impulso anti-institucional en antipetismo y le atribuyeron la mala calidad de los servicios p¨²blicos a la corrupci¨®n. El paso siguiente, en el que trabajan ahora, es transformar la cr¨ªtica a la corrupci¨®n en una cr¨ªtica al tama?o del estado, para proponer como soluci¨®n la deconstrucci¨®n de los servicios p¨²blicos.

Cava - Tengo discursos, rasgos e instintos de una cultura de izquierdas. Hoy vivo esta tradici¨®n como una limitaci¨®n de mi poder de actuar. Me desconecta de la alteridad, me paraliza por el miedo. La multiplicidad de modos de vida en el mundo, hoy, no admite esa dicotom¨ªa entre ¡°personas de derechas¡± o ¡°personas de izquierdas¡±. Es artificial, forzada, y suele servir tan solo para hacer cordones sanitarios entre grupos y redes m¨¢s amplios y transversales.

¡°La dicotom¨ªa entre izquierda y derecha es artificial y suele servir para hacer cordones sanitarios entre grupos y redes m¨¢s amplios y transversales¡±

?C¨®mo hablar de la izquierda y la derecha como estructurantes del mundo pol¨ªtico despu¨¦s de Hungr¨ªa 56 o de la Primavera de Praga 68? Tal vez funcionase en alg¨²n lugar del siglo XIX; pero hoy en d¨ªa existen varios polos que no encajan bien ah¨ª, como los derechos de las minor¨ªas, el ecologismo, la cultura digital, el pensamiento amerindio, etc.

Pero soy de una generaci¨®n que ya no es la de la fundaci¨®n PT, sino la del ciclo alterglobalizaci¨®n de Seattle y G¨¦nova, que ten¨ªa en el zapatismo una gran referencia, se informaba por el Centro de Medios Independientes (CMI) y militaba por la globalizaci¨®n de las luchas. Entonces, ya es una generaci¨®n en ¨¦xodo con relaci¨®n a las formas r¨ªgidas que la izquierda asume, ya sea en el movimiento estudiantil, en los sindicatos, en los movimientos sociales.

El ciclo de ¡°ocupaciones¡± brasile?as, en el per¨ªodo de 2011-12, tuvo el efecto de demostrar que se fortalece una tendencia transformadora queno pasa por la izquierda. Al contrario, sus s¨ªmbolos representan elementos indeseados: provisi¨®n de cargos p¨²blicos a correligionarios del Gobierno, viejos l¨ªderes, estructuras pesadas y centralizadas.

En 2013 este movimiento de ¨¦xodo se hizo masivo y generalizado: en R¨ªo tuvimos luchas por el transporte, la vivienda, la lucha contra la corrupci¨®n en las obras de la Copa del Mundo y en los pliegos de las l¨ªneas de autob¨²s, contra la cura gay, la campa?a "?D¨®nde est¨¢ Amarildo?", huelgas metropolitanas de profesores y barrenderos. Sin embargo, para una parte de la izquierda, es m¨¢s importante proteger los s¨ªmbolos que transformar el mundo.

De all¨¢ para ac¨¢, ser de izquierdas se ha convertido en una especie de estado civil, con cobros, obligaciones, certificados. En vez de quedarme est¨¢tico, intento seguir las prolongaciones de la tendencia que he citado, que hoy aparece de forma esparcida. Es un tipo de soledad, pues no hay un lugar c¨®modo, sino que es compartida por muchos en la propia soledad, como un bloque del ¡°nosotros solos¡±. En un juego de palabras con la canci¨®n de Los Hermanos, quiero decir con esto el bloque de los no representados, de los sin nombre, de aquel que est¨¢ solo en el desierto, pero encuentra a otros solos. Y esos solos juntos forman un pueblo n¨®mada. Un desierto es una producci¨®n: no de soledad, de aislamiento, sino de soledad activa, recomienzo, bandada.

3) ?Qu¨¦ est¨¢ pasando con Brasil, visto desde este lugar? ?Cu¨¢les son los riesgos de este momento hist¨®rico? ?Y c¨®mo salir de este impasse?

Moys¨¦s - Estamos convirti¨¦ndonos en un nuevo pa¨ªs: las varias autoim¨¢genes brasile?as est¨¢n disolvi¨¦ndose. Desde abajo hacia arriba, en contraste con el imaginario del mestizaje, de la malicia y de la cordialidad. Y desde arriba hacia abajo, con el imaginario del coronelismo, del liderazgo paternal y del patrimonialismo. Los conflictos se establecen a nivel micro y macro, al mismo tiempo, y ponen a la sociedad en estado de hiperpolitizaci¨®n.

La democracia implementada desde la Constituci¨®n de 1988 transform¨® el pa¨ªs, con la estabilidad del Plan Real y la inclusi¨®n social del periodo lulista. Pero la etapa posterior a¨²n est¨¢ por escribir.

Contrariando sus ideas iniciales, el PT, cada vez m¨¢s, se identifica con el imaginario t¨ªpicamente laborista. Busca instaurar un estado de bienestar social en los moldes del capitalismo industrial nacionalista, que sirvi¨® como base para su construcci¨®n europea. Pero este contexto, hoy en d¨ªa, con el poder de presi¨®n del mercado financiero, la disoluci¨®n de las fronteras culturales, la crisis migratoria y la universalidad de los problemas ecol¨®gicos, ya no est¨¢ presente.

El gran riesgo, inherente a cualquier deconstrucci¨®n, es que este proceso se suspenda en nombre de un gesto de unificaci¨®n forzada. La ¡°antipol¨ªtica¡± que emergi¨® en 2013, tanto a la derecha como a la izquierda, pero que est¨¢ presente y visible en el mundo entero, se puede capitalizar de diversas formas, teniendo en com¨²n tan solo el rechazo en bloque de todo el sistema de mediaci¨®n.

Desplazando el problema a la coyuntura, parece n¨ªtido que el agujero de la ¡°corrupci¨®n¡± no se tapar¨¢ solamente con ¡°garantismo¡± (defensa de las garant¨ªas individuales y la legalidad en los procesos de persecuci¨®n criminal). Para que la izquierda se rearticule, necesitar¨¢ dar una respuesta a eso que no pase solo por cambios legales y m¨¢s punitivismo. El propio punitivismo es una demanda que contempla la nostalgia por la cohesi¨®n social absoluta: su lucha ¡°contra la impunidad¡± es una tentativa de restablecer los lazos sociales en estado de temblor, de buscar reafirmar la ley como elemento unificador.

Tal vez el oficialismo simplemente ya no sea capaz de dar esa respuesta, dado que est¨¢ involucrado hasta los huesos en la defensa del proyecto actual. La reiterada defensa de Odebrecht por parte de Lula es significativa con relaci¨®n a eso. Pero, sin duda, la izquierda, entendida como unaperspectiva de transformaci¨®n social con justicia, necesitar¨¢ una respuesta y un cambio estructural de este escenario y proyecto, para poder reposicionarse pol¨ªticamente y despertar aquello que es esencial al v¨ªnculo con el Otro: la confianza.

¡°Para salir del impasse actual es necesario renunciar a las viejas identidades¡±

La transformaci¨®n del pa¨ªs pasa, por lo tanto, por un nuevo pensamiento, un nuevo programa experimental y nuevas formas de organizaci¨®n. Salir del impasse actual de la crisis de las mediaciones demanda repensarlas de un modo radical: sin dogmas y renunciando a las viejas identidades, escapando de la polarizaci¨®n que heredamos del siglo XX y que ya no da abasto de la enorme cantidad de problemas que el siglo XXI ha pasado a presentar.

Torturra - Intentando resumir lo imposible, me parece que no solo el Gobierno, sino Brasil entero est¨¢ sufriendo las consecuencias grav¨ªsimas de un autoenga?o generalizado. Cada actor de esta crisis ¡ªde los ciudadanos a los partidos e instituciones¡ª est¨¢ viviendo una profunda negaci¨®n de la autocr¨ªtica y de responsabilidades personales. Y buscando culpas en agentes del ¡°otro polo¡±. El ¡°corrupto¡± el ¡°golpista¡±, el ¡°indignado selectivo¡±, el ¡°omiso¡±, es siempre el otro.

Esto explica un poco de la imprevisibilidad y de la escalada punitivista en el pa¨ªs. Y explica el propio proceso de destituci¨®n. Para m¨ª, la deposici¨®n de Dilma no es un golpe, como muchos prefieren llamarla. Sino la culminaci¨®n de esa sa?a, literalmente expiatoria. Que es librar de la culpa a todo un organismo pol¨ªtico y social mediante la inmolaci¨®n de un cuerpo en una plaza p¨²blica. Una sociedad ahogada en contradicciones, una prensa en su mayor parte c¨ªnica y un Congreso atascado en esc¨¢ndalos quieren hornear la pizza de la operaci¨®n Lava Jato usando a la presidenta como le?a.

El riesgo, en este momento, es alt¨ªsimo. Y tal vez el guion del desarrollo de la crisis ya est¨¦ definido. Pero, en caso de que el proceso de destituci¨®n sea el gran ¡°pacificador¡±, la irracionalidad saldr¨¢ victoriosa, confirmada y libre para capitalizar electoralmente. En el nombre de la unificaci¨®n nacional, vamos a perder la oportunidad de discutir, programar y refundar el sistema de financiaci¨®n electoral. Dado el enorme vac¨ªo de l¨ªderes nuevos y cre¨ªbles, los oportunistas y demagogos pueden ocupar este espacio muy pronto.

Mi tenue esperanza, en este momento, viene, precisamente, de creer que el enorme y poco reconocido campo de los desidentificados sea el m¨¢s f¨¦rtil del pa¨ªs. Que esta met¨¢stasis del cuerpo pol¨ªtico pueda ser capaz de abrir camino para la profundizaci¨®n de nuestra propia idea de democracia, m¨¢s all¨¢ del voto. ?C¨®mo? No me arriesgo ni a ser objetivo aqu¨ª. Pero creo que los derechos humanos, la transparencia de los gastos, un respeto incondicional a los ecosistemas y una mayor permeabilidad del Estado a la participaci¨®n ciudadana deben guiar cualquier nueva visi¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Por eso, mi ¨²nico mantra, a estas alturas, es el siguiente: mantener las perspectivas m¨¢s amplias que las expectativas. Es dif¨ªcil, pero hoy en d¨ªa prefiero el v¨¦rtigo de la desidentificaci¨®n al falso refugio de las banderas de siempre.

¡°Prefiero el v¨¦rtigo de la desidentificaci¨®n al falso refugio de las banderas de siempre¡±

Ortellado - Por una parte, la cuesti¨®n de la destituci¨®n est¨¢ ofuscando cuestiones m¨¢s sustantivas, relativas a la p¨¦rdida de derechos sociales,que los dos grupos pol¨ªticos en disputa est¨¢n promoviendo, con un ¨¦nfasis diferente. Por otra parte, una destituci¨®n ahora sin duda tendr¨¢ grandes repercusiones en el futuro cercano. Las pedaladas, que no son nada m¨¢s que una maniobra contable, son un pretexto rid¨ªculo para remover a una presidenta que ha perdido la popularidad y el apoyo pol¨ªtico en el Congreso. En esta clave, impedir a la presidenta ahora es un recurso abusivo y peligroso, porque la destituci¨®n no es un recall, una votaci¨®n en medio del mandato por la permanencia o no del mandatario. Aunque el proceso sea legal e institucional, banaliza un instrumento que deber¨ªa utilizarse de modo excepcional. Sin embargo, si algunos de los indicios averiguados por la operaci¨®n Lava Jato se confirman ¡ªpor ejemplo, las acusaciones hechas por el senador Delc¨ªdio do Amaral¡ª, entonces s¨ª tendremos motivos para un proceso de destituci¨®n. Pero todav¨ªa no hemos llegado a ese punto.

Independientemente de todo esto, lo que estamos viendo ahora es un ataque a los derechos sociales. Comenz¨® con la limitaci¨®n del seguro de desempleo, pas¨® por recortes importantes en los gastos sociales y camina r¨¢pidamente hacia recortes en las pensiones. Sea quien sea que gane la disputa, probablemente tendremos una reducci¨®n de los derechos. Por eso, la cuesti¨®n m¨¢s importante ahora es fortalecer a los movimientos sociales, principalmente a aquellos que act¨²an por fuera del sistema pol¨ªtico. Consolidar a los movimientos sociales que est¨¢n fuera del modelo del PT de fusi¨®n entre partido y movimiento.

¡°Sea quien sea que gane la disputa, probablemente tendremos reducci¨®n de los derechos¡±

El PT no es un partido socialdem¨®crata tradicional, como el Partido Socialdem¨®crata alem¨¢n o el Partido Laborista ingl¨¦s. En el modelosocialdem¨®crata europeo, el partido intenta controlar y guiar a los movimientos, desde fuera, mediante la oferta de una planificaci¨®n pol¨ªtica a largo plazo. El PT es lo contrario de eso: es un partido construido en gran medida por la base, a partir de la convergencia de casi todos los movimientos sociales activos a finales de la d¨¦cada de 1970 y comienzos de la de 1980. Esto gener¨® un modelo de participaci¨®n y colaboraci¨®n entre la sociedad civil y el estado, que vemos tanto en la participaci¨®n de movimientos en la direcci¨®n del partido como en instrumentos institucionales de participaci¨®n en el estado, tales como las conferencias, los consejos y las audiencias p¨²blicas.

A partir de las d¨¦cadas de 1990 y 2000, este modelo, que se convirti¨® en dominante, empieza a ser rechazado por los nuevos movimientos sociales construidos por los m¨¢s j¨®venes. Este proceso de construcci¨®n ¡ªque vemos en el Movimiento Pase Libre, en el movimiento de los estudiantes de secundaria, en el nuevo movimiento feminista, en los movimientos contra la violencia policial en los suburbios, entre muchos otros¡ª es el que tiene que madurar, para que podamos inaugurar una nueva etapa en la izquierda brasile?a, en la que la sociedad civil presione al estado por m¨¢s derechos desde fuera.

Cava ¨C Gramsci dec¨ªa que la crisis es cuando lo viejo ya ha muerto y lo nuevo a¨²n no ha podido nacer, intervalo durante el cual se producen las m¨¢s diversas expresiones m¨®rbidas. El problema es que ninguna de las posiciones que est¨¢n sobre la colina dejan el sol nacer, lo que est¨¢ llevando al pa¨ªs ¡ªy al mundo¡ª al punto del paroxismo. El mayor riesgo es quitarles la elecci¨®n a las personas. Es el chantaje en tono policial de que uno tiene que elegir un lado, si no... Es necesario desconfiar de cualquier campo de posibilidades en el que uno no tenga elecci¨®n, y, ante eso, elegir la elecci¨®n.

Cuando se afirma que hay pocas elecciones, o un estrechamiento hacia tan solo dos, ¡°todo¡± o ¡°nada¡±, ser¨ªa interesante desplazar esa afirmaci¨®n: ?Qu¨¦ tipo de agencia puedo yo ¡ªy cada yo son muchos, muchas redes¡ª construir as¨ª? Si enmarcamos la intensa movilizaci¨®n social en el Brasil de 2016 como una dicotom¨ªa, ?no cancelamos cualquier posibilidad de agencia?

Por ejemplo, el 18 de marzo, en S?o Paulo, donde estuve, el PT puso a girar toda su estructura en la capital y ciudades vecinas, aglutin¨® a todas las fuerzas sindicales, las de las juventudes, las de los movimientos sociales y cont¨® con el refuerzo de las personas vinculadas a la oposici¨®n de izquierdas, y, de sobremanera, de la universidad. El problema es que, a medida que el acto iba evolucionando, se verticalizaba sucesivamente en consignas, hasta alcanzar el cl¨ªmax, que fue el discurso de Lula. Toda la organizaci¨®n se produjo de modo arborescente, casi un zigurat, para que Lula hablase. Lula sale de all¨ª y va a negociar con los caciques del PMDB, como ven¨ªa haciendo el a?o pasado, con el poder de cambalache ofrecido por el presupuesto del Gobierno.

Fue una capitalizaci¨®n pol¨ªtica en la que los participantes tuvieron poca o ninguna agencia. O, peor, se agenciaron para favorecer no lo que quer¨ªan, el ¡°giro a la izquierda¡±, sino el blindaje del sistema pol¨ªtico al ¨²nico vector que consigui¨® pasar por la brecha de Junio de 2013, la Lava Jato, que es, para su deleite y drama, una operaci¨®n policial. La apertura de las hojas de c¨¢lculo de las obras y campa?as est¨¢ apenas comprobando aquello de lo que ya desconfi¨¢bamos: c¨®mo en t¨¦rminos de financiaci¨®n pol¨ªtica y compromisos ocultos los principales partidos no difieren en nada. En esta crisis de destrucci¨®n, si la Lava Jato est¨¢ jugando el papel de Glasnost de una gobernabilidad desarrollista, el desastre ambiental en Mariana fue su Chernobyl.

En las jornadas de junio de 2013, los colectivos por el pase libre pusieron en tela de juicio las hojas de c¨¢lculo del transporte p¨²blico municipal, para examinar los negocios y descubrir los ¡°secretos del oficio¡±. Adem¨¢s de los obst¨¢culos planteados por la represi¨®n, se enfrentaban a una contabilidad paralela, donde se enredaban acuerdos empresariales y pol¨ªtico-electorales. Hoy, tres a?os despu¨¦s, la Lava Jato est¨¢ abriendo de par en par las cajas negras de la gobernabilidad, relativas a las grandes obras, los contratos p¨²blicos, los proyectos urbanos.

Podemos llevar m¨¢s all¨¢ este cuestionamiento. Esta, dicho sea de paso, no fue solo una de las demandas de junio, sino tambi¨¦n de una reciente movilizaci¨®n a favor de una constituyente por una reforma pol¨ªtica, centrada en la financiaci¨®n electoral, pero paralizada con la excusa de la ausencia de una ¡°correlaci¨®n de fuerzas¡±. Hoy en d¨ªa, ?esa correlaci¨®n no ha cambiado para favorecer los cambios?

Spinoza dec¨ªa, sobre la servidumbre voluntaria, que no se puede enga?ar al deseo. Uno puede frustrar el inter¨¦s, no el deseo. Ser¨ªa interesantepreguntar, entonces, por cu¨¢l mecanismo se lleva a uno a luchar por su propia frustraci¨®n, por su propio fracaso. De ah¨ª tantas lecturas ¡°existencialistas¡± ¡ªsigno de interiorizaci¨®n de una crisis en la que no se encuentra agencia¡ª que van a hablar de la angustia, de la desesperaci¨®n, etc. Claro que, el 18 de marzo, escuch¨¦ numerosos relatos acerca de esto, hab¨ªa m¨¢rgenes, l¨ªneas de fuga, grupos desplazados con respecto a la verticalizaci¨®n. Dentro de la masa roja hab¨ªa jaur¨ªas.

Pero esto pasa precisamente por no dejarse subjetivar por un lado como contraposici¨®n al otro, y buscar el tercer margen, la segunda v¨ªa, en t¨¦rminos de potencia de actuar. Esto no significa no actuar o no decidir. Solo creo en refugiarme cuando tiene un sentido t¨¢ctico, como quien se tira al suelo para escapar de una bomba, pero luego se levanta y hace algo.

S¨ª que es necesario actuar, hablar, estar en las calles, debatir en las redes, ver l¨ªneas minoritarias en medio de los macrobloques que exigen cohesi¨®n. Existe una gran energ¨ªa suelta, que busca emerger desde las jornadas de junio de 2013, que la polarizaci¨®n partidista viene violando de manera ortop¨¦dica. Ocurri¨® algo semejante en la Argentina de 2001, que culmin¨® en el movimiento de las caceroladas y los piquetes al grito de ¡°que se vayan todos¡±. Sin respuestas a la altura por parte del sistema pol¨ªtico-representativo, la indignaci¨®n va a hacer un strike, como en los bolos.

La crisis es un momento en el que tenemos la oportunidad de vivir intensamente nuestro tiempo hist¨®rico. En el que el futuro es una inc¨®gnita, en el que podemos contribuir, en un sentido o en otro, a materializar este futuro aqu¨ª y ahora. Querer salir del impasse ya es, en cierta medida, negarlo.Como si hubiese una salida a mano, un ¡°??brete, s¨¦samo!¡± La izquierda, cuando habla de una ¡°salida por la izquierda¡±, recuerda al Bar¨®n de M¨¹nchhausen: para salir del atolladero, decidi¨® tirar de sus propios pelos. Se arrancar¨¢ algunos, pero no saldr¨¢.

No tengo la respuesta a ¡°c¨®mo hacer¡±, en sentido estricto. No va a salir de un discurso o un an¨¢lisis individual. En realidad, solo puede desplegarse a partir de un campo de relaciones, redes y agenciamientos en los que cada uno ya participa, aunque esto signifique divorciarse de algunos de ellos, porque las crisis tambi¨¦n son momentos de reconfiguraci¨®n. Bastante gente vivi¨® as¨ª Junio de 2013: como un tiempo que urge.

Tenemos que asumir el impasse como potencia. No hay c¨®mo salir, hay que entrar en ¨¦l.

Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.

Sitio web: desacontecimentos.comEmail:elianebrum.coluna@gmail.comTwitter:brumelianebrum

Traducci¨®n de ?scar Curros

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