A la c¨¢rcel por no pagar la tele
Una alemana pasa dos meses en prisi¨®n por negarse a sufragar el canon de la radiotelevisi¨®n p¨²blica
A don Erre que Erre, aquel personaje del cine de la Espa?a tardofranquista que hac¨ªa lo imposible por recuperar unas pocas pesetas que consideraba suyas, le ha salido en Alemania una alumna aventajada. La terquedad ¡ªo, si se prefiere, la coherencia¡ª ha llevado a Sieglinde Baumert al desempleo y a la c¨¢rcel. Hace tres a?os que esta mujer se niega a pagar el canon obligatorio para la radiotelevisi¨®n p¨²blica alemana. Tras hacer caso omiso de los requerimientos de pago, el pasado 4 de febrero acab¨® en la c¨¢rcel de mujeres de Chemnitz, en el este del pa¨ªs. Pero, como ocurr¨ªa en la pel¨ªcula de Paco Mart¨ªnez Soria, Baumert puede decir que al final se ha salido con la suya.
El peri¨®dico Die Welt public¨® el pasado domingo su historia; y al d¨ªa siguiente, despu¨¦s de dos meses de encierro, la cadena de televisi¨®n retir¨® la demanda penal, lo que permiti¨® su liberaci¨®n. La deuda, sin embargo, sigue viva y creciendo. Pero la insumisa cat¨®dica insiste: no pagar¨¢.
?C¨®mo puede alguien acabar en prisi¨®n por una deuda de 191 euros? Los intentos de embargarle el dinero fracasaron. Cuando el juez le enviaba peticiones para conocer sus bienes, esta cuidadora infantil de 46 a?os se negaba a firmarlos porque no quer¨ªa legitimar un sistema que considera inconstitucional. ¡°Cuando leo que un minuto de una retransmisi¨®n de f¨²tbol cuesta 40.000 euros me pregunto por qu¨¦ debo colaborar con un solo c¨¦ntimo¡±, aseguraba a Die Welt. En septiembre de 2015, un juzgado present¨® una orden de arresto. Pretend¨ªa as¨ª presionarla para que pagara. Ese es el momento en el que otros insumisos se suelen dar por vencidos. Pero no fue as¨ª.
El caso de Baumert es extremo, pero refleja un malestar extendido por los 17,5 euros mensuales que cada hogar alem¨¢n tiene que abonar, independientemente de si la casa cuenta con aparatos de televisi¨®n o radio o del n¨²mero de personas que convivan. A principios de 2015, 4,5 millones de hogares acumulaban retrasos u otros problemas en el pago. Nada m¨¢s conocerse la historia de la ¡°Robin Hood de Chemnitz¡±, como la bautiz¨® una p¨¢gina web simpatizante con su causa, las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo.
El canon establecido en 2013 ¡ªantes se pagaba en funci¨®n del n¨²mero de aparatos receptores que hubiera en cada casa¡ª es un tema caliente en Alemania. Sobre todo en c¨ªrculos ultraconservadores, que lo usan como ejemplo de la cada vez mayor lejan¨ªa entre los pol¨ªticos y el pueblo. En las manifestaciones del movimiento islam¨®fobo de Pegida no faltan las cr¨ªticas a este sistema de financiaci¨®n. Y el partido populista de derechas Alternativa para Alemania (AfD) propone su desaparici¨®n. La eurodiputada y vicepresidenta de AfD Beatrich von Storch se ha convertido en una de las l¨ªderes del movimiento al anunciar en su cuenta de Facebook que ella tampoco paga, y que las autoridades ya han iniciado el proceso para bloquearle las cuentas.
El canon televisivo es demonizado en estos ambientes porque re¨²ne dos de sus temas favoritos: por una parte, cimenta la idea de que las ¨¦lites se dedican a exprimir a los esforzados ciudadanos normales. Y por otra, escuece especialmente que el dinero vaya a engordar los bolsillos de unos medios a los que desprecian. No en vano conceptos como L¨¹genpresse (prensa mentirosa) o ¡°prensa Pinocho¡± son habituales en las concentraciones de Pegida o en el discurso de AfD. En estos sectores, Baumert se ha convertido en una hero¨ªna que se ha atrevido a plantar cara al Estado.
La persona que m¨¢s lejos ha llevado su lucha contra el canon podr¨¢ volver a casa, en la que, por supuesto, no hay ni rastro de radios o televisiones. Prefiere informarse por Internet. ¡°La liberaci¨®n me cogi¨® totalmente por sorpresa. No contaba con ella¡±, asegur¨® Baumert esta semana. Ella ya se hab¨ªa resignado a cumplir su condena de seis meses.
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