La sombra del 11-S planea sobre la visita de Obama a Arabia Saud¨ª
Riad amenaza con represalias ante un proyecto de ley sobre su posible papel en los atentados
La relaci¨®n entre Estados Unidos y Arabia Saud¨ª se asemeja cada vez m¨¢s a la de una pareja que no puede ocultar sus diferencias, pero que hace esfuerzos en preservar lo que les mantiene unidos. El presidente Barack Obama viaj¨® este martes al pa¨ªs ¨¢rabe y, como en sus dos ¨²ltimas visitas en 2014 y 2015, el objetivo es disipar recelos y afianzar la estrecha cooperaci¨®n militar.
La visita, en el marco de una gira que llevar¨¢ a Obama a Reino Unido y Alemania, viene condicionada por dos focos recientes de tensi¨®n: las cr¨ªticas del presidente a Arabia Saud¨ª en una entrevista period¨ªstica -en un tono inusualmente directo, lament¨® la dependencia militar saud¨ª, su apoyo a una versi¨®n radical del Islam y las violaciones de derechos humanos- y la amenaza de Riad de tomar represalias econ¨®micas si el Congreso estadounidense aprueba una ley que permitir¨ªa llevar a juicio al Gobierno saud¨ª en caso de demostrarse que tuvo alg¨²n papel en los atentados del 11-S en 2001.
Ambos casos evidencian un cambio de ambiente en Washington: el viejo aliado saud¨ª es menos intocable. El presidente, los candidatos a sucederle en las elecciones de noviembre y congresistas elevan el tono y cuestionan aspectos de la alianza con Riad. La esencia de la relaci¨®n se ciment¨® hace 70 a?os durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt: EE UU ofrece un paraguas de seguridad a la monarqu¨ªa autoritaria a cambio de que sea una fuente de estabilidad en el convulso Oriente Pr¨®ximo y comprarle petr¨®leo.
El viraje actual llega tras las discrepancias por la pol¨ªtica estadounidense en Oriente Pr¨®ximo a ra¨ªz de las revueltas prodemocr¨¢ticas de la Primavera ?rabe y el acuerdo sobre el programa nuclear de Ir¨¢n, enemigo de Arabia Saud¨ª. Y tras reducirse la dependencia petrolera de Washington de Riad -su segundo proveedor, tras Canad¨¢- gracias al boom energ¨¦tico que ha vivido EE UU como consecuencia de la proliferaci¨®n de la t¨¦cnica de extracci¨®n del fracking.
La Embajada saud¨ª en Washington est¨¢ ubicada frente al complejo de edificios Watergate, epicentro del esc¨¢ndalo de espionaje que forz¨® la dimisi¨®n en 1974 del presidente Richard Nixon. Las intrigas pol¨ªticas se ciernen ahora sobre esa Embajada y una hipot¨¦tica implicaci¨®n saud¨ª en los atentados de 2001 en Nueva York y Washington, que causaron cerca de 3.000 muertes. 15 de los 19 terroristas que participaron eran saud¨ªes, igual que el entonces l¨ªder de Al Qaeda, Osama Bin Laden
El presidente, los candidatos a sucederle y congresistas cuestionan aspectos de la alianza con Riad
La comisi¨®n oficial del Congreso que investig¨® el 11-S no encontr¨® pruebas de que el Gobierno o altos cargos saud¨ªes financiaran a Al Qaeda, algo que ha negado repetidamente Riad. Pero las conspiraciones sobre un hipot¨¦tico papel saud¨ª se alimentan por el hecho de que est¨¢n clasificadas 28 p¨¢ginas del informe de la comisi¨®n, incluidas las referencias a que algunos funcionarios saud¨ªes que viv¨ªan en EE UU ten¨ªan alguna relaci¨®n con la trama terrorista.
La larga campa?a de varios congresistas a favor de la desclasificaci¨®n de esas p¨¢ginas se reactiv¨® en febrero de 2015 cuando Zacarias Moussaoui, un miliciano de Al Qaeda detenido en EE UU poco antes del 11-S y condenado en 2006 a cadena perpetua por su relaci¨®n con la red terrorista, declar¨® que miembros destacados de la familia real saud¨ª hicieron a finales de los a?os 90 donaciones a Al Qaeda y que ¨¦l se reuni¨® en Arabia Saud¨ª con el actual rey Salman, cuando era pr¨ªncipe, para entregarle cartas de Bin Laden.
La especulaci¨®n sobre un papel saud¨ª en el 11-S se ha afianzado ahora con el debate en el Congreso de una propuesta de ley que acabar¨ªa, en los casos de terrorismo en EE UU, con la inmunidad de que gozan los pa¨ªses extranjeros en determinados procesos judiciales en el pa¨ªs. La ley ha sido aprobada en comisi¨®n pero todav¨ªa no se ha votado en las c¨¢maras.
La Casa Blanca ha anunciado que Obama la vetar¨ªa porque cree que desencadenar¨ªa procesos judiciales contra EE UU de ciudadanos extranjeros. El Congreso necesita un dif¨ªcil consenso de dos tercios de ambos hemiciclos para anular un veto presidencial.
El debate incomoda a Arabia Saud¨ª. Seg¨²n el diario The New York Times, el ministro de Exteriores saud¨ª, Adel al-Jubeir, que hasta el a?o pasado era el embajador en Washington, advirti¨® en marzo a congresistas estadounidenses que su pa¨ªs vender¨ªa los 750.000 millones de d¨®lares que tiene en bonos estadounidenses si la ley se aprobase.
En la v¨ªspera del viaje de Obama, el portavoz del presidente dijo que conf¨ªa en que Riad tenga en cuenta el ¡°inter¨¦s compartido en preservar la estabilidad del sistema financiero global¡±.
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