Los toques, la franela, los botes: cuatro historias de tortura en el Estado de M¨¦xico
Testimonios dan cuenta de torturas cometidas por militares y marinos en Tlatlaya y Tejupilco en 2013
1. Azael: toques, descargas el¨¦ctricas, bajo la lengua
El 5 de febrero de 2013, a media tarde, varias camionetas de la Marina llegaron a la cantera de Azael Ben¨ªtez en Tejupilco, a tres horas de la Ciudad de M¨¦xico. Era la primera vez que ocurr¨ªa. La cantera, ubicada en el Cerro Gordo, es propiedad de la familia de Azael desde hace varias generaciones y ni ¨¦l, ni su padre, ni sus trabajadores recuerdan una visita parecida. ¡°Llegaron exigiendo saber a qui¨¦n se le pagaba¡±, explicaba hace unos meses Azael, un hombre recio, de pocas palabras y mirada desconfiada. Por pagar se refiere a la extorsi¨®n, al derecho de piso, al grupo delictivo que exig¨ªa una cuota para que Azael y su familia explotaran la cantera.
Aunque efectivamente pagaban, Azael, que entonces contaba 31 a?os, dijo que ellos no daban dinero a nadie. Se pod¨ªa meter en problemas, qui¨¦n sabe, pens¨®. Los marinos, cuenta Azael, lo subieron a una camioneta. En aquel momento vio a dos civiles en la parte trasera del veh¨ªculo. Aunque ¨¦l lo ignoraba, se llamaban Reynaldo Puebla y Oliver L¨®pez, vecinos tambi¨¦n de Tejupilco. Reynaldo organizaba bailes y Oliver ten¨ªa un puesto de tacos. Azael explica que lo marinos les llevaron al recinto feriado de Tejupilco. Llegaron como a las seis de la tarde y les metieron en un lugar cerca de los ba?os. Azael explica que se dio cuenta por el ruido que hizo una cisterna al descargar. Ah¨ª le volvieron a preguntar que a qui¨¦n pagaba derecho de piso. ¡°Yo no pago derecho de piso¡±, contest¨®.
En ese momento empezaron a golpearle en la cara, a gritarle. Luego le taparon la cara con una bolsa negra. ¡°Me dec¨ªan que les llevara con la persona a quien pagaba derecho de piso¡±. Luego, sigue, le quitaron la ropa y le taparon la boca con un trapo mojado, tratando de ahogarle, tres veces. Entre tanto le daban patadas en el est¨®mago. Luego, dice, empezaron los toques, las descargas el¨¦ctricas: ¡°en mis dedos de los pies, en mi pantorrilla, en los muslos, debajo del ombligo, debajo de la lengua y en la cabeza¡±.
De acuerdo al testimonio de Azael, el cuestionamiento de los marinos apenas vari¨®. Despu¨¦s de los toques, le preguntaron que d¨®nde ten¨ªan las armas ¡°los que cobran el piso¡±. Luego le quitaron el calz¨®n, los calcetines, le amarraron las manos a la espalda y le dejaron en el suelo. Azael cuenta que le siguieron golpeando durante toda la noche. Ya amanec¨ªa cuando le dijeron que se vistiera.
En sus declaraciones al agente de la procuradur¨ªa federal en Toluca, la capital del Estado de M¨¦xico, Oliver L¨®pez cuenta que aquel 5 de febrero estaba en una ferreter¨ªa. Ten¨ªa que comprar medio kilo de alambre para arreglar un cercado. Esa semana, el grupo de banda Beto y sus Canarios actuaba en una comunidad de Tejupilco y Reynaldo Puebla, el organizador, le hab¨ªa encargado que arreglara la valla del recinto. Sal¨ªa de la tienda, cuenta, cuando lleg¨® una camioneta de la Marina, se bajaron elementos armados y le dijeron: ¡°ya te carg¨® la verga¡±. Se lo llevaron. Ser¨ªan las 3 de la tarde.
M¨¢s o menos a la misma hora, Reynaldo Puebla entr¨® a una tortiller¨ªa en la carretera que lleva de Tejupilco a Toluca. Dice que iba a cambiar dinero para el baile, para dar cambio a las taquillas y a las barras. Cuando sali¨®, cuenta, una camioneta de la Marina pas¨® junto a ¨¦l y par¨®. Le dijeron que pusiera las manos en la nuca, el pregunt¨® por qu¨¦ y le contestaron con una cachetada. Acto seguido le metieron en su camioneta y se lo llevaron.
Oliver y Reynaldo acabaron igualmente en el recinto ferial de Tejupilco. Oliver no menciona que los marinos le torturaran, pero Reynaldo dice que le llevaron a un cuarto y le ordenaron que se desnudara. Luego le echaron agua fr¨ªa y le dieron toques por todo el cuerpo. Entre tanto le preguntaban por ¡°El Cholo, El Chilindrino y el Goyo¡±. Le dijeron tambi¨¦n que ¨¦l era carnicero y que recientemente hab¨ªa recibido un cargamento de armas en San Pedro Lim¨®n, municipio de Tlatlaya.
Apenas un a?o y medio m¨¢s tarde, el nombre de San Pedro Lim¨®n estar¨ªa en boca de todo el mundo en M¨¦xico, por la supuesta ejecuci¨®n de civiles a manos de militares en una bodega de la comunidad.
Despu¨¦s de una noche de torturas y vejaciones, Azael, Reynaldo y Oliver fueron presentados ante las autoridades por un supuesto delito contra la ley federal de armas. Dijeron que les hab¨ªan encontrado un fusil calibre 7,62, cartuchos, cargadores y tres granadas de fragmentaci¨®n.
La difusi¨®n la semana pasada de un video en que dos militares y un polic¨ªa federal torturan a una mujer cuestiona la manera de trabajar de las Fuerzas Armadas en M¨¦xico. Este suceso ocurri¨® a principios de 2015 en Ajuchitl¨¢n del Progreso, en la Tierra Caliente de Guerrero. Tejupilco es la puerta de entrada a la Tierra Caliente desde el Estado de M¨¦xico. Al sur de Tejupilco, Tlatlaya linda con Arcelia, pueblo vecino de Ajuchitl¨¢n. Tejupilco linda con Luvianos, puerta de entrada igualmente a la Tierra Caliente. La Marina mantiene una base en Luvianos desde hace a?os.
Los m¨¦todos de interrogatorio ¨Cla tortura¨C que describen Azael, Raymundo y Oliver, as¨ª como las historias que siguen, coinciden con el contenido del video de Ajuchitl¨¢n. En una de las secuencias, la cabo amenaza a la mujer: ?Quieres agua, quieres bolsa, quieres toques? Son esas tres modalidades, precisamente, las que se describen en estos testimonios.
Los datos de estas historias se obtuvieron de los expedientes de los casos, de los que EL PA?S tiene copia, as¨ª como de entrevistas con sus protagonistas, la mayor¨ªa al interior del Centro de Readaptaci¨®n Social de Santiaguito, en Almoloya de Ju¨¢rez, Estado de M¨¦xico.
2. Sacramento, botes en el est¨®mago
El martes 4 de junio de 2013, pasado el mediod¨ªa, un convoy de la Marina lleg¨® a casa de Sacramento Aguilar, en la comunidad de El Naranjo, en Tlatlaya, en el Estado de M¨¦xico. Sacramento, un migrante que trabaj¨® durante a?os en Estados Unidos en un concesionario de carros usados, apenas se inquiet¨®. Le preguntaron si pod¨ªan hacer una revisi¨®n. Contest¨® que s¨ª. Aunque no es lujosa, la casa de Sacramento es grande, de dos plantas, con el jard¨ªn bien cuidado. En el garaje, Sacramento gestiona una planta de tratamiento de agua: La depura, la embotella en garrafas y la vende. Comparada con las casas de alrededor, la de Sacramento llama ligeramente la atenci¨®n. ¡°Yo no tengo nada que esconder¡±, explica, ¡°por eso les permit¨ª entrar¡±.
Los marinos entraron a revisar la casa. Minutos despu¨¦s uno de ellos se dirigi¨® a Sacramento y le pregunt¨® si era ¡°ma?oso¡±, mafioso. ?l dijo que no y el otro contest¨® que ¡°ya sab¨ªan que ten¨ªa una orden de arresto¡±. Sacramento pidi¨® que le ense?aran orden y le contestaron que no, que qu¨¦ se cre¨ªa, que no le ten¨ªan que ense?ar nada y que ya le hab¨ªan ¡°fregado¡±. Ya entonces le apresaron. Primero, dice Sacramento, intentaron meterle en su camioneta y llev¨¢rselo ah¨ª, pero resulta que el veh¨ªculo se hab¨ªa quedado sin bater¨ªa. Luego le cubrieron la cara, le metieron en su pick up y salieron.
Sacramento dice que los Marinos marcharon rumbo a Arcelia. Lo sabe porque su casa yace junto a la carretera que une el centro urbano de este pueblo con el de Tlatlaya. Si vas a la derecha, vas a Arcelia, que queda a apenas 15 minutos en carro.
Le estuvieron paseando toda la noche. Los marinos, dice, le exig¨ªan que les diera ¡°nombres de gente ma?osa¡±, que de lo contrario le iban a ¡°chingar¡±. Sacramento, que conoce a integrantes de La Familia, la banda delictiva que domina la zona ¨Ccomo Azael, como muchos de los vecinos con los que he hablado en Tierra Caliente durante el ¨²ltimo a?o y medio¨C dijo que no sab¨ªa nada. ¡°Me dec¨ªan ¡®ponme a uno ching¨®n y te vas para casa¡¯ y como no acced¨ª me empezaron a golpear¡±. Los marinos detuvieron la camioneta, tiraron a Sacramento al suelo y empezaron a patearle. Unos se subieron en sus pies, otros en el est¨®mago, botaban. Luego le empezaron a echar agua en la cara y ¨¦l sent¨ªa que se ahogaba.
Despu¨¦s de varias horas de vueltas y golpes, Sacramento fue presentado ante las autoridades por un supuesto delito contra la salud. Dijeron que le hab¨ªan encontrado nueve kilos de marihuana y 30 gramos de metanfetamina.
3. Leonel, la toalla y el agua
El 8 de noviembre de 2013, m¨¢s o menos a la una de la tarde, Leonel Hern¨¢ndez volv¨ªa a casa de hacer unas compras en Arcelia. La casa de Leonel est¨¢ en el poblado de Rinc¨®n Grande, Tlatlaya, muy cerca de El Naranjo. Unos kil¨®metros antes, en el poblado de Nuevo Copaltepec, el Ej¨¦rcito hab¨ªa instalado un puesto de control. Cuando lleg¨® su turno, uno de los soldados, que le vio, dijo: ¡°hey, hijo de tu puta madre, a ti te busca la Marina¡±.
Cerca de Nuevo Copaltepec, en San Antonio del Rosario, el 102 Batall¨®n de Infanter¨ªa del Ej¨¦rcito mantiene una base de operaciones. En septiembre de 2014, la base de operaciones lleg¨® a o¨ªdos de la opini¨®n p¨²blica mexicana por su papel en el caso Tlatlaya. Soldados del batall¨®n destinados all¨ª hab¨ªan participado en un supuesto enfrentamiento con un grupo delictivo, del que murieron 22 integrantes. Una testigo denunci¨® m¨¢s tarde que los soldados hab¨ªan ejecutado a parte de los 22. La procuradur¨ªa federal acusa ahora a tres soldados de homicidio.
Ordenaron a Leonel que bajara de su veh¨ªculo, lo revisaron. En la fila de carros que aguardaba el control, Leonel vio a varios conocidos. Le saludaron. Algunos movieron la cabeza como preguntando qu¨¦ pasaba. Cuando acabaron la revisi¨®n, los militares le indicaron que subiera a la parte de atr¨¢s del carro. Leonel se subi¨® y dos militares abordaron la parte delantera. Leonel cuenta que avanzaron como 50 metros y luego pararon. Esperaron que una de las camionetas del Ej¨¦rcito les superara y luego la siguieron. Tomaron el camino con direcci¨®n a Tlatlaya. En El Naranjo dejaron la carretera y agarraron una brecha. Pasaron por unas bodegas y volvieron a parar. Entonces les alcanz¨® una segunda camioneta militar. Fue en ese momento, dice Leonel, cuando le taparon los ojos con una venda y empezaron a interrogarle. Le preguntaron que d¨®nde se encontraba la ma?ana, que cooperara o ¡°de lo contrario¡± le ¡°iban a sembrar una R-15¡±. Le dijeron que d¨®nde estaban las antenas con que se comunica La Familia. Leonel, que durante un tiempo, a?os atr¨¢s, se hab¨ªa dedicado a la venta de equipos de radio comunicaci¨®n, dijo que no sab¨ªa y que ¨¦l ¡°no trabajaba para eso¡±. Luego, dice, llegaron a una casa.
¡°Me ataron las manos hacia atr¨¢s, luego los pies. Me empezaron a echar agua en la cabeza cuando me ten¨ªan acostado. Me pusieron una toalla en la cara y con una cubeta me vaciaban (¡) Sent¨ªa que me ahogaba, mi desesperaci¨®n era grande¡±.
Al rato lo levantaron, volvieron a vendarle los ojos y le aventaron a la parte de atr¨¢s de la camioneta. Tomaron un camino y en una de esas, en una rendija bajo la venda, alcanz¨® a ver las viejas bodegas de la Comisi¨®n para el Desarrollo Agr¨ªcola y Ganadero del Estado de M¨¦xico. Estaba en San Antonio del Rosario, supo. Al rato le quitaron la venda y supo que le hab¨ªan llevado al cuartel militar que hay en la comunidad. Ah¨ª, en la parte de atr¨¢s de la camioneta, pas¨® toda la tarde. Luego, dice, a eso de las ocho de la noche, le llevaron a Luvianos, a la base de la Marina. Le interrogaron. Leonel les dijo: ¡°se?ores, ?ma?ana no me podr¨¢n dar chance de irme a mi casa, yo soy inocente?¡±. Un marino le contest¨®: ¡°disc¨²lpeme yo hago mi trabajo, la cuesti¨®n jur¨ªdica la desconozco¡±.
El pleito de Leonel con la Marina ven¨ªa de lejos. En una entrevista concedida a principios de 2015 en el penal de Santiaguito, explic¨®: ¡°De 2008 a 2011 vend¨ª equipos de radio, de comunicaci¨®n. El Ej¨¦rcito y la Marina pensaban que les vend¨ªa al crimen organizado¡ Ten¨ªa la tienda en Tejupilco y les vend¨ªa a todos, a refacciones Juan Olmos y refacciones Arcelia, a la cl¨ªnica Esquipula de Arcelia, al mes ten¨ªa tres o cuatro clientes. A veces no conoc¨ªa al cliente, s¨®lo llegaba y me dec¨ªa ¡®dame dos radios para comunicarme de una tortiller¨ªa a otra¡¯. Yo no estaba de acuerdo con esa pendejada. Cre¨ªan que agarr¨¢ndome a m¨ª iban a tener sus comunicaciones, pero yo hab¨ªa escuchado que ellos se traen sus t¨¦cnicos de Morelia¡±.
En enero de 2011, los soldados agarraron a Leonel, se lo llevaron al cuartel de San Antonio, le interrogaron, le golpearon. Le preguntaban que a qui¨¦n le vend¨ªa los equipos. Por la tarde le llevaron a la sede de la procuradur¨ªa federal en Toluca. Leonel dice que le sembraron dos armas, una del calibre .38 y otra del .45. Le condenaron a tres a?os, pero evit¨® la c¨¢rcel pagando fianza.
El 9 de noviembre de 2013, Leonel compareci¨® ante la fiscal¨ªa federal en Toluca, acusado de poseer armas y cartuchos de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, un fusil M16 y cuatro cartuchos.
¡°Me lo sembraron¡±, dijo, ¡°la vez que sal¨ª absuelto vend¨ª el negocio de radios. Yo fui profesor toda mi vida. Trabaj¨¦ en la primera 20 de noviembre de Rinc¨®n Grande hasta que me retir¨¦, en 2010. Luego cultivaba mi tierra, el ma¨ªz¡±.
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