¡°Mi marido ha trabajado por un pa¨ªs que ahora nos hace esto¡±
La violencia que azota a El Salvador no s¨®lo cobra v¨ªctimas entre pandillas; en el ¨²ltimo a?o y medio, 85 polic¨ªas han sido asesinados
La vida de Rosi se rompi¨® en pedazos cuando el 4 de mayo encontr¨® el rostro de su marido en la portada de un peri¨®dico salvadore?o. El polic¨ªa Roberto Castillo apareci¨® en los noticieros y diarios de todo el pa¨ªs con el mismo formato que muchos de los delincuentes que hab¨ªa ayudado a detener: frente en alto, rostro serio, ojos clavados en la c¨¢mara.
Despu¨¦s de a?os de trabajo como agente del servicio de inteligencia, la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica de El Salvador, en el marco de su investigaci¨®n contra la tregua entre pandillas, puso al descubierto su identidad. La justicia le atribuye haber introducido objetos il¨ªcitos en las prisiones durante la negociaci¨®n con las maras que entre marzo de 2012 y junio de 2013 que logr¨® reducir la violencia un 60% en uno de los pa¨ªses m¨¢s violentos del mundo.
Revelar su identidad podr¨ªa haber sido un tema menor si su casa, su tienda y su vida no estuvieran rodeadas de pandilleros, mismos que durante a?os se dedic¨® a perseguir y encarcelar. As¨ª que no pasaron ni 12 horas para que la noticia se regara por el pueblo en el que vive, a media hora en carro desde la capital; y con la noticia, las amenazas. La peque?a tienda de comestibles que sostiene a la familia est¨¢ incrustada en uno de los bastiones de la Mara Salvatrucha (MS-13), un peque?o municipio de casas de cemento y l¨¢mina rodeado de un espectacular paisaje verde.
Durante a?os convivieron con el miedo sin saltarse el protocolo: pagaban la extorsi¨®n, entregaban tarjetas telef¨®nicas cuando se lo exig¨ªan y guardaban silencio cada vez que sub¨ªa la cuota. Hasta ah¨ª, todo normal en un municipio controlado por pandillas. Pero todo cambi¨® a primeros de mayo, cuando la Fiscal¨ªa comenz¨® un proceso de persecuci¨®n hacia todo lo que huela a tregua.
"Desde que se conoci¨® su rostro, tuvimos que dejar la tienda y nuestra casa", explica Rosi al borde de las l¨¢grimas. "Aqu¨ª, en la puerta de al lado, ahora hay madres, hermanos de pandilleros que saben que mi marido es polic¨ªa y que quieren matarnos", a?ade. En el ¨²ltimo a?o y medio, 85 polic¨ªas han sido asesinados por los pandilleros, que pusieron a los uniformados en el punto de mira tras la escalada represiva desatada por el Estado desde inicios de 2015.
"?l comenz¨® de buena fe en este proceso de paz. Al principio no estaba muy convencido, pero poco a poco fue entendiendo que cualquier soluci¨®n a la violencia pasa por un di¨¢logo con esta gente que ¨¦l detestaba", explica desde el interior de una tienda de comestibles que tiene m¨¢s propiedades de reclusorio que de expendio de chucher¨ªas. Una enorme reja cubre la parte frontal y junto a un mostrador de cemento se abre una peque?a ventana desde la que despacha refrescos, maquinillas de afeitar, bolsas de patatas o recargas para m¨®vil.
La tregua entre pandillas logr¨® reducir la violencia en el pa¨ªs centroamericano de 14 a 6 muertos diarios gracias a la intervenci¨®n de un grupo de mediadores, que logr¨® beneficios carcelarios para ellos. Durante 15 meses Castillo fue el hombre encargado de entrevistarse en las c¨¢rceles con los l¨ªderes tatuados, as¨ª como de recibir casi 500 armas a las pandillas, en tres entregas distintas, como se?al de involucramiento en el proceso.
Ahora la Fiscal¨ªa lo acusa de introducir durante este tiempo en las prisiones productos tel¨¦fonos celulares o comida r¨¢pida de una determinada marca de pollo, la favorita de los salvadore?os. Hace dos semanas, el fiscal general orden¨® la detenci¨®n de la mayor¨ªa de negociadores, polic¨ªas y miembros de la sociedad civil que participaron en el proceso de paz; en total, 21 ordenes de captura (incluida la del director general de Centros Penales), de las que 18 ya se han ejecutado, y otros 3 funcionarios est¨¢n en busca y captura.
Desde entonces Rosi y sus hijos se mueven por casas de amigos y familiares. Duermen con una botella vac¨ªa junto a la puerta a modo de alarma rudimentaria por si vienen a por ella. Con un sueldo de polic¨ªa de 1.100 d¨®lares congelado y alejados de la tienda familiar, lo m¨¢s probable es que sus hijas tendr¨¢n que dejar de estudiar. "Mi esposo ha trabajado incondicionalmente para un pa¨ªs que ahora nos hace esto", explica.
El fiscal general Douglas Mel¨¦ndez, enemigo de la tregua y responsable de difundir la identidad de Castillo sin conceder ninguna protecci¨®n adicional, no ve problema alguno: "No podemos responsabilizarnos por situaciones de estas". "Estamos procesando a personas que se corrompieron, y si ¨¦l estaba cumpliendo una orden, es eso lo que queremos saber y deber¨ªan colaborar", a?ade. El fiscal aspira a que una declaraci¨®n de Castillo permita el procesamiento de m¨¢s colaboradores de la tregua, pero hasta ahora el fiscal se ha encontrado con una lealtad a prueba de bombas entre los negociadores de la tregua, y "nadie ha querido colaborar", explica. Hasta ahora.
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