Las victorias incompletas del movimiento LGTB en Colombia
A pesar de los avances en la ley, no existen garant¨ªas para el acceso a los derechos que evidencian la igualdad
Un anuncio de p¨¢gina entera en un diario nacional los tildaba de enfermos, dec¨ªa que eran abusadores de ni?os y que estaban propagando el sida en el pa¨ªs. El aviso, pagado por un grupo religioso y algunos pol¨ªticos de la derecha de Colombia, origin¨® que a principios de los a?os 2000, el movimiento LGTB se consolidara en el pa¨ªs. Se unieron para defenderse y buscar garant¨ªas ante la ley.
Desde el 2004 el pa¨ªs empez¨® a vivir avances importantes en materia de igualdad, aunque el mismo Estado ha dificultado el acceso a los derechos que la Corte Constitucional ha amparado. ¡°La legislaci¨®n es maravillosa, pero hacemos un reclamo para que se cumpla¡±, dice Marcela S¨¢nchez, de la ONG Colombia Diversa, una de las organizaciones que trabaja por el respeto de las garant¨ªas en pro de la igualdad.
Colombia ha sido pionera en aprobar derechos patrimoniales y de pensi¨®n de sobrevivientes a parejas del mismo sexo, as¨ª como dar v¨ªa libre al matrimonio y la adopci¨®n gay. Sin embargo, abundan los casos que quedan solo en el papel. Las demandas para que el Estado cumpla con lo que le corresponde parecen ir en aumento a medida de que se aprueba una nueva ley a favor del movimiento LGTB. El desconocimiento de la normativa jur¨ªdica por parte de los empleados p¨²blicos y la presi¨®n de la Iglesia e instancias como la Procuradur¨ªa han hecho que a la hora de la verdad, sea dif¨ªcil hacer valer lo que se ha ganado en la legislaci¨®n. Estos son algunos casos.
La primera pareja con aval para adoptar no ha podido hacerlo
Desde 2014, Ana Elisa Leiderman y Ver¨®nica Botero est¨¢n esperando que se cumpla la decisi¨®n de la Corte Constitucional que les permite adoptar a los dos hijos biol¨®gicos de una de ellas. Su caso fue catalogado como "hist¨®rico" y aunque la justicia reiter¨® que la condici¨®n sexual de una pareja no es motivo para negar el derecho a adoptar, ellas siguen luchando contra un sistema que se opone a reconocerlas como familia.
Los dos ni?os, de ocho y seis a?os, nacieron a trav¨¦s de inseminaci¨®n artificial. Ana Elisa fue la encargada de llevarlos en el vientre, pero las dos son las mam¨¢s. ¡°Tenemos la vida de una familia normal. Los llevamos al colegio, a vacaciones, no les falta nada¡±, dice Ver¨®nica, que para la ley es una desconocida para sus propios hijos. Ana Elisa y Ver¨®nica, que formalizaron su relaci¨®n fuera del pa¨ªs, ahora batallan contra una petici¨®n elevada desde la Procuradur¨ªa que exige que para que el proceso se d¨¦, deben encontrar al padre biol¨®gico de los menores.
¡°Ahora nos piden que busquemos al donante para que reconozca a los ni?os como suyos y nos entregue la patria potestad. Nuestro caso abri¨® la puerta para que otras parejas pudieran adoptar, pero nosotras seguimos sin poder hacerlo¡±, lamenta Ver¨®nica, que recuerda que la decisi¨®n del Constitucional reiter¨® que el derecho de los menores a tener una familia est¨¢ por encima del deseo de las parejas de tener hijos. ¡°Toda esta pelea es por los ni?os, necesitamos darles garant¨ªas jur¨ªdicas¡±, dice Ana Elisa.
Si llegara a faltar la mam¨¢ biol¨®gica, los ni?os quedar¨ªan en manos del Instituto de Bienestar Familiar (ICBF), una instancia del Estado en donde en la actualidad al menos 4.000 menores abandonados esperan por una familia que los adopte. ¡°No los podr¨ªa tener yo, a pesar de que he asumido el papel de mam¨¢ desde que nacieron¡±, se?ala Ver¨®nica.
Se unieron como pareja, pero siguen siendo ¡°solteras¡±
Tatiana Pel¨¢ez y Viviana Jordan, de 31 y 27 a?os, conviven desde hace tres a?os bajo la figura de uni¨®n marital de hecho. Algo as¨ª como una ¡°etapa m¨¢s que un noviazgo, pero menos que un matrimonio¡±, dicen ellas. Despu¨¦s de que en 2013, la Corte Constitucional encarg¨® al Congreso legislar sobre las uniones de parejas del mismo sexo, quienes quer¨ªan formalizar sus relaciones se tropezaron con un limbo jur¨ªdico. Algunas lograron que los jueces y notarios las casaran, pero otras solo encontraron como opciones la uni¨®n marital de hecho y la uni¨®n solemne, documentos que no les garantizaban los mismos derechos que un matrimonio civil.
¡°Llam¨¢bamos a pedir informaci¨®n en las notar¨ªas y el tono de quienes nos atend¨ªa cambiaba cuando le dec¨ªamos que ¨¦ramos dos mujeres que quer¨ªamos casarnos¡±, cuenta Viviana. ¡°La primera solicitud fue rechazada porque la Procuradur¨ªa intervino para decir que un matrimonio solo pod¨ªa darse entre un hombre y una mujer¡±, relata Tatiana. Hicieron dos intentos m¨¢s hasta que firmaron la uni¨®n marital de hecho, una figura que no es reconocida en todo el mundo y que no tiene los mismos efectos civiles que un matrimonio, un derecho al que s¨ª pudieron acceder decenas de parejas durante el vac¨ªo jur¨ªdico que hubo desde el a?o 2013.
¡°Yo no estoy en contra del matrimonio de las personas del mismo sexo, pero s¨¦ que a los jueces que los han celebrado, la Procuradur¨ªa los acosa¡±, recuerda Tatiana, cuando habla de una de las respuestas que le dio un juez. Ahora, que el Constitucional se pronunci¨® de nuevo sobre el tema y se?al¨® que los jueces y notarios est¨¢n en obligaci¨®n de celebrar matrimonios a parejas del mismo sexo, Tatiana y Viviana esperan decir muy pronto que est¨¢n casadas. ¡°No queremos seguir dando explicaciones sobre esa figura que firmamos y que nadie entiende, ni que nuestro estado civil siga siendo el de solteras¡±, insiste.
¡°Que el sistema de salud reconozca nuestra identidad¡±
Laura Weins ha asumido su identidad como transexual para llevar el liderazgo de esta poblaci¨®n, a trav¨¦s del Grupo de acci¨®n y apoyo a personas trans (GAAT). Aunque habla de los logros que han tenido en la ley, como la posibilidad de cambiar de nombre y de g¨¦nero en el documento de identidad, ve con preocupaci¨®n c¨®mo otras garant¨ªas, que tambi¨¦n est¨¢n en el papel, no se cumplen. Menciona el cambio de sexo o los tratamientos hormonales que el sistema de salud les deber¨ªa conceder. Tambi¨¦n denuncia la violencia de la que son v¨ªctimas y la falta de oportunidades laborales. ¡°Mientras algunos luchan por casarse y adoptar, nosotros solo pedimos que nos respeten la vida y que nos den oportunidades laborales¡±.
Weins dice que la edad promedio de vida de los transexuales en Colombia es de 30 a?os y cuenta que un alto porcentaje de los que sobreviven a la violencia termina en la prostituci¨®n. Asegura que mientras la mayor¨ªa de esfuerzos se han destinado a la lucha de parejas del mismo sexo, a los trans los tienen en el olvido. ¡°Ya es hora de que piensen en nosotras¡±, reclama.
Batallando por sus derechos hasta el final
Amanda se refiere a ¡°su compa?era de vida¡± cuando evoca a Amparo, su esposa. A sus casi sesenta a?os recuerda lo dif¨ªcil que era hasta hace un par de d¨¦cadas reconocer que era lesbiana. ¡°Si una mujer soltera con hijos era mal vista, imag¨ªnese lo que pensaban de nosotras¡±, cuenta. Cuando quisieron garantizar la seguridad patrimonial de Amanda ante el c¨¢ncer que padec¨ªa su pareja, se encontraron con un Estado que no las quer¨ªa reconocer, a pesar de llevar m¨¢s de 30 a?os de convivencia.
¡°Con la enfermedad, aument¨® la preocupaci¨®n por lo que podr¨ªa pasar ante la ley si ella faltara¡±, cuenta. Estuvieron m¨¢s de un a?o intentando hacer tr¨¢mites para garantizar los derechos pensionales, hasta que meses antes de la muerte de Amparo lograron que un juez en la costa colombiana aceptara casarlas. ¡°Todos nos daban excusas y ella ya se sent¨ªa muy enferma. Al final encontramos un lugar en donde hab¨ªa un funcionario dispuesto a ayudarnos¡±.
Al poco tiempo Amanda qued¨® viuda y tras esperar varios meses pudo obtener los derechos que le correspond¨ªan. ¡°Hay gente que sigue creyendo que solo pueden existir las parejas de hombres y mujeres. No entienden que las familias son diversas y que todos tenemos derecho a amar¡±, dice.
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