Jean-Claude Decaux, padre de la marquesina publicitaria
Autodidacta sin ning¨²n diploma en su haber, hijo de un modesto comerciante de zapatos, erigi¨® un imperio internacional
N¨²mero uno mundial de la publicidad en transportes p¨²blicos, aeropuertos y mobiliario urbano, el empresario Jean-Claude Decaux falleci¨® el pasado viernes a los 78 a?os tras una larga enfermedad. El millonario franc¨¦s era propietario de JCDecaux, grupo industrial especializado en la fabricaci¨®n e instalaci¨®n de mobiliario y publicidad urbana. Su trayectoria habr¨¢ estado marcada por dos exitosos inventos: los llamados abribus, marquesinas publicitarias situadas junto a las paradas de autob¨²s que puso en marcha en Lyon en 1964, y las bicicletas en libre servicio, que impuls¨® a partir de 2007 y logr¨® exportar a una decena de pa¨ªses, incluyendo a Espa?a.
La de Decaux es una de esas historias de ¨¦xito empresarial que ya no abundan. Nacido en 1937 en Beauvais, en la periferia de Par¨ªs, encarn¨® al self-made man franc¨¦s por definici¨®n, que logr¨® amasar su fortuna durante los llamados treinta gloriosos, las tres d¨¦cadas de crecimiento econ¨®mico que arrancan en los cincuenta. Autodidacta sin ning¨²n diploma en su haber, hijo de un modesto comerciante de zapatos, Decaux termin¨® erigiendo un imperio internacional. A los 18 a?os ya recorr¨ªa su ciudad natal en una Vespa de color verde, gritando a los cuatro vientos el nombre de la tienda familiar. Poco despu¨¦s lograba crear su primera empresa, dedicada a la instalaci¨®n de anuncios publicitarios en las autopistas francesas.
A partir de los primeros ochenta, Decaux apost¨® por transformar su negocio en una multinacional en toda regla. JCDecaux est¨¢ hoy presente en 70 pa¨ªses y 3.700 ciudades de m¨¢s de 10.000 habitantes. En 2015, su volumen de negocio super¨® los 3.200 millones de euros, un 76% procedente del extranjero. En 1982, solo representaba el 5% del total de sus ingresos. La ayuda de sus tres hijos, que le convencieron para salir a Bolsa, result¨® fundamental. Decaux decidi¨® mandarlos al extranjero y les encarg¨® supervisar el mercado internacional, para que forjaran su car¨¢cter y se ganaran su legitimidad, sin las ventajas que hubiera comportado trabajar cerca de su padre en Par¨ªs. ¡°No quer¨ªa que fu¨¦ramos hijos de pap¨¢¡±, explic¨® una vez su primog¨¦nito, Jean-Fran?ois.
La fortuna personal de este aficionado a la caza y la pesca superaba en 2014 los 4.600 millones de euros, cifra que sit¨²a a su familia entre las m¨¢s adineradas de Francia. Pol¨ªticamente conservador, restaur¨® de su propio bolsillo la localidad de Colombey-les-Deux-?glises, donde permanece enterrado su admirado Charles de Gaulle y donde Decaux tuvo una segunda residencia. Adem¨¢s, se le consideraba pr¨®ximo al expresidente Nicolas Sarkozy.
De la abuela que lo crio durante la posguerra francesa, Decaux hered¨® rasgos de car¨¢cter como su obsesi¨®n por la limpieza. Cuentan que era el ¨²nico alumno de su escuela que enceraba su pupitre, y que los visitantes que pasaban por su empresa sal¨ªan de all¨ª con el coche lavado. Tambi¨¦n su elegancia impert¨¦rrita y su legendaria atenci¨®n al detalle. Seg¨²n la leyenda, nada irritaba m¨¢s a Decaux que descubrir una marquesina da?ada. Los empleados de su empresa incluso disponen de un n¨²mero de emergencia para denunciar los desperfectos en el mobiliario urbano de su propiedad.
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