¡®The Jim Crow Treatment¡¯ o el estalinismo competitivo
El chavismo tiene un pecado original: naci¨®, contra su voluntad, como resultado de elecciones limpias
En 1890, el estado de Mississippi aprobaba una nueva Constituci¨®n, destinada a dejar sin efecto la vigente desde la postguerra civil. Mejor dicho: destinada a burlar la 15ava enmienda, que garantizaba a todos los ciudadanos el derecho al voto, excluyendo toda consideraci¨®n de raza o previa servidumbre. No era posible repudiar la 15ava enmienda, pero el supremacismo blanco la parodi¨® para impedir el voto negro.
Entre otras barreras, se puso en vigencia un requisito capacitario para votar. El ciudadano deb¨ªa registrarse ante un funcionario que comprobar¨ªa, in situ, la capacidad lectora del sujeto, pidi¨¦ndole que leyera e interpretara un fragmento de la Constituci¨®n. El funcionario, siempre blanco, eleg¨ªa las frases a interpretar; mientras que a los blancos les bastaba repetir las m¨¢s sencillas, los negros alfabetizados, desde luego ya pocos en proporci¨®n a la poblaci¨®n, eran interpelados para que explicaran la metaf¨ªsica constitucional de los Padres Fundadores.
Hace mes y medio, en toda Venezuela, casi dos millones de personas formaron largas filas no ya para tantear la suerte de conseguir alimentos, sino para consignar su firma y su huella digital en el formato autorizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) solicitando la realizaci¨®n de un refer¨¦ndum constitucional sobre la permanencia de Nicol¨¢s Maduro en la presidencia. El CNE, despu¨¦s de un intestino proceso de transcripci¨®n y examen de las firmas, descart¨® alrededor de 600.000 por razones tan claras como las que asist¨ªan a los funcionarios sure?os o a los miembros del Ku-Klux-Klan: una letra manuscrita malformada; un error en la direcci¨®n de recolecci¨®n; firmantes de otra circunscripci¨®n, huellas declaradas ¡°ilegibles¡± por alg¨²n experto, nombres trasladados desde la planilla al ¡°sistema¡± con errores, supuestos fallecidos, supuestos reos condenados, o incapacidad del ¡°sistema¡± para aceptar nombres con ¡°e?e¡± que el software no reconoce.
Casualmente qued¨® excluida la mayor¨ªa de los l¨ªderes pol¨ªticos de la oposici¨®n. Y no nos detengamos en la violencia que gobierno y ¡°paragobierno¡± en forma de motorizados armados ejercieron contra manifestantes que rechazaban este proceder.
Era la primera etapa de un viacrucis, de una estrategia Jim Crow destinada a burlar el derecho fundamental del ciudadano, su consagraci¨®n, como dijo Pierre Rosanvallon. Durante esta semana, los firmantes deber¨¢n presentarse ante 300 puntos de ¡°validaci¨®n¡± biom¨¦trica de su identidad, con el fin de ratificar que sus firmas son en efecto suyas y no el resultado de una conspiraci¨®n de la tenebrosa derecha venezolana e imperialista. La distribuci¨®n de los puntos de validaci¨®n avergonzar¨ªa al mismo Elbridge Gerry, en cuyo honor se empez¨® a hablar del gerrymandering. Todo ello debe resultar en que deben reunirse las ¡°manifestaciones de voluntad¡± del 1% de los electores. Son menos de 200.000 firmas. Pero, como corresponde a la situaci¨®n Jim Crow, este 1% debe calcularse sobre el registro de votantes de cada uno de los 24 estados y no sobre el registro nacional. Esto permitir¨¢ disminuir la validaci¨®n en los estados controlados por gobernadores chavistas.
Los detalles son casi pornogr¨¢ficos y me los perdonar¨¢ el lector. Una vez recolectado (por segunda vez) este 1%, y siendo admitido por el CNE (un proceso que, como no est¨¢ contemplado en ning¨²n reglamento, tampoco tiene un lapso legal determinado por otra cosa que no sea la misma voluntad de las autoridades electorales), comienza la fase superior del dispositivo: la recolecci¨®n de las ¡°manifestaciones de voluntad¡± del 20% de los electores (este es, en cambio, el ¨²nico requisito que figura en la Constituci¨®n para la convocatoria a referendo). Unos cuatro millones de electores deber¨¢n manifestarse en tres d¨ªas. Y una vez validadas sus voluntades, el CNE deber¨¢ convocar a la realizaci¨®n del referendo. ?Cu¨¢ndo? Esto no se mide en tiempo sino en pulgadas de presi¨®n sobre el gobierno de Maduro.
Nada de esto figura en el reglamento que ya se ha utilizado en referenda anteriores. Cada uno de los obst¨¢culos es ideado, en cuesti¨®n de horas, en un aquelarre conducido por los m¨¢s ¨ªntimos del alto gobierno, sin que el CNE pueda guardar el decoro republicano que en otras ocasiones le oblig¨® a moderar su sujeci¨®n al gobierno.
?Ah! El decoro republicano. En estos d¨ªas me volv¨ª a involucrar en la bizantina discusi¨®n acerca de la taxonom¨ªa pol¨ªtica del chavismo. Una discusi¨®n que llevar¨¢ a?os, espero. Para efectos pr¨¢cticos, la etiqueta m¨¢s descriptiva es la m¨¢s obvia: una forma local de los autoritarismos competitivos, esa quimera que espanta y fascina a los polit¨®logos. Con el twist madurista, podemos llamarlo ¡°estalinismo competitivo¡±. El ox¨ªmoron es suficientemente poderoso. El caso concreto es que el chavismo tiene un pecado original: naci¨®, contra su voluntad, como resultado de elecciones limpias.
Eppur si muove: as¨ª como era imposible desconocer la 15ava enmienda, le es imposible al chavismo, o lo que queda de ¨¦l, desconocer esa legitimidad popular que tanto enarbol¨®. Puede, eso s¨ª, tratar de acallarla, desmoralizarla, retrasar sus efectos. Maduro, agazapado tras el Palacio de Justicia, Fuerte Tiuna (sede del poder militar) y el CNE, transita por los bordes del precipicio estalinista a la espera de que pase lo peor de una crisis que estima, contra toda evidencia y toda racionalidad, temporal. Se entrega, as¨ª, a una lucha de desgaste, de trincheras, de avance y retroceso, de jimcrowing corajudamente resistido por una sociedad que quiere cambio, que quiere recuperar su dignidad y sus m¨¢s b¨¢sicas libertades.
* Colette Capriles es profesora en la Universidad Sim¨®n Bol¨ªvar, Caracas. Twitter:?@cocap.
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