Nigel Farage, el otro padre de la consulta
Nigel Farage, l¨ªder eur¨®fobo, ha sido el detontante pol¨ªtico del refer¨¦ndum convocado por Cameron
El hobby de Nigel Farage es visitar campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. ¡°Campos de botella¡±, correg¨ªa un compa?ero de afici¨®n en una entrevista en la BBC, en alusi¨®n a la costumbre de su cuadrilla de secar las bodegas de los restaurantes antes de arrojarse a la comuni¨®n con la historia. All¨ª, a la intemperie, Farage piensa en el Viejo Continente. En cu¨¢ndo, y por qu¨¦ demonios, todo se torci¨®.
Si de algo no se puede acusar a Nigel Farage, de 53 a?os, es de falta de coherencia pol¨ªtica, virtud que ha escaseado en esta campa?a. El l¨ªder de los proeuropeos, el primer ministro David Cameron, echaba pestes sobre la UE hace solo cinco meses. Para Jeremy Corbyn, el l¨ªder laborista que se jacta de su fidelidad a sus principios, el proyecto europeo es solo un mal menor por el que ha renunciado a abrir un nuevo frente con su partido, enarbolando un t¨ªmido europe¨ªsmo lleno de matices. Y qu¨¦ decir de Boris Johnson, cara visible de la campa?a del Brexit, que decidi¨® su postura horas antes de empezar la batalla, probablemente guiado por sus ambiciones pol¨ªticas personales, y que se ha definido como ¡°proinmigraci¨®n¡± al frente de una campa?a basada en el control de las fronteras.
Nigel Farage no. Su postura carece de matices. Ya cuando se gradu¨® en la prestigiosa escuela privada de Dulwich College y se lanz¨® a buscar fortuna en la City, ten¨ªa su enemigo bien identificado: el proyecto europeo.
Hoy, suceda lo que suceda, ser¨¢ el final de un trayecto para Nigel Farage. Quiz¨¢ no termine su carrera pol¨ªtica, pero s¨ª ser¨¢ el fin de una traves¨ªa personal en la que, admirablemente, ha logrado embarcar a todo un pa¨ªs.
Si Reino Unido decide permanecer en la UE, despojar¨¢ de sentido al partido que preside, el antieuropeo UKIP. Si se impone el Brexit, habr¨¢ cumplido su misi¨®n vital aunque probablemente ser¨¢n otros, el exalcalde de Londres Boris Johnson, por ejemplo, quienes se lleven el m¨¦rito.
Pero, como ¨¦l mismo quiso recordar en su ¨²ltima intervenci¨®n de la campa?a, si hemos llegado hasta aqu¨ª es por Nigel Farage. Su amenaza al Partido Conservador ¡ªUKIP fue la formaci¨®n m¨¢s votada en las europeas de 2014¡ª llev¨® a David Cameron a convocar un refer¨¦ndum con la ilusi¨®n de zanjar para siempre el debate europeo. De Farage tambi¨¦n es el m¨¦rito de haber destapado, y colocado en la primer a l¨ªnea del debate pol¨ªtico brit¨¢nico, el miedo a la inmigraci¨®n que subyace en la Inglaterra media.
Farage, casado en segundas nupcias con una alemana y padre de cuatro hijos, encarna la caricatura del liberal anglosaj¨®n. Cuanto menos Estado, mejor. Y un supra Estado, claro, ni en pintura. Para Farage la libertad individual es soberana, lo que le ha llevado a sostener posturas relajadas respecto a la legalizaci¨®n de las drogas y el matrimonio homosexual, ideos poco populares entre sus votantes.
Ha intentado entrar en el Parlamento de Westminster siete veces y las siete ha fracasado. La dispersi¨®n geogr¨¢fica de los 3,8 millones de los votos que obtuvo su partido en las generales de 2015, m¨¢s que la suma del tercer y el cuarto partidos en la c¨¢mara, le dej¨® de nuevo sin esca?o. El ¨²nico que obtuvo el UKIP lo ocupa Douglas Carswell, desertor tory con quien no se puede ver ni en pintura.
Pero qui¨¦n quiere un esca?o cuando, en su visi¨®n del mundo, cada pub es un Parlamento. Hijo de un agente de bolsa alcoh¨®lico, que abandon¨® el hogar cuando ¨¦l ten¨ªa cinco a?os, Farage ha convertido a la pinta de cerveza en una extensi¨®n de su figura y en un interfaz para conectar con el ingl¨¦s medio. Se apret¨® tres en su desternillante comida con el corresponsal pol¨ªtico del Financial Times, adem¨¢s de media botella de Burdeos y una copa de oporto. El alcohol es el combustible de sus airados debates pol¨ªticos. Los responsable del centro metodista de Westminster le confiscaron dos botellas de ginebra antes de subir al escenario en un debate televisado. Al contrario que la ginebra y la t¨®nica, dir¨ªa m¨¢s tarde, ¡°el metodismo y el faragismo no combinan muy bien¡±.
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