La venganza justiciera del pol¨ªtico mexicano de moda
Arne aus den Ruthen deja su cargo para cumplir con una misi¨®n: "Limpiar de corruptos e infractores" las calles de toda la capital
Arne aus den Ruthen apela al orden con todo el peso de su apellido, de origen alem¨¢n y suizo. El pol¨ªtico local mexicano, m¨¢s conocido por sus pol¨¦micos v¨ªdeos donde expone a cualquiera que cometa una infracci¨®n en la v¨ªa p¨²blica, ha dimitido para cumplir una venganza personal: "Limpiar todas las calles de corruptos y gandallas [delincuentes]". Y extender su criticado m¨¦todo a toda la capital. El exfuncionario lo tiene claro: en Ciudad de M¨¦xico ha nacido un peculiar justiciero.?
Antes de querer imponer su concepto de justicia en todos los barrios, cre¨® una nueva figura pol¨ªtica nunca vista antes en el pa¨ªs: la de?city manager. Hasta este mi¨¦rcoles formaba parte del equipo de gobierno de la delegaci¨®n Miguel Hidalgo, que comprende algunas de las zonas m¨¢s adineradas. Su puesto consist¨ªa principalmente en?gestionar todos los servicios p¨²blicos de la jurisdicci¨®n.?Con su m¨®vil colgado al pecho, grababa en directo ¡ªa trav¨¦s de Periscope¡ª a quienes no recog¨ªan las heces de sus perros o colocaban balizas para resguardar su aparcamiento. Y exig¨ªa, casi siempre a gritos, que se respetaran las normas c¨ªvicas. En febrero de este a?o unos escoltas de un poderoso empresario le propinaron una paliza.
"No voy a discutir si es justa una sanci¨®n. Es la que marca la ley. Y la persona que comete la falta, debe recibirla. Le guste o no"
Su dimisi¨®n, reconoce, la ha precipitado una imputaci¨®n por corrupci¨®n esta semana. Uno de los hombres m¨¢s intransigentes con este tipo de pr¨¢cticas, ha recibido una dosis de su propia medicina. En un acto de honradez, ha decidido desmarcarse de la pol¨ªtica mientras se resuelva el juicio por un delito de violaci¨®n al uso de suelo de la empresa farmac¨¦utica de la familia. "Los funcionarios imputados por corrupci¨®n deben dejar siempre su cargo. Yo lo exijo siempre. No se lo puedo pedir a otros y no hacerlo en mi caso", explica en una entrevista a este diario.
Orgulloso de que ¨¦l jam¨¢s ha vivido de la pol¨ªtica y de que tiene suficiente dinero para mantenerse, quiere emplear sus esfuerzos en convertirse en el city manager de toda la capital. Esta vez como ciudadano y no como pol¨ªtico. Que se preparen los que ¨¦l llama "gandallas", que en M¨¦xico se refiere a los delincuentes de poca monta y ¨¦l los define, principalmente, como los que no respetan el espacio p¨²blico. "Ahora que he renunciado puedo cruzar las fronteras y exportar esa experiencia a toda la Ciudad de M¨¦xico.?Voy a estar en todas las delegaciones", cuenta.
Ha asumido que su trabajo no es hacer amigos. "Yo vengo a poner orden", remata. Ha recibido unas 30 denuncias por parte de particulares y de la Comisi¨®n de Derechos Humanos por exhibir p¨²blicamente a los que ¨¦l considera delincuentes. "Pero ninguna ha prosperado porque no he faltado a la ley", se?ala. Las cr¨ªticas sobre el uso de Periscope acaparon el debate pol¨ªtico de la capital y la jefa de Gobierno de la delegaci¨®n, y jefa del city manager, X¨®chitl G¨¢lvez,?defendi¨® p¨²blicamente la opci¨®n de mostrar en las redes a quienes violen la ley. "Se trata de un acto de transparencia del desempe?o del funcionario p¨²blico", a?ade Aus den Ruthen.
Mientras G¨¢lvez daba la cara, Ruthen pon¨ªa el cuerpo. Ese era el trato al que llegaron para gobernar juntos la delegaci¨®n bajo las siglas del partido conservador PAN. Seg¨²n reconoce el exfuncionario, no tiene ninguna empat¨ªa con los supuestos infractores, tampoco para presuponer su inocencia. "No voy a discutir si a las personas les parece justa la sanci¨®n. Es la que marca la ley. Y la persona que comete la falta, debe recibirla. Le guste o no", resume.
El inflexible Ruthen quiere exponer ahora a todos los que se salten las normas, sin importar la zona de la capital.?El nuevo y pol¨¦mico justiciero de Ciudad de M¨¦xico le ha declarado la guerra a la picaresca mexicana. Y a la impunidad, uno de los graves problemas del pa¨ªs.
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