Que empiece el futuro
Es importante asimilar que vivimos en los l¨ªmites de la realidad, en un modelo que est¨¢ muerto
Desde el principio de los tiempos, el comportamiento de los seres humanos ante un precipicio es, contra toda l¨®gica, dejarnos llevar, cerrar los ojos y confiar en que el dios de turno tendr¨¢ listo un soporte que nos sostenga e impida que caigamos al vac¨ªo. La crisis europea est¨¢ servida desde hace muchos a?os. Uno de sus momentos clave fue el d¨ªa en el que Alemania ¡ªese singular pa¨ªs conocido como el coraz¨®n de Europa¡ª decidi¨® que tomar¨ªa la amarga medicina de la austeridad y pondr¨ªa en marcha la teor¨ªa seg¨²n la cual Dios elige a los suyos y solo los que sobreviven a la disciplina m¨¢s dura pueden tener un ma?ana.
El problema de la Uni¨®n Europea es que fue la consecuencia directa de dos guerras mundiales y m¨¢s de cien millones de muertos. Se constituy¨® como ant¨ªdoto contra esa mala costumbre de los pa¨ªses europeos de destruirse entre ellos. Pero detr¨¢s siempre estuvo el ideal de Estados Unidos, la potencia mundial con una sola moneda ¡ªel d¨®lar¡ª, su fe en Dios y su Constituci¨®n. Y en ese sentido, lo m¨¢s dif¨ªcil de consolidar m¨¢s all¨¢ de un himno, una bandera o un Ej¨¦rcito, es una moneda. Sin embargo, se dej¨® pendiente todo lo dem¨¢s como las consecuencias de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la hegemon¨ªa del capitalismo sobre el comunismo y la desaparici¨®n de los contenidos sociales de la Uni¨®n Europea, indefensa ante la f¨¦rrea autoridad moral alemana.
Es necesario correr los riesgos que implican las transformaciones actuales o, de lo contrario, terminaremos por seguir conservando los cad¨¢veres institucionales en los refrigeradores
A partir de ah¨ª, Europa entr¨® en un proceso de crisis que termin¨® por liquidar su propia existencia como modelo de integraci¨®n, lo que la ha convertido en el blanco perfecto de los terroristas. Pero lo que no debemos olvidar es que los brit¨¢nicos, en defensa de su esp¨ªritu nacionalista, siempre establecieron una relaci¨®n diferenciada con el resto del continente. Y en ese contexto, si se observan los ¨²ltimos a?os, quienes aseguraron que a la libra le ir¨ªa mejor que al euro, no se equivocaron. Y visto el desarrollo econ¨®mico logrado hasta el momento, hay que reconocer que el modelo brit¨¢nico ha sido mucho m¨¢s exitoso que el europeo.
As¨ª lleg¨® el resultado del Brexit y la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea. Aunque no debemos confundirnos porque lo m¨¢s importante es asimilar que vivimos ya en los l¨ªmites de la realidad, en un modelo que est¨¢ muerto y que se ha llevado consigo el ideal europeo y un euro que solo ha favorecido a Alemania, con una enorme incapacidad para entender las necesidades del resto de los miembros.
Sin embargo, pese a quienes se empe?an en decir que en este refer¨¦ndum no hubo una suficiente participaci¨®n ciudadana (75%) ni la cantidad de votos requeridos (60%) para hacer v¨¢lido el Brexit y que piden un segundo refer¨¦ndum, hay una gran lecci¨®n que es conveniente analizar. Consiste en que, m¨¢s all¨¢ del miedo a lo desconocido, m¨¢s all¨¢ de lo que uno siente al levantarse una ma?ana, abrir la puerta y darse cuenta de que todo lo que exist¨ªa al acostarse ha desaparecido, hay una realidad indiscutible: que las instituciones europeas tan llenas de bur¨®cratas, tan llenas de normas, tan vigilantes y tan insensibles con las necesidades sociales de los miembros, ya no est¨¢n vigentes.
En los ¨²ltimos a?os, todos hemos jugado en un tablero en el que asegur¨¢bamos entender el llamado efecto mariposa y la teor¨ªa del caos, aunque al parecer en el fondo nunca estamos preparados para el cumplimiento y la consolidaci¨®n de los grandes cambios y transformaciones. Sin duda, lo que ha pasado es una gran lecci¨®n, sobre todo, cuando Espa?a, inmersa en un proceso electoral, tambi¨¦n ha sufrido las repercusiones inmediatas de ese sentimiento global que consiste en que nadie tiene certeza de lo que pasar¨¢ en el futuro inmediato, pero casi todo el mundo est¨¢ seguro de que algo ya se muri¨®.
Mientras tanto, es necesario correr los riesgos que implican las transformaciones actuales o, de lo contrario, terminaremos por seguir conservando los cad¨¢veres institucionales en los refrigeradores de unos modelos que ya no son capaces de conservar ning¨²n tipo de vida.
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