David Cameron, promesas rotas y un plan para el conservadurismo en el siglo XXI
El pol¨ªtico conservador asegur¨® que acabar¨ªa con el d¨¦ficit y reducir¨ªa la inmigraci¨®n pero no lo ha logrado
Tiene algo de crueldad el primer s¨ªmbolo de cambio de primer ministro en la centenaria liturgia constitucional brit¨¢nica. Un cami¨®n de mudanzas que entraba, con toda su prosaica carga de cajas y cintas de embalar, a primera hora del martes en Downing Street. ¡°Las mudanzas asequibles de Londres¡±, se publicita la compa?¨ªa escogida, la misma que trajo aqu¨ª las cosas de los Cameron en 2010. No hay tiempo para despedirse de la casa en la que los Cameron vivieron dos formaciones de Gobierno y tres referendos, victorias y derrotas, el nacimiento de un hijo y el fallecimiento de otro.
Seis a?os de vida metidos en 330 cajas de cart¨®n. Solo se queda el gato Larry, reclutado el 15 de febrero de 2011, que ostenta el cargo oficial de ¡°ratonero jefe de la Oficina del Gabinete¡±. Hubo recuerdos para el gato en la emotiva ¨²ltima sesi¨®n de preguntas parlamentarias al primer ministro que ha protagonizado este mi¨¦rcoles David Cameron. ¡°El rumor de que no quiero a Larry no es cierto¡±, dijo Cameron, esgrimiendo ante los diputados una fotograf¨ªa de caranto?as gatunas. Pero debe dejarlo atr¨¢s porque ¡°pertenece a la casa¡±, zanj¨®. Ahora ser¨¢n Theresa May y su esposo quienes cuiden de Larry. La pieza m¨¢s tangible del legado que deja el 75? primer ministro de Reino Unido.
Cameron dot¨® al conservadurismo brit¨¢nico de un horizonte y un plan para el siglo XXI. Pero inevitablemente pasar¨¢ a la historia por ser el primer ministro que sac¨® a Reino Unido de la Uni¨®n Europea. Su gran apuesta le impidi¨® consumar su agenda modernizadora e incluso la recuperaci¨®n econ¨®mica que hoy, con una amenaza de recesi¨®n que solo los nacionalistas nost¨¢lgicos m¨¢s irredentos descartan, est¨¢ en entredicho. Solo la historia confirmar¨¢ si, en su legado, pesar¨¢n m¨¢s las promesas rotas que los logros.
David Cameron es el hombre que devolvi¨® el poder a los conservadores despu¨¦s de 13 a?os en la oposici¨®n. Tom¨® hace diez a?os las riendas de una formaci¨®n que, tras haber perdido tres elecciones generales consecutivas, se arriesgaba a no ser ya el partido del poder por defecto. Eran, como dijo en 2005 la propia Theresa May, el ¡°partido malvado¡±. Sus postulados sociales e incluso econ¨®micos lo hac¨ªan pr¨¢cticamente inelegible en el nueva sociedad brit¨¢nica.
Pero Cameron lo humaniz¨®. Quiso ofrecer una nueva imagen de conservadurismo. Compasivo, ecologista, igualitario, civilizado. Bautiz¨® a su receta como Big Society, la sociedad grande. Compendi¨® que solo combinando la eficiencia econ¨®mica con el liberalismo social volver¨ªan al poder.
En 2010 gan¨® las elecciones sin mayor¨ªa suficiente para formar Gobierno. Pero lleg¨® al poder en un alarde del pragmatismo que se convertir¨ªa en marca de la casa. ¡°?Cu¨¢l es su chiste favorito?¡±, le preguntaron, y Cameron respondi¨®: ¡°Nick Clegg¡±. Pero el l¨ªder liberal dem¨®crata se convirti¨® en su vice primer ministro y en su llave de acceso a Downing Street a trav¨¦s del primer Gobierno de coalici¨®n desde la guerra.
Cameron estir¨® las angostas fronteras del partido. Quiso llegar, y lleg¨®, m¨¢s all¨¢ de los territorios tradicionales tories. Eran el partido de los ancianos y los privilegiados, pero con Cameron alcanzaron a minor¨ªas ¨¦tnicas y a estudiantes.
Tom¨® las riendas del pa¨ªs en medio de una crisis econ¨®mica y, cinco a?os despu¨¦s, Reino Unido era la econom¨ªa que m¨¢s crec¨ªa del G-8. Un crecimiento, todo hay que decirlo, desequilibrado: muy concentrado en Londres y, en concreto, en el sector financiero.
Pero la urgencia econ¨®mica transform¨® su pretendidamente compasivo conservadurismo en una pol¨ªtica de austeridad que acab¨® ceb¨¢ndose con los m¨¢s desfavorecidos, los mismos por los que prometi¨® gobernar. Los recortes al Estado de bienestar se vendieron como una necesidad a corto plazo, pero siempre sobrevol¨® la sospecha de una agenda oculta ultraliberal de reducir el Estado a su m¨ªnima expresi¨®n.
Su plan era concluir su proyecto social y econ¨®mico en los cuatro a?os que le quedaban, tras haber anunciado que no se presentar¨ªa a un tercer mandato en 2020. Pero su gran apuesta se lo impidi¨®. En su primer discurso como l¨ªder se propuso acabar con el ¡°dale que dale¡± sobre Europa que corro¨ªa su partido. Pero, parad¨®jicamente, su epitafio ser¨¢ el del primer ministro del Brexit.
Su debilidad fue ser m¨¢s t¨¢ctico que estratega. No logr¨® tejer alianzas en Europa para reformarla y atenuar el rechazo en su partido al proyecto. Ante la amenaza populista del UKIP, realiz¨® su gran apuesta. Un refer¨¦ndum sobre Europa, con la secreta esperanza, quiz¨¢, de que la necesidad de volver a pactar con los liberal dem¨®cratas le liberar¨ªa del compromiso. Pero en mayo de 2015, contra todo pron¨®stico, gan¨® las elecciones con mayor¨ªa absoluta. Tuvo que celebrar el refer¨¦ndum y sus bazas para lograr una verdadera reforma del club eran ya nulas.
Incluso cuando la situaci¨®n de incertidumbre creada por la decisi¨®n de abandonar la UE se estabilice, sus cr¨ªticos defienden que pesar¨¢n m¨¢s sus promesas rotas que sus logros. Su legado social se limita al matrimonio igualitario y a un encomiable compromiso con ayuda al desarrollo internacional, aspectos ambos que record¨® ayer, rodeado de su familia, en su ¨²ltimo discurso a las puertas de Downing Street, antes de presentar su dimisi¨®n a la reina. Pero prometi¨® acabar con el d¨¦ficit para 2015, luego para 2020 y al fin, sobrepasado por el terremoto del refer¨¦ndum, renunci¨® para siempre. Prometi¨® reducir la inmigraci¨®n neta por debajo de los 100.000 y la deja en 330.000.
Celebr¨® un refer¨¦ndum de independencia de Escocia para superar las presiones a la integridad territorial del pa¨ªs. Y gan¨®, pero la amenaza de la independencia escocesa est¨¢ hoy m¨¢s viva que nunca.
Record¨® ayer, ante las puertas de la casa que se dispon¨ªa a abandonar, que hoy hay 2,5 millones de personas m¨¢s trabajando que cuando lleg¨®. Que hay un mill¨®n m¨¢s de empresas. Pero se fue dejando al pa¨ªs sumido en la mayor incertidumbre de su historia reciente. Este mi¨¦rcoles, en su ¨²ltima sesi¨®n parlamentaria como primer ministro, se aplic¨® a s¨ª mismo las palabras que un d¨ªa le dedic¨® a Tony Blair: ¡°Despu¨¦s de todo, como dije en una ocasi¨®n, yo fui el futuro¡±. Pero hoy David Cameron, para bien o para mal, es ya el pasado.
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