La calle es de Erdogan
Los partidarios del presidente secundan el llamamiento del l¨ªder turco a seguir movilizados ante el temor de nuevas acciones de unidades de militares rebeldes
¡°Si ellos tienen tanques, nosotros tenemos fe¡±, tronaba este domingo en la monumental mezquita de Fatih de Estambul, escenario de funerales de Estado, con voz de tribuno el presidente de la Rep¨²blica. Turqu¨ªa desped¨ªa a las v¨ªctimas de la mayor intentona golpista registrada en 35 a?os, que se ha cobrado unos 290 muertos, m¨¢s de un tercio de los cuales eran militares alzados en armas para derriban un Gobierno elegido en las urnas. Banderas turcas cubr¨ªan los f¨¦retros y ondeaban en los veh¨ªculos de los apesadumbrados cortejos que recorr¨ªan la ciudad.
Hasta el habitualmente impasible Recep Tayyip Erdogan rompi¨® en l¨¢grimas al pronunciar la eleg¨ªa en la ceremonia f¨²nebre del dirigente islamista Erol Olcak, muerto al enfrentarse con los militares alzados en Estambul.
¡°Erol era un viejo amigo, siento no poder seguir hablando m¨¢s¡±, dijo con la voz quebrada. ¡°Que Dios se apiade de su alma¡±. Olcak, que perdi¨® la vida junto con su hijo de 16 a?os en unos los dos puentes sobre el B¨®sforo, fue uno de los principales responsables de la campa?a en la que Erdogan conquist¨® la presidencia con el 52% de los votos en primera vuelta, en las primeras elecciones en las que los turcos eleg¨ªan directamente a su presidente.
El Ayuntamiento del Area Metropolitana de Estambul ¡ªcontrolado por los islamistas desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, cuando Erdogan se hizo con la la alcald¨ªa¡ª hab¨ªa movilizado su parque m¨®vil para frenar el avance de la intentona golpista. Camiones de recogida de basuras, gr¨²as, veh¨ªculos de bomberos¡ segu¨ªan formando el domingo barricadas m¨®viles en puntos estrat¨¦gicos como las rotondas de acceso al aeropuerto Atat¨¹rk, los peajes de los puentes colgantes y la residencia privada del presidente de la Rep¨²blica, en la parte asi¨¢tica de la ciudad.
Su llamamiento a los ciudadanos para ocupar plazas y calles frente los militares alzados contra el poder leg¨ªtimo parec¨ªa a¨²n vigente de madrugada a la entrada de la principal terminal a¨¦rea de Turqu¨ªa, poco despu¨¦s de que aterrizar¨¢ el primer avi¨®n de Turkish Airlines procedente de Madrid tras la suspensi¨®n de vuelos decretada a consecuencia del pronunciamiento. ¡°?Tayyip es nuestro presidente!¡±, coreaban grupos de partidarios de Erdogan en un ambiente festivo cuando a¨²n no hab¨ªa despuntado el d¨ªa.
En la plaza de Taksim, el coraz¨®n de la zona europea de Estambul y epicentro de protestas ciudadanas, decenas de manifestantes dormitaban al mediod¨ªa a la sombra de los escasos ¨¢rboles que rodean el monumento a la reunificaci¨®n e independencia de la Turqu¨ªa moderna tras la I Guerra Mundial. A la espera del atardecer, cuando estaba convocada una nueva concentraci¨®n masiva de apoyo a Erdogan, una pareja con un cargamento de banderas turcas se dispon¨ªa a montar un puesto de venta en la plaza. ¡°La peque?a cuesta 10 liras (unos tres euros) y la grande 25¡±, explicaban ante la perspectiva de un buen negocio.
Envuelto en una bandera turca, el electricista Taner, de 34 a?os, aseguraba haber atravesado en 24 horas todo el pa¨ªs desde el sureste de Anatolia, donde se encontraba trabajando el viernes, hasta la puerta de la casa familiar de Erdogan en el distrito estambul¨ª de Uskudar. ¡°El que atac¨® al pueblo no era nuestro Ej¨¦rcito¡±, argumentaba ante la residencia privada del presidente turco, convertida en un fort¨ªn por unidades policiales de ¨¦lite de la Direcci¨®n General Antiterrorista, cuya sede en Ankara fue bombardeada por los golpistas. ¡°Tuve que tomar varios autobuses y hacer autoestop¡±, dec¨ªa este votante fiel del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco), ¡°y seguir¨¦ aqu¨ª hasta que lo ordene nuestro l¨ªder¡±.
Centenares de manifestantes aprovechaban para hacerse fotos ante los veh¨ªculos todoterreno blindados pintados de negro de las unidades antiterroristas ¡ªque se parecen mucho a los que el Ejercito israel¨ª utiliza para patrullar en Cisjordania¡ª junto agentes armados con subfusiles autom¨¢ticos y embutidos en chalecos antibalas. ¡°Hace casi tres d¨ªas que estoy aqu¨ª¡±, relataba Derya, de 36 a?os y madre de tres hijos, mientras hac¨ªa ondear la ense?a nacional roja con la media luna y la estrella al paso de la comitiva presidencial de Erdogan. La caravana de m¨¢s de de 20 veh¨ªculos ¡ªhab¨ªa varios guardaespaladas sobresaliendo por las ventanillas con las armas montadas¡ª con cristales tintados para no identificar en cu¨¢l de ellos viajaba Erdogan fue aclamada con algarab¨ªa. ¡°No no moveremos hasta que se acabe la amenaza¡±, asent¨ªa Derya junto con otras dos mujeres cubiertas con el velo y vestidas seg¨²n la tradici¨®n conservadora isl¨¢mica pese la sofocante y h¨²medo bochorno de las orillas del B¨®sforo.
Erdogan no ha dejado de movilizar a sus seguidores ante el temor a que una unidad golpista descontrolada intente seguir con el pronunciamiento por su cuenta en una acci¨®n de consecuencias impredecibles. Los tiroteos segu¨ªan escuch¨¢ndose en el aeropuerto de Sabiha Gokcen, el segundo de la ciudad, ya en la parte asi¨¢tica. ¡°Esta semana que comienza es muy importante. No hay que abandonar las plazas¡±, proclam¨® el presidente en la mezquita de Fatih. La multitud le pidi¨® m¨¢s tarde que reinstaurara la pena de muerte en Turqu¨ªa, abolida antes de iniciar las negociaciones de adhesi¨®n con la Uni¨®n Europea, para los condenados por golpismo.
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