Matar al adversario, una forma de hacer campa?a en las elecciones de R¨ªo
Una ola de ejecuciones revela los peligrosos y sin embargo aceptados lazos entre la pol¨ªtica y el crimen


Una llamada telef¨®nica hizo temblar al diputado estatal Deodalto Jos¨¦ Ferreira hace algo m¨¢s de un mes. ¡°O lo dejas ya o tu familia pagar¨¢ las consecuencias¡±. Desde entonces, el precandidato a alcalde de la ciudad Belford Roxo, en la Baixada Fluminense, regi¨®n metropolitana de R¨ªo, ya no sale ni para hacer la compra. No se separa de su guardaespaldas y va en un coche blindado.
Dice el diputado que la amenaza viene de que ¨¦l empieza a despuntar en las encuestas y a molestar a los adversarios. Pero hay m¨¢s. Matar en la Baixada, una zona pobre y escasa de recursos p¨²blicos, es muy f¨¢cil. Y ¨²ltimamente, una oleada de ejecuciones ha sembrado el p¨¢nico en los pol¨ªticos de la regi¨®n.
"La milicia no tiene miedo de la polic¨ªa, pero s¨ª que se lo tiene a la pol¨ªtica y sabe que ella es el ¨²nico medio para perpetuarse"
Desde noviembre, once precandidatos y concejales de la zona -que concentra alrededor del 23% de la poblaci¨®n del Estado de R¨ªo- han sido ejecutados a tiros. A muchos tiros y algunos a plena luz del d¨ªa. Las ¨²ltimas dos muertes ocurrieron durante la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos y tuvieron a¨²n menos repercusi¨®n que de lo habitual. Ni todos los cr¨ªmenes est¨¢n relacionados, ni fueron motivados por disputas necesariamente pol¨ªticas: hay un crimen pasional y una pelea de tr¨¢fico. Pero la brutalidad de los asesinatos deja patente los peligrosos que son y lo aceptados que est¨¢n los v¨ªnculos entre el crimen organizado ¨Csobre todo las milicias, pero tambi¨¦n el narcotr¨¢fico y los grupos de exterminio¨C con la pol¨ªtica local. La Fiscal¨ªa lleg¨® a pedir que las Fuerzas Armadas, desplegadas en R¨ªo para los Juegos Ol¨ªmpicos, se quedasen en el Estado para ayudar a mantener la seguridad durante la campa?a electoral, que comenz¨® el 16 de agosto. La mayor¨ªa de los entrevistados para este reportaje teme que haya muchos m¨¢s muertos hasta las elecciones, el dos de octubre.
Las milicias nacieron como patrullas de seguridad contra traficantes. Son bandas formadas por integrantes y exintegrantes de las fuerzas de seguridad (polic¨ªas, bomberos, agentes penitenciarios¡) y hace d¨¦cadas que act¨²an en R¨ªo de Janeiro. A d¨ªa de hoy controlan cerca de 170 regiones en el Estado. Viven de extorsionar a sus vecinos. Los milicianos cobran tasas por usar servicios b¨¢sicos como agua, gas, transporte alternativo, se?al pirateada de televisi¨®n, Internet y, por supuesto, seguridad. El que no paga no est¨¢ a salvo. ¡°En las zonas m¨¢s pobres el Estado es totalmente ineficaz, hasta en la seguridad. En la Baixada, formada por 13 municipios, hay menos polic¨ªas que en la zona tur¨ªstica de la ciudad¡±, explica el comisario Giniton Lages, encargado de la investigaci¨®n de los 11 cr¨ªmenes. ¡°Y donde el Estado no logra llegar, el crimen acaba llenando el vac¨ªo¡±.
"Est¨¢ todo carcomido, pero no quiero que las buenas personas dejen de ser candidatos por culpa del miedo"
En un centro comercial de uno de los barrios m¨¢s ricos de R¨ªo, el responsable de la campa?a de 350 candidatos en la Baixada Fluminense de un partido peque?o pero influyente en pol¨ªtica nacional explica con naturalidad las pr¨¢cticas que, cree, est¨¢n a la orden del d¨ªa en la contienda pol¨ªtica. Es decir, pagos en B y compra de votos de poblaciones dominadas por narcotraficantes o milicianos. ¡°En al menos cuatro de los 13 municipios de la Baixada impera la filosof¨ªa de ¡®eliminar al que molesta¡±, afirma, con la condici¨®n de mantener el anonimato. ¡°Cuando se habla de pol¨ªtica, se habla de poder, se habla de dinero. La milicia no tiene miedo de la polic¨ªa, pero s¨ª que se lo tiene a la pol¨ªtica y sabe que ella es el ¨²nico medio para perpetuarse¡±.
Fronteras indistinguibles entre milicias y poder
La Baixada Fluminense en n¨²meros

- La regi¨®n est¨¢ formada por 13 municipios y concentra el 23% de la poblaci¨®n de R¨ªo de Janeiro, m¨¢s de 3,3 millones de personas
- Su ?ndice de Desarrollo Humano (IDH) es menor que la media del Estado y concentra tres de los 10 menores ¨ªndices de desarrollo socioecon¨®mico de R¨ªo
- Duque de Caxias, la ciudad m¨¢s poblada de la Baixada, con 775.000 habitantes, tiene la segunda mayor recaudaci¨®n de Impuesto sobre Circulaci¨®n de Mercanc¨ªas y Prestaci¨®n de Servicios (ICMS) del Estado, perdiendo solo para la capital. El municipio responde tambi¨¦n por el sexto mayor PIB del pa¨ªs, seg¨²n el ayuntamiento local.
- En otros municipios, como Queimados, m¨¢s de un tercio de su poblaci¨®n es pobre y la renta domiciliar per c¨¢pita es baja (455 reales o 137 d¨®lares, la mitad del salario m¨ªnimo).
Fuente: Servicio Brasile?o de Apoyo las Micro y Peque?as Empresas (Sebrae) de 2015
La muerte de Ber¨¦m do Pilar, precandidato a concejal en la Baixada, al igual que los dos ¨²ltimos asesinados por las milicias, ilustra bien lo estrecho, complejo y laber¨ªntico que es el v¨ªnculo entre los criminales y la vida p¨²blica en algunos municipios del interior del Estado. La ma?ana del 2 de julio, una c¨¢mara de vigilancia c¨®mo dos hombres con guantes blancos y armados con una pistola y un fusil dispararon 21 veces a?S¨¦rgio da Concei??o de Almeida, conocido como Ber¨¦m do Pilar (una referencia al barrio de Duque de Caxias, donde viv¨ªa, a casi una hora en coche del centro de R¨ªo). Estaba en la puerta de su casa. Estaba armado.
Ber¨¦m era conocido en el barrio. Ten¨ªa fama de ser ¡°el que hac¨ªa el trabajo sucio¡± y ¡°se encargaba de la seguridad¡±, seg¨²n uno de sus vecinos. Para ¨¦l, tras la muerte de Ber¨¦m se han multiplicado los atracos. La Polic¨ªa sospecha que el muerto estaba involucrado con un grupo de milicianos y que su muerte vino por una disputa de territorio, agravada, quiz¨¢, por la ascensi¨®n del adversario en la escala del poder. El vecino, que insiste en no ser identificado, recuerda el entierro de Ber¨¦m: fueron varias autoridades pol¨ªticas locales .
Pero la Polic¨ªa va a m¨¢s. Sospecha que el asesinato de Ber¨¦m puede tener relaci¨®n con otras dos muertes. Una es la de Leandro da Silva, figura en ascensi¨®n pol¨ªtica, tambi¨¦n en Caxias. Leandrinho, precandidato a concejal, due?o de un almac¨¦n de agua y gas y presuntamente involucrado con la milicia, fue ejecutado a tiros en junio. La v¨ªctima estaba afiliada al PSDB (Partido de la Social Democracia Brasile?a), principal oposici¨®n del Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff, y hab¨ªa sido detenido dos veces por presunto homicidio.
¡°Los milicianos ven en en la pol¨ªtica una herramienta importante para consolidar su dominio¡±, aduce el comisario Lages, responsable de los homicidios en la Baixada y encargado de investigar un promedio de 130 asesinatos al mes. Estas luchas de poder no se dan solo en la precampa?a: tambi¨¦n se ven dentro de la administraci¨®n. Como cuando Geraldo Cardoso y Luciano Nascimento, concejales en dos ciudades diferentes de la Baixada, murieron a tiros a finales del a?o pasado. En aquellos momentos, ocupaban un papel determinante para el futuro de los alcaldes de sus respectivas ciudades.

Hace una d¨¦cada, la poblaci¨®n y las autoridades ve¨ªan a las milicias con buenos ojos: los criminales posaban en las fotos de campa?a junto a altos cargos, se presentaban como candidatos e incluso gobernaban. El compadreo dej¨® de estar ser bien visto a partir de 2008, cuando un grupo de milicianos tortur¨® a dos reporteros y a un ch¨®fer del peri¨®dico carioca O Dia. Investigaban, precisamente, los v¨ªnculos entre pol¨ªticos y milicianos. Aquello fue un esc¨¢ndalo de consecuencias irreparables. Arruin¨® para siempre la vida de las v¨ªctimas, que tuvieron que huir de R¨ªo, y termin¨® la tolerancia p¨²blica con los milicianos. Entonces fue cuando pasaron a los bastidores de la vida pol¨ªtica. Desde aquel a?o, m¨¢s de 1.100 integrantes de la milicias han sido presos, entre ellos 219 polic¨ªas militares, un diputado estatal y 791 civiles, seg¨²n datos facilitados por la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica de R¨ªo. Mientras, los grupos a sus anchas y el miedo se ha instaurado en los pol¨ªticos que aspiran a tener m¨¢s poder en determinadas regiones.
"No puedo afirmar que los ciudadanos sean totalmente libres a la hora de votar"
Andr¨¦ Ceciliano, precandidato al Ayuntamiento de Japeri, tambi¨¦n en la Baixada, por el PT, se desplaza en coche blindado y con guardaespaldas. Ya ha denunciado su tercera amenaza de muerte. ¡°La milicia forma parte de la administraci¨®n del municipio¡±, asegura, al ser preguntado sobre qui¨¦n puede estar por detr¨¢s de esas amenazas. ¡°La Baixada siempre ha vivido con mucha tensi¨®n la cuesti¨®n pol¨ªtica, pero hoy en d¨ªa est¨¢ peor que nunca¡±.
Ese temor es precisamente lo que el comisario Lages pretende evitar. El comisario buce¨® en los perfiles de las v¨ªctimas para resolver los cr¨ªmenes y no modificar la ¡°normalidad del proceso democr¨¢tico, una de las pocas cosas que funciona en Brasil¡±. Preguntado por la efectividad de un proceso democr¨¢tico en el que hay pr¨¢cticas como la compra de votos, las amenazas, las muertes, la prohibici¨®n de hacer propaganda de determinados candidatos en zonas dominadas por el crimen o el apoyo financiero y log¨ªstico de la milicia a campa?as amigas, el comisario suspira y asiente: ¡°S¨ª, no puedo afirmar que los ciudadanos son totalmente libres para votar. Est¨¢ todo carcomido, pero no quiero que las buenas personas dejen de ser candidatos por culpa del miedo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
