Los dem¨®cratas reniegan del tratado comercial estrella impulsado por Obama
La campa?a de Clinton cuestiona los beneficios del TPP y el Nafta
El sentimiento proteccionista sobre el que camina la campa?a de Donald Trump en materia de comercio ha calado tambi¨¦n en el campo dem¨®crata. Los ataques del republicano a los tratados internacionales han hecho correr r¨ªos de tinta, pero tambi¨¦n Hillary Clinton ha cuestionado los beneficios de la alianza con M¨¦xico y Canad¨¢ (Nafta, por sus siglas en ingl¨¦s) y se mantiene m¨¢s que distante del acuerdo estrella impulsado por Barack Obama para fortalecer los intercambios en el Pac¨ªfico (TPP). El comercio provoca divisiones en ambos partidos.
Unos cinco millones de empleos fabriles se han evaporado de EE UU en los ¨²ltimos 15 a?os. El dato sirve para entender la ansiedad de los estadounidenses de clase media y su creciente rechazo a una apertura comercial que, sospechan, tiene que ver con la fuga de empleos a pa¨ªses con mano de obra m¨¢s barata (olvidando, a veces, el peso que tambi¨¦n ha tenido la tecnolog¨ªa). Eso explica que los ya candidatos a la Casa Blanca, tanto del Partido Republicano como del dem¨®crata, adopten posturas que entran en contradicci¨®n con sus propias formaciones.
En el discurso para aceptar la nominaci¨®n, el pasado jueves, Hillary Clinton aludi¨® directamente a ese malestar y asegur¨®: ¡°Si cre¨¦is que debemos decir no a acuerdos comerciales injustos (¡), que debemos plantarnos ante China, que deber¨ªamos apoyar a nuestros trabajadores del sector del acero, de la automoci¨®n y nuestras f¨¢bricas locales (¡), un¨ªos a nosotros¡±.
Mientras, las gradas del pabell¨®n de Filadelfia donde se celebraba la convenci¨®n dem¨®crata para confirmarla como candidata estaban plagadas de carteles de protesta contra el TPP (las siglas con las que se conoce el Acuerdo de Asociaci¨®n Transpac¨ªfico) que impulsaron Estados Unidos y Jap¨®n con otros 10 pa¨ªses de la zona que no incluyen a China.
Si algo une a muchos de los electores a los que el partido de Clinton quiere conquistar con aquellos a los que apela Trump es el miedo a los efectos del nuevo tratado, una apuesta de Obama que ha supuesto cinco a?os de negociaciones. Y tanto la candidata como su compa?ero y aspirante a la vicepresidencia, Tim Kaine, han cambiado sus posiciones al respecto. Cambio de postura Como jefa de la diplomacia americana, Clinton defendi¨® de forma entusiasta el TPP: ¡°Fija el patr¨®n oro de los acuerdos comerciales para abrir un comercio libre, transparente y justo, el tipo de marco en el que rige la ley y que establece unas reglas iguales para todos¡±, dijo en 2012. Pero a partir de 2014 empez¨® a matizar que su adhesi¨®n depender¨ªa del contenido final y, en las primarias, recalc¨® que no cumpl¨ªa los requisitos necesarios para apoyarlo.
Dificultades para un nuevo tratado con Europa
Tambi¨¦n Kaine, que lo hab¨ªa defendido, lo critica. Clinton cuestiona ahora incluso los resultados del Nafta, la alianza comercial de Estados Unidos con Canad¨¢ y M¨¦xico que su marido, Bill Clinton, firm¨® en 1993 cuando era presidente.
Este es el complicado escenario con el que Obama pretende lograr refrendar el TPP en el Congreso este a?o, antes de dejar la presidencia. La postura de su partido se aleja de la que el mandatario pretende dejar como legado econ¨®mico. El a?o pasado logr¨® en el Senado una ley que le daba m¨¢s poderes para negociar por su cuenta los tratados comerciales con el apoyo de los republicanos y el rechazo masivo de sus compa?eros dem¨®cratas (curiosamente, Kaine vot¨® a favor). Con esa norma (llamada del fast track o v¨ªa r¨¢pida), el Congreso da su visto bueno a los acuerdos a posteriori y solo puede votar s¨ª o no.
Que fueran los republicanos los que hicieran posible el fast track para Obama refleja bien las contradicciones que esta campa?a est¨¢ suponiendo para los republicanos (tradicionalmente unos defensores a ultranza del libre comercio) con su candidato, que ha convertido su cr¨ªtica a los actuales tratados en una de sus grandes bazas electorales, y tambi¨¦n para los dem¨®cratas, cuyas bases sindicales son m¨¢s cr¨ªticas con la globalizaci¨®n? y reniegan del tratado de su presidente.
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