El verano de nuestro descontento
?Quedan esperanzas de que un payaso no se convierta en presidente de Estados Unidos?
No es la primera vez que los seres humanos nos empe?amos en probar lo que se siente al saltar al vac¨ªo. Sin ir m¨¢s lejos, el Partido Republicano tambi¨¦n celebr¨® una convenci¨®n en 1858 en la que Abraham Lincoln ¡ªque en ese momento era candidato para el Senado y posteriormente se convirti¨® en el presidente de Estados Unidos¡ª declar¨® que ¡°una casa dividida no puede mantenerse en pie¡±.
Observando las recientes convenciones republicana y dem¨®crata, resulta curioso tanto que los primeros aclamasen el ¡°triunfo de la voluntad¡± de Donald Trump en Cleveland como el escaso entusiasmo de los dem¨®cratas por Hillary Clinton en Filadelfia ¡ªcuna de la independencia estadounidense¡ª, a pesar de lo significativo que resulta que por primera vez una mujer sea la candidata a la presidencia.
Algo grave pasa en el mundo cuando la experiencia, la raz¨®n y el sentido com¨²n han ido desapareciendo
Algo grave pasa en el mundo cuando la experiencia, la raz¨®n y el sentido com¨²n han ido desapareciendo. Resulta muy preocupante la reaparici¨®n de las antorchas, las banderas, los uniformes y los discursos sobreactuados que, en ¨¦pocas de crisis y descontento, han sido el combustible que enciende a las masas y las conduce al camino de la destrucci¨®n.
En este momento existe una realidad muy clara y es que no estamos confrontando lo viejo con lo nuevo. Porque la confrontaci¨®n solo la hacemos con unos planteamientos que han sido superados, pero que, en cierto sentido, se perciben como garantes de una transici¨®n sin exabruptos. Especialmente en comparaci¨®n con el salto al vac¨ªo que representa encomendarle a un ni?o travieso, en el mejor de los casos, o en el peor, a un loco eg¨®latra, el laboratorio que podr¨ªa hacer estallar al mundo entero.
En ese contexto, es conveniente ser capaces de aprender las grandes lecciones que este verano de nuestro descontento est¨¢ dejando. La primera, que los hijos de Twitter, la nueva generaci¨®n de comunicadores, no est¨¢n vinculados a nada ni a la verdad, ni a la seriedad, ni a la intenci¨®n de que todo lo que proponen sea posible. Solo les interesa que su grito y su insulto sean m¨¢s fuertes que los de los dem¨¢s. Estamos ante una crisis generalizada donde lo nuevo quiere y exige furia, ruido y venganza, mientras que lo viejo resulta incapaz de articular una soluci¨®n.
La ausencia de propuestas y la sinraz¨®n logran avanzar victoriosa
Segunda, que los movimientos de los representantes del viejo orden pol¨ªtico ¡ªcomo aquel gran c¨®mplice de la Ley Patri¨®tica, de la invasi¨®n de Irak y de la crisis de 2008, llamado George W. Bush¡ª son los que han ido conduciendo a Trump hasta su designaci¨®n como candidato republicano.
La ausencia de propuestas y la sinraz¨®n logran avanzar victoriosas, mientras que los planes concienzudamente preparados y las experiencias acumuladas agonizan en una pelea est¨¦ril e in¨²til. Sencillamente, porque al nuevo provocador se le permite que falte a la verdad y que insulte, mientras que a los pol¨ªticos tradicionales solo hay que echarlos.
Ahora la realidad no es solo como una mala pel¨ªcula, sino que ya se ha convertido en la pesadilla de unas sociedades que no han tenido la capacidad de rectificar el camino que tomaron y que solo las llevar¨¢ a la devastaci¨®n.
A¨²n es dif¨ªcil saber c¨®mo nos levantaremos el 9 de noviembre, despu¨¦s de que todo haya pasado. Pero es posible que el mundo se levante con Trump y no sepa ni cu¨¢ndo se volver¨¢ a acostar. Sin embargo, ?quedan esperanzas de que un payaso no se convierta en el presidente de EE UU y de que al final triunfe la raz¨®n?
A¨²n es dif¨ªcil saber c¨®mo nos levantaremos el 9 de noviembre, despu¨¦s de que todo haya pasado
El problema es que la raz¨®n, como la justicia, no es un proceso individual, ni radica solo en unos cuantos. Es una corriente, un aire y una cosecha que compartimos toda una generaci¨®n. Y como est¨¢ escrito en la Biblia, para poder decir s¨ª primero hay que saber decir no.
Y en ese sentido, falt¨® decir no a la clase pol¨ªtica superada. Falt¨® decir no a los especuladores y estafadores que provocaron la crisis econ¨®mica y no pagaron por ello. Falt¨® decir no a los pol¨ªticos que, subyugados por las campa?as de imagen, entendieron que cualquier precio era insignificante frente al hecho de poder modificar la historia sobre la base de la mentira.
En este verano hay que saber que no estamos al borde del precipicio porque ya estamos en ca¨ªda libre. Esperemos que todos los que, con lluvia de globos, aclaman al que se postula como nuevo gu¨ªa del mundo occidental, logren recapacitar. Esa ser¨¢ la ¨²nica posibilidad de evitar la cat¨¢strofe. Les espero para seguir reflexionando en septiembre.
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