Por qu¨¦ siempre hay riesgo de nuevas tragedias
La larga serie de tragedias causadas por los se¨ªsmo en Italia nos ha ense?ado poco. Nada de planes de evacuaci¨®n, nada de puntos de encuentro, nada de nada
Mientras empeora el balance de v¨ªctimas del terremoto que sacudi¨® el valle del Tronto y la localidad de Amatrice, se hacen evidentes sus numerosas semejanzas con el terremoto de los Abruzos hace siete a?os. Y una constataci¨®n se impone: la larga serie de tragedias causadas por los terremotos nos ha ense?ado poco.
La hora es la misma, minuto m¨¢s, minuto menos. Las 3.36 marca el reloj del campanario en lo que queda de Amatrice. Hace siete a?os eran las 3.32 en L¡¯Aquila. Las dulces horas de la noche, en lo m¨¢s profundo del sue?o, un mi¨¦rcoles de finales de verano, los pueblecitos de los Apeninos todav¨ªa llenos de turistas; para muchos es un regreso a casa, a la de los padres, a la de los abuelos.
Las ra¨ªces no se pueden cercenar. Era el 6 de abril de 2009, un lunes de Semana Santa: muchos estudiantes universitarios ya se hab¨ªan marchado de L¡¯Aquila para volver a sus hogares. Las ra¨ªces fueron su salvaci¨®n. No fue as¨ª para los pobres chicos que permanecieron en la residencia de estudiantes, un edificio en mal estado. Y despu¨¦s, el despertar con los ojos desorbitados por el terror, el olor acre del polvo que impide la respiraci¨®n, la oscuridad, las primeras voces que se convierten en llanto, en desesperaci¨®n. Una noche infernal.
Cu¨¢ntas semejanzas. Lugares contiguos. Rieti, Amatrice, Accumoli, Pescara del Tronto, L¡¯Aquila, Onna. Pueblos antiguos que s¨®lo en parte se han visto preservados de la propagaci¨®n de construcciones en hormig¨®n armado no menos fr¨¢giles que las del pasado. Preciosos belenes y amenazas de ruina, de acuerdo con la definici¨®n de principios del siglo XX de un estudioso del sur de Italia tan apasionado como Giustino Fortunato.
Es la mezcla contradictoria de gran parte de los Apeninos, destinados a una despoblaci¨®n inexorable, excepto por cierta revitalizaci¨®n durante unas pocas semanas al a?o. Las ra¨ªces profundas, que siguen siendo vitales. El mi¨¦rcoles fueron fuente de dolor y de extrav¨ªo. No es momento de recriminaciones y acusaciones, sino de rescate, de ayuda, de socorro. Hay a¨²n vidas por salvar, o eso se espera.
Sin embargo, la larga serie de tragedias causadas por los terremotos nos ha ense?ado muy poco en el campo de la prevenci¨®n y de la educaci¨®n. Nada de planes de evacuaci¨®n, nada de puntos de encuentro, nada de nada. Una falta de preparaci¨®n colectiva que se hace a¨²n m¨¢s evidente a trav¨¦s de la impotencia de las im¨¢genes de las transmisiones televisivas en directo.
Un lejano recuerdo, vinculado a la noche infernal de L¡¯Aquila. Se descubri¨® que, alg¨²n tiempo despu¨¦s, no falt¨® gente que se frotaba las manos mientras se intercambiaba por tel¨¦fono noticias del desastre: ve¨ªan grandes contratos de reconstrucci¨®n en el horizonte. La risa de las hienas. ?Estamos seguros de que esa especie animal se ha extinguido? Confiemos en que s¨ª.
Luigi Vincinanza es exdirector de L?Espresso, que pertenece al mismo grupo editorial que La Repubblica, miembro de la alianza de medios europeos LENA.
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