Asesinato a sangre fr¨ªa en el hotel Terrain
Violaciones, torturas, saqueos... Reconstruimos, a trav¨¦s del relato de una v¨ªctima, el asalto de hombres armados a un hotel de extranjeros en Sud¨¢n del Sur y la falta de respuesta de los cascos azules
Una tarde algo m¨¢s tranquila que las anteriores. Era 11 de julio. Los inquilinos del hotel Terrain de Juba, cooperantes y contratistas extranjeros en su mayor¨ªa, soltaban nervios tras cuatro d¨ªas de combates entre militares y rebeldes en la capital de Sud¨¢n del Sur. Hab¨ªan muerto alrededor de 300 personas antes del alto el fuego firmado entre el presidente Salva Kiir y su exvicepresidente Riek Machar. Poco antes de las cuatro de la tarde, muchos se arremolinaron en el hall del hotel, un oasis de seguridad para los expatriados, ante el ruido que llegaba de la entrada exterior del Terrain. "Cuando vimos que se trataba de un ataque", dice al tel¨¦fono el filipino Gian Libot, de 29 a?os, "corrimos a las habitaciones; yo logr¨¦ esconderme debajo de una cama". Lo que vino a continuaci¨®n fueron cuatro horas de caos y pesadilla; violaciones, agresiones, torturas, un asesinato y mucha indignaci¨®n por la falta de respuesta de los cascos azules de la ONU, acuartelados a un kil¨®metro de distancia del hotel?¡ªla organizaci¨®n cuenta con m¨¢s de 12.000 militares en todo el pa¨ªs¡ª.
Libot, trabajador humanitario de vuelta en Filipinas, relata lo que sucedi¨® aquella tarde con mucha sobriedad. Es de las pocas v¨ªctimas que han facilitado su identidad. F¨ªsicamente est¨¢ bien, aunque emocionalmente mantiene heridas. Fue obligado junto a otros a ver la muerte a balazos del periodista local John Gatluak. Y le concede cr¨¦dito a los relatos de violaciones, aunque ¨¦l no las vio. "Me escond¨ª debajo de la cama", cuenta recordando el inicio del asalto, "para ganar tiempo porque sab¨ªa que me encontrar¨ªan, que no era el ¨²ltimo lugar en el que iban a mirar". Libot estaba en una habitaci¨®n dentro de una suerte de casa del p¨¢nico en la que se hab¨ªan metido muchos de los extranjeros del Terrain para protegerse. Desde ah¨ª pudo escuchar los disparos, los golpes y la rotura de cristales. Al otro lado de la puerta, cerca de un centenar de hombres armados con fusiles de asalto hab¨ªan penetrado en el complejo sin resistencia de los agentes de seguridad, y la emprend¨ªan a tiros contra las puertas de este b¨²nker expugnable.
El periodista de Associated Press Jason Patinkin ha tenido acceso al reporte facilitado por el due?o del hotel al Ej¨¦rcito sursudan¨¦s, seg¨²n el que al menos cinco mujeres fueron violadas, entre ellas varias extranjeras, hubo agresiones, torturas, ejecuciones falsas y saqueos. Fue una org¨ªa de violencia sin igual desde el conflicto abierto en diciembre de 2013 contra un objetivo hasta ese momento respetado en el joven pa¨ªs africano: los extranjeros. Dos horas despu¨¦s de llegar al hotel y tras reventar la puerta de la casa del p¨¢nico, los uniformados encontraron debajo de la cama y entre maletas a Libot. "Me dijeron que me iban a matar all¨ª mismo, que iban en serio", relata el filipino. No recuerda muy bien qu¨¦ hizo, salvo que trataba de "negociar" por su vida, encontrar dinero o lo que fuera para que le dejaran marchar. Seg¨²n la reconstrucci¨®n de Patinkin, los asaltantes solo hab¨ªan dejado salir a un norteamericano, tras agredirle, para que diera testimonio a su embajada de c¨®mo les estaban tratando. Logr¨® llegar al puesto de los cascos azules y dar la voz de alarma. No sirvi¨® de mucho.
La huida de Machar
Los cascos azules de la ONU no cuentan con una opini¨®n favorable en Sud¨¢n del Sur por su inacci¨®n o incluso falta de imparcialidad. El pasado 18 de agosto, la ONU confirm¨® que hab¨ªa facilitado el traslado precisamente del exvicepresidente Riek Machar, huido a mediados de julio, desde un lugar sin determinar dentro de Congo hasta otro tampoco sin detallar en el mismo pa¨ªs en el que le esperaban autoridades congole?as. A preguntas de EL PA?S, Aditya Mehta, portavoz de la organizaci¨®n, afirma que se hizo a petici¨®n de Congo y por "razones humanitarias".
Libot fue testigo de c¨®mo al inicio del asalto, colegas del hotel informaron al exterior. Seg¨²n la investigaci¨®n de Patinkin, un equipo de reacci¨®n r¨¢pida de UNMISS formado por et¨ªopes estuvo listo para acudir al Terrain, pero se abort¨® la misi¨®n. Esta aparente inacci¨®n de las tropas internacionales ha llevado a la Secretar¨ªa General de la ONU, dirigida por Ban Ki-moon, a encargar una investigaci¨®n independiente comandada por el general retirado holand¨¦s Patrick Cammaert que esclarezca los detalles no solo de este asalto sino tambi¨¦n de la muerte indiscriminada de decenas de civiles en Juba en julio.
Brian Adeba trabaja para la organizaci¨®n Enough Project, que monitorea los principales conflictos africanos. "Lo que ocurri¨® en el Terrain", se?ala Adeba, "representa un fallo total de la misi¨®n de la ONU". Adeba reconoce dos grandes problemas: el primero, la falta de mando, que hace que cascos azules de un pa¨ªs no atiendan las ¨®rdenes de compa?eros de otro pa¨ªs. En segundo lugar, muchos de los militares que sirven a la ONU son reacios a entrar en combate.
Muerte con testigos
"Cuando llegu¨¦ al pasillo", contin¨²a Libot, "vi al resto de rodillas". Poco despu¨¦s los llevaron afuera, los pusieron en c¨ªrculo y les dijeron que les iban a matar a todos para dar "un ejemplo" al mundo. Entre ellos estaba el reportero local John Gatluak. No viv¨ªa en el Terrain, pero llevaba all¨ª tres d¨ªas por motivos de seguridad. Un par de uniformados empezaron a gritarle en un idioma que Libot no pudo entender. Uno de los asaltantes le apunt¨® y dispar¨® en varias ocasiones. "Le mataron a sangre fr¨ªa, ¨¦l no estaba haciendo nada", prosigue el filipino. Gatluak era de la etnia nuer como lo es el exvicepresidente Machar y sus leales. Libot coincide con otros testigos en relacionar a los autores del asalto con fuerzas armadas vinculadas al presidente Kiir, de la etnia rival, los dinka.
Eran las siete de la tarde, m¨¢s de tres horas despu¨¦s de iniciado el ataque, y segu¨ªan entrando m¨¢s hombre armados al Terrain para arrasar con todo. Tras la muerte de Gatluak, seg¨²n el relato de Libot, muchos de los expatriados fueron trasladados a otro complejo en el que suele hospedarse personal humanitario. Se acab¨® el asalto, pero no la frustraci¨®n. ¡°Es extra?o lo de los cascos azules¡±, dice Libot, ¡°no entiendo por qu¨¦ no nos protegieron¡±.
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