Los brasile?os, agotados, hacen o¨ªdos sordos a la sesi¨®n del Senado
El d¨ªa hist¨®rico que vivi¨® Dilma Rousseff pas¨® sin pena ni gloria en las calles
La v¨ªspera de la votaci¨®n que decidir¨¢ si Brasil pierde definitivamente a la presidenta apartada del poder, Dilma Rousseff, fue otra farragosa jornada en la que el proceso de destituci¨®n de la mandataria continu¨® durante horas, en las que apenas se dijeron cosas que la mayor¨ªa de los brasile?os no est¨¦n ya hartos de o¨ªr durante los ¨²ltimos nueve meses.
¡°No sab¨ªa que Dilma fuese a hablar hoy, pero aunque lo hubiese sabido, tampoco la escuchar¨ªa¡±, explicaba a mediod¨ªa Sonia de Souza, de 47 a?os, desde su oficina en un banco de la Avenida Paulista, en el coraz¨®n de S?o Paulo. Un paseo por los establecimientos vecinos en el coraz¨®n de la ciudad m¨¢s grande del pa¨ªs demostraba que, si De Souza est¨¢ harta de un proceso cuyo final (la destituci¨®n de Dilma) muchos dan por sentado desde hace meses, no era la ¨²nica.
¡°Sab¨ªa que Dilma iba a hablar hoy, pero, ?qu¨¦ va a decir que sea diferente?¡±, protestaba Jorge Bastos, administrador de 60 a?os, camino de la comida. ¡°Cada vez que le dejan explicarse, o insiste en que est¨¢ sufriendo un golpe de Estado o se contradice. Hoy no va a cambiar nada¡±. Elcio Copesky, funcionario de 55 a?os, estaba de acuerdo. ¡°Solo quiero que esto acabe ya porque este proceso est¨¢ atrasando a todo el pa¨ªs¡±, explicaba entre caladas a un cigarrillo. ¡°Claro que [el presidente interino] Temer no va a cambiar nada, porque es m¨¢s de lo mismo, pero al menos el pa¨ªs volver¨¢ a funcionar¡±.
En Brasilia, la capital, tambi¨¦n se notaba cierto agotamiento ante el ¨²ltimo acto del juicio pol¨ªtico a la presidenta. En abril, cuando el proceso a¨²n estaba en la C¨¢mara de los Diputados, se echaron a las calles 100.000 personas. Ayer, en las afueras del Senado hab¨ªa un centenar de manifestantes defendiendo al Partido de los Trabajadores de Rousseff, entre un mar de vendedores ambulantes que ofrec¨ªan carne hecha en sus parrillas port¨¢tiles, empanadas o bebidas.
Sab¨ªa que Dilma iba a hablar hoy, pero, ?qu¨¦ va a decir que sea diferente?
¡°Hemos venido a manifestarnos a favor de la democracia¡±, explicaba Lucineide Lucinda, de 51 a?os, que hab¨ªa recorrido 550 kil¨®metros desde el Estado de Minas Gerais. ¡°Sabemos que ah¨ª dentro solo hay ladrones¡±, insist¨ªa, se?alando al edificio de enfrente. Un funcionario de Brasilia, Valter Loiola, de 64 a?os, estaba de acuerdo: ¡°No podemos entregarle el pa¨ªs a los golpistas con las manos abiertas¡±.
En media hora fue posible encontrar a una docena de manifestantes, 52 agentes de polic¨ªa descansando dentro de un autob¨²s y dos vendedores ambulantes. ¡°No he logrado vender nada. Ni una bandera ni una gorra¡±, se quejaba Paulo Anuncia??o Alves, de 44 a?os.
Tenemos que venir aqu¨ª para presionar a los senadores. Si no, correremos el riesgo de dejar a Dilma en la presidencia
La baja asistencia disgustaba especialmente a Andr¨¦ Rhouglas, publicista en paro de 55 a?os. ?l fue el primero en llegar para manifestarse a favor del impeachment porque Dilma Rousseff ¡°no puso frenos a la corrupci¨®n¡±, contaba. ¡°La gente se cree que Dilma ya ha ca¨ªdo, pero a¨²n no ha ca¨ªdo. Tenemos que venir aqu¨ª para presionar a los senadores. Si no, correremos el riesgo de dejar a Dilma en la presidencia¡±.
Esa ser¨ªa la peor noticia que se le podr¨ªa dar a Elcio Copesky, el funcionario de la Avenida Paulista de S?o Paulo. ¡°Dilma es tan repetitiva... Solo habla del golpe de Estado que est¨¢ sufriendo¡±, contaba, apurando su cigarrillo. ¡°Solo quiero que esto acabe¡±. No muy lejos de ¨¦l, Rodrigo Mendes caminaba con la mirada clavada en el m¨®vil. No estaba siguiendo el juicio pol¨ªtico a su presidenta electa, sino cazando Pok¨¦mon. ¡°Siempre pueden llegar a alg¨²n acuerdo. Por eso no me intereso por la pol¨ªtica y por eso no voto¡±.
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