Mensaje argentino (y urgente) para Temer
La experiencia de Macri ofrece a Brasil un espejo donde mirarse
En los ¨²ltimos tiempos del kirchnerismo, en la Argentina, se instal¨® una idea un tanto simplista sobre el futuro. Esa idea sosten¨ªa, b¨¢sicamente, que el pa¨ªs se hab¨ªa atrasado y complicado mucho por una serie de pol¨ªticas equivocadas ejecutada por gente desagradable, que iban a contramano de la sensatez y de las demandas del mercado. Y que todo consist¨ªa en poner las cosas en su lugar: correr a los desagradables y colocar abajo lo que estaba arriba y viceversa. Algo as¨ª sucede en estos mismos momentos en Brasil. Los mercados no quer¨ªan al PT, dicen algunos analistas. Y parece que basta la expulsi¨®n de Dilma del poder y poner en marcha algunas pol¨ªticas supuestamente sensatas para que florezcan todas las flores. Si Michel Temer se tomara unos minutos y espiara un poco lo que sucede en la Argentina, a nueve meses de la asunci¨®n de su colega Mauricio Macri, tal vez descubra que las cosas no son tan sencillas. Porque esa idea, hoy, aparece casi como una vulgaridad, un sinsentido, una ilusi¨®n, un caso t¨ªpico de wishful thinking, como se dice en la parte de arriba del mundo.
Est¨¢ claro que la pel¨ªcula de la Argentina macrista reci¨¦n comienza y que nadie puede conocer su final. Pero la foto es bastante inquietante. Macri dijo que llegaba para reducir la inflaci¨®n, la pobreza y la desocupaci¨®n, y para encaminar definitivamente al pa¨ªs en la senda del desarrollo. Sin embargo, los primeros efectos son exactamente los contrarios. La Argentina sufre la inflaci¨®n m¨¢s alta desde 1991, una de las contracciones m¨¢s fuertes de su sector industrial, una suba de alrededor de tres puntos en la cantidad de desocupados, y la ca¨ªda por debajo de la l¨ªnea de pobreza de cientos de miles de personas. Existe una discusi¨®n sobre qui¨¦n es el responsable de todo esto, y por eso Macri mantiene un respetable nivel de apoyo: muchos creen que los males derivan del pasado. Pero los males est¨¢n y contrastan demasiado con el clima festivo que se viv¨ªa en el momento de asunci¨®n del nuevo presidente. Hace meses, en este contexto, que el Gobierno anuncia que todo est¨¢ a punto de cambiar, que es inminente el punto de inflexi¨®n. Ahora celebra la ca¨ªda de la inflaci¨®n, pese a que los costos sociales han sido enormes para tan breve per¨ªodo.
Con el resultado puesto, es bastante sen cillo explicar lo que ocurri¨®. La Argentina ven¨ªa de cuatro a?os consecutivos de estancamiento. En ese contexto, el Gobierno decidi¨® liberar el tipo de cambio, lo que desat¨® una estampida inflacionaria, disparada por el crecimiento de los precios de importaci¨®n. A eso, el Gobierno le agreg¨® un necesario pero muy abrupto aumento de tarifas de gas y electricidad. Inmediatamente, el consumo se retrajo sensiblemente, A las peque?as empresas y los peque?os comercios, que ya estaban fr¨¢giles, les cay¨® mucho la facturaci¨®n y le subieron los costos. Tuvieron que ajustar o cerrar. Quien recorra hoy el centro de Buenos Aires se sorprender¨¢ por la cantidad de locales en alquiler. El Gobierno cre¨ªa que, como eso era lo que demandaba el mercado, la reimplantaci¨®n de la sensatez generar¨ªa un boom de inversiones. Lo ¨²nico que llegaron son cr¨¦ditos, ya que la Argentina es un pa¨ªs desendeudado que puede pagar tasas altas en d¨®lares, hasta que un d¨ªa, y aqu¨ª conviene rezar porque ser¨ªa muy traum¨¢tico, no le presten m¨¢s. Pero, como tambi¨¦n se le quitaron impuestos a los sectores exportadores para estimular su crecimiento, creci¨® enormemente el d¨¦ficit fiscal.
Cuesti¨®n que la alegr¨ªa inicial fue remplazada por una gran incertidumbre, y la convicci¨®n de que las cosas, definitivamente, no son simples en estos tiempos en Am¨¦rica Latina. Los mercados, sea eso lo que fuere, reclaman medidas, las celebran pero luego las inversiones no necesariamente llegan, o no llegan tan r¨¢pido, y las cosas se empiezan a poner espesas.
O sea que si Temer est¨¢ pensando en privatizar sectores estrat¨¦gicos, o en ajustar las cuentas p¨²blicas o en desactivar planes sociales, quiz¨¢ deber¨ªa saber que, en lugar de salir, puede estar encerr¨¢ndose m¨¢s en el laberinto heredado del propio Gobierno en el que particip¨® como vicepresidente.
No est¨¢ claro que para todo problema haya una soluci¨®n. Pero antes de aplicar algunas recetas, mejor pensarlo dos, tres y hasta cuatro veces.
En todo caso, la experiencia argentina ofrece al Brasil un espejo donde mirarse, un reflejo de que salir de ciertos esquemas es mucho m¨¢s costoso y complejo de lo que se dice en una campa?a electoral o en un proceso de impeachment.
Ojal¨¢ les resulte m¨¢s leve.
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