Candidatos sometidos a rayos X
Todo debe saberse y nada queda fuera del foco. Hillary Clinton, la candidata dem¨®crata a las elecciones de noviembre en Estados Unidos, lo sabe bien
Entre las servidumbres del poder, una de ellas es la transparencia, que abarca hasta lo m¨¢s ¨ªntimo de las personas. Todo debe saberse y nada queda fuera del foco. Hillary Clinton, la candidata dem¨®crata a las elecciones de noviembre en Estados Unidos, lo sabe bien. Conocemos desde hace tiempo las cuestiones m¨¢s dolorosas de su vida de pareja. En los ¨²ltimos meses hemos le¨ªdo y estudiado sus correos electr¨®nicos de su ¨¦poca de secretaria de Estado. Y esta semana, la hemos podido ver en un momento en el que que cualquier persona desear¨ªa estar a solas, lejos de la mirada de millones de desconocidos. Deshidratada y mareada, Clinton abandona el acto conmemorativo del 11-S en la zona cero de Nueva York. Se tambalea, est¨¢ a punto de desmayarse. Todo, bajo las c¨¢maras de los tel¨¦fonos m¨®viles, que en seguida lo reprodujeron en las redes sociales.
La indisposici¨®n de Clinton no habr¨ªa sido noticia si le hubiera ocurrido en el sal¨®n de su casa. Al ocurrir un espacio p¨²blico coloc¨® la salud de la candidata en el centro de la campa?a electoral. La semana acaba con ella y su rival, Donald Trump, publicando sendos informes sobre su estado f¨ªsico. De Clinton sabemos ahora que ha sufrido una neumon¨ªa: ocultarla durante 48 horas resucit¨® las acusaciones ser al¨¦rgica a la transparencia, que la acompa?an desde que entr¨® en la pol¨ªtica nacional a principios de los a?os noventa. De Trump, que toma un medicamento para reducir el colesterol y que presenta un ligero sobrepeso, 107 kilos. Son detalles que, en otros pa¨ªses, ni se revelan ni interesan. No es que en Estados Unidos siempre hayan interesado. Lo que contaba para un pol¨ªtico era que gobernase bien. Su vida privada, y en esto se inclu¨ªa su salud, se encontraba en una esfera protegida.
Pero hubo un momento, hacia los a?os ochenta, en que la vida privada del pol¨ªtico dej¨® de ser privada pas¨® a ser p¨²blica. El comportamiento del pol¨ªtico pas¨® a ser ejemplar: una falla moral pod¨ªa arruinar una carrera pol¨ªtica. La vida sexual de los candidatos, de repente, adquiri¨® m¨¢s peso en el debate que el programa electoral. Hillary Clinton lo sabe bien.
Una de las grandes paradojas de la campa?a de 2016 es que las fallas morales han dejado de ser un obst¨¢culo para llegar a ser el candidato de un gran partido ¡ªah¨ª est¨¢ el republicano Donald Trump, procaz, mentiroso y xen¨®fobo¡ª, pero la salud de los candidatos est¨¢ bajo el foco como nunca lo hab¨ªa estado. La explicaci¨®n m¨¢s plausible es que Clinton y Trump son baby-boomers de la primera hornada, miembros de la generaci¨®n de la explosi¨®n demogr¨¢fica nacidos en la inmediata posguerra mundial. Por edad, no hay que dar por hecho que su salud sea ¨®ptima. Ella tiene 68 a?os; ¨¦l 70. Si gana, Clinton ser¨¢ la segunda persona de mayor edad en el momento de llegar a la Casa Blanca, despu¨¦s de Ronald Reagan. Trump ser¨¢ el mayor.
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