Costa Rica ordena cerrar sus peores calabozos
La autoridad clausur¨® de manera definitiva los 44 espacios carcelarios conocidos como Las Tumbas, en mitad de La Reforma, la mayor c¨¢rcel del pa¨ªs
Casi 15 a?os despu¨¦s de la cr¨ªtica del Comit¨¦ contra la Tortura de Naciones Unidas, Costa Rica ha decidido clausurar de manera definitiva los 44 espacios carcelarios conocidos como Las Tumbas, en mitad de la mayor c¨¢rcel de Costa Rica, llamada La Reforma. La medida es el m¨¢s reciente de los pasos dados por la ministra de Justicia, Cecilia S¨¢nchez, una defensora de las pol¨ªticas carcelarias que ponen m¨¢s el foco en los derechos humanos a pesar de las cr¨ªticas que despierta en un sector de la poblaci¨®n m¨¢s proclive a la mano dura.
El lema de las autoridades ha sido la humanizaci¨®n de las casi 13.000 personas privadas de libertad en este pa¨ªs centroamericano donde, a pesar de un hacinamiento general del 44%, todav¨ªa el Estado tiene el control de sus prisiones. La ¨²ltima decisi¨®n afecta a Las Tumbas, las 44 habitaciones oscuras, asfixiantes y hediondas de tres metros por tres metros, con apenas un hueco en el piso para defecar y en algunos casos sin contacto visual con el exterior. Este es el ¨¢mbito F o ¡°m¨¢xima seguridad vieja¡± de La Reforma, en San Rafael de Alajuela, 14 kil¨®metros al oeste de San Jos¨¦. De momento unos 38 internos deben ser reubicados. Seg¨²n las autoridades carcelarias, no est¨¢n ah¨ª por su peligrosidad, sino por problemas de convivencia en otros espacios con el resto de presos.
Hacinamiento
Es el caso de Nataly, una transexual condenada por robo agravado antes de cumplir su mayor¨ªa de edad; sufri¨® abusos sexuales en los ¨¢mbitos regulares y la soluci¨®n que le ofrecieron fue recluirla en Las tumbas, con solo una hora de luz por d¨ªa o incluso sin ella durante los fines de semana, completamente aislada. O el de Idak Mas¨ªs, que asegur¨® a la prensa local haber pasado aqu¨ª los ¨²ltimos 10 a?os de su vida en muy malas condiciones.
¡°Seamos sensatos; ?hay posibilidades de que una persona se reincorpore a la sociedad si pasa a?os metida aqu¨ª?¡±, se pregunta el viceministro de Justicia, Marco Feoli, un joven abogado matriculado en la filosof¨ªa penitenciaria de la ministra S¨¢nchez. Ambos han puesto la cara a las cr¨ªticas, burlas, insultos y hasta amenazas de un sector popular que les achaca la sensaci¨®n de inseguridad en las calles.
En el ¨²ltimo a?o el Ministerio de Justicia se ha lanzado a combatir el hacinamiento en las c¨¢rceles mediante el traslado de una parte de los presos a reg¨ªmenes semiabiertos, lo que permite a algunos de ellos volver a las calles y a delinquir. Son casos aislados, ha querido decir el presidente, Luis Guillermo Sol¨ªs, con la frase ¡°una golondrina no hace verano¡±.
Informes internacionales en contra
¡°Lidiamos con una opini¨®n p¨²blica con poca tolerancia y una enorme incomprensi¨®n de la realidad en las c¨¢rceles y de c¨®mo estas no est¨¢n sirviendo para rehabilitar a quienes han cometido un delito, con el agravante de que en los ¨²ltimos 20 a?os nos hemos convertido en un pa¨ªs muy represivo, con la pena m¨¢s alta de Am¨¦rica Latina [50 a?os] y sin los resultados que se buscaban en las tasas de criminalidad, resultados desastrosos¡±, explica Feoli.
En 2009, en pleno pico de la percepci¨®n de inseguridad, los diputados aprobaron una ley que convirti¨® en delitos actos que hasta entonces se clasificaban como contravenciones, lo que elev¨® las cifras de presos. De un promedio inferior a los 300 ingresos por a?o, se pas¨® a casi 1.000. Esto elev¨® el hacinamiento del 10% al 44% y activ¨® la alarma por la insostenibilidad del sistema penitenciario, frente a una opini¨®n p¨²blica que presiona por condenar con c¨¢rcel el robo de una gallina, por ejemplo.
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