Un suicidio cuestiona la dureza de los entrenamientos de los ¡®marines¡¯ estadounidenses
Un joven musulm¨¢n se tir¨® al vac¨ªo tras ser vejado por un instructor, ya acusado de abusos
En la escena inicial de La chaqueta met¨¢lica, el indomable sargento Hartman espeta a sus subordinados en el centro de entrenamiento de los marines en Parris Island: ¡°No sois ni seres humanos. No sois nada m¨¢s que piezas desorganizadas de mierda anfibia. Porque soy duro, no os voy a gustar. Pero cu¨¢nto m¨¢s me odi¨¦is, m¨¢s aprender¨¦is¡±.
La cultura de dureza en el m¨¢s antiguo y c¨¦lebre centro de entrenamiento de los Marine Corps, retratada en la pel¨ªcula de Stanley Kubrick sobre la Guerra de Vietnam, ha vuelto a aflorar esta semana. Se han difundido los resultados de una investigaci¨®n por el suicidio en marzo de un infante musulm¨¢n que hab¨ªa sido vejado por su instructor y la acusaci¨®n de abusos a otro, tambi¨¦n musulm¨¢n. Hasta 20 marines y sus superiores se enfrentan a posibles cargos delictivos. Dos coroneles y un sargento responsables de los entrenamientos han sido apartados de sus puestos.
El incidente ha propiciado una introspecci¨®n en un cuerpo militar que bendice el autoritarismo y el sufrimiento como el camino para servir en la divisi¨®n m¨¢s prestigiosa del Ej¨¦rcito estadounidense. ¡°Prometemos entrenarles con firmeza, imparcialidad, dignidad y compasi¨®n¡±, aleg¨® el comandante de los Marine Corps, el general Robert B. Neller, tras anunciarse la investigaci¨®n, cuyos hallazgos aplaudi¨®. ¡°Para decirlo con simplicidad, la manera en que hacemos marines es tan importante como el producto final¡±.
Pero de la promesa a la realidad parece haber una distancia. La p¨¢gina web de Parris Island (Carolina del Sur) est¨¢ repleta de im¨¢genes de severidad. En una revista militar, un marine retirado escribe que el entrenamiento es ¡°el infierno en la tierra como deber¨ªa serlo¡±.
Kate Germano, que fue comandante del batall¨®n de entrenamiento de mujeres en Parris Island entre 2014 y 2015, sostiene que la muerte de Raheel Siddiqui era ¡°completamente prevenible¡±. ¡°Se puede atribuir directamente a la ausencia de liderazgo y supervisi¨®n en el Tercer Batall¨®n de Entrenamiento¡±, esgrime en una entrevista por correo electr¨®nico.
Siddiqui, un estadounidense de origen paquistan¨ª, muri¨® a los 20 a?os. A principios de marzo, inici¨® el entrenamiento en el Tercer Batall¨®n. Le cost¨® adaptarse y explic¨® que ten¨ªa pensamientos suicidas, aunque luego lo matiz¨®. Su instructor, cuya identidad no se ha divulgado, crey¨® que era una excusa para no entrenar. El 18 de marzo, Siddiqui pidi¨® ausentarse porque se sent¨ªa enfermo al despertarse. Su instructor se neg¨® a hacerlo. Le oblig¨® a hacer sprints y, cuando el infante se desplom¨® al suelo agotado, le solt¨® una sonora bofetada.
Tras la humillaci¨®n, el joven se levant¨® y huy¨® corriendo. Poco despu¨¦s, se tir¨® al vac¨ªo por el hueco de una escalera desde 11 metros de altura. Muri¨® unas horas despu¨¦s. Los investigadores lo calificaron de suicidio, y advirtieron de una cultura de abusos e impunidad en el batall¨®n.
Lo m¨¢s grave del caso es que el instructor de ese batall¨®n hab¨ªa sido denunciado por abusos, el noviembre anterior, por parte de un marine que hab¨ªa finalizado el entrenamiento. Pero la direcci¨®n del campo permiti¨® que siguiera en su puesto. El nombre del marine no se ha difundido pero se sabe que es musulm¨¢n. Seg¨²n la acusaci¨®n, un d¨ªa en el verano de 2015, el supervisor le solt¨® en p¨²blico: ¡°Nos vas a matar a todos en la primera ocasi¨®n que tengas, ?no, terrorista?¡±.
Castigado dentro de una secadora
En otro momento, le orden¨® que hiciera flexiones en una ducha. Al verlo mojado, dijo que ten¨ªa que secarse y le oblig¨® a meterse dentro de una secadora de ropa. A los 30 segundos, la par¨® para preguntarle para qui¨¦n trabajaba. Al responder que para ¡°nadie¡±, la encendi¨® de nuevo y le pregunt¨® cu¨¢l era su religi¨®n. Cuando respondi¨®, entre lloros, ¡°Islam¡±, reinici¨® el aparato para preguntarle si a¨²n era musulm¨¢n. Replic¨® que ¡°s¨ª¡± y lo encendi¨® una vez m¨¢s.
Seg¨²n la investigaci¨®n, la direcci¨®n de Parris Island conoc¨ªa al menos desde 2014 las vejaciones. Tambi¨¦n han aflorado otras irregularidades, como que algunos instructores estaban borrachos y hac¨ªan ejercicios de entrenamiento no autorizados.
Los detalles de la investigaci¨®n se conocen a las pocas semanas de que se desatara una pol¨¦mica despu¨¦s de que Donald Trump, el candidato republicano a la Casa Blanca, atacara a la familia de un soldado musulm¨¢n que muri¨® en la guerra de Irak. Trump promete prohibir la entrada de musulmanes extranjeros a EE UU.
La comandante Germano, que estuvo 20 a?os en el Ej¨¦rcito y ahora trabaja para la organizaci¨®n civil Service Women¡¯s Action Network, dej¨® su puesto en Parris Island tras una pol¨¦mica sobre los recursos para el entrenamiento femenino. Asegura que ¡°observ¨® y trabaj¨® duro para cambiar¡± una cultura laxa que toleraba los abusos de los instructores veteranos cuando todos sab¨ªan qu¨¦ pod¨ªan hacer y qu¨¦ no. ¡°Este comportamiento nunca se habr¨ªa aceptado en cualquier otro sitio de los Marine Corps¡±, se?ala.
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