El Woodstock de las FARC antes del final de la guerra
La X Conferencia de la guerrilla se parece m¨¢s a un macrofestival de m¨²sica que a un evento para dar por terminado el conflicto
Al llegar a la X Conferencia de las FARC, en la sabana del Yar¨ª, al suroriente de Colombia, se escucha constantemente una comparaci¨®n: ¡°Esto es el Woodstock fariano, el Glastonbury revolucionario¡±. Y por mucho que se trate de evitar el clich¨¦, el complejo que ha levantado de la nada la guerrilla en pocos meses se parece m¨¢s a un macrofestival de m¨²sica que a un evento para dar por terminada una confrontaci¨®n de m¨¢s de medio siglo y que ha dejado cerca de ocho millones de v¨ªctimas.
Los debates sobre el acuerdo de paz alcanzado con el Gobierno de Colombia son a puerta cerrada y participan como delegados al menos 200 guerrilleros. Cuando cae la tarde, un comandante practica sus dotes de comunicador en una rueda de prensa multitudinaria, con pocas preguntas y menos repreguntas. ¡°Estamos tratando 30 tesis, fundamentalmente los acuerdos¡±, explica Iv¨¢n M¨¢rquez, jefe negociador de las FARC en Cuba. ¡°Los compa?eros guerrilleros est¨¢n proponiendo nombres muy atractivos para el movimiento pol¨ªtico que saldr¨¢ de la conferencia¡±. El Secretariado tambi¨¦n recibe informes de los distintos bloques con sus valoraciones sobre lo pactado y sus preocupaciones por lo que viene. La seguridad y el futuro de los guerrilleros aparecen en las mesas de trabajo como una de las principales inquietudes, seg¨²n confirman fuentes de la Conferencia. El Gobierno ha permitido la salida de 24 presos para que acudan al evento, pero la desconfianza, pese a que la amnist¨ªa ya es negro sobre blanco, persiste. De disidencia o voces discordantes no quieren o¨ªr hablar. ¡°Todo va bien¡±, es la frase m¨¢s repetida.
La zona se ha transformado para la Conferencia. Hay un ¨¢rea?de camping, otra de literas o se puede vivir ¡°la experiencia guerrillera¡± en dos campamentos construidos por bloques llegados desde distintas partes de Colombia como su casa temporal y la de los centenares de periodistas que desde la semana pasada habitan esta zona. Esta opci¨®n conlleva ir al ba?o en una zanja, ducharse en una acequia sobre tablones, abrir el ojo a las cinco de la ma?ana cuando los camaradas comienzan a darse los buenos d¨ªas, y una comida al d¨ªa. Los guerrilleros mantienen sus uniformes y sus fusiles colgados a la entrada de las caletas. A¨²n no ha empezado la entrega de armas pactada como parte de los acuerdos de paz, ellos siguen en sus puestos. El Secretariado, el ¨®rgano de direcci¨®n de la guerrilla, sin embargo, s¨ª ha cambiado el verde oliva por la etiqueta de civil.
Los paisanos de los pueblos aleda?os han montado tiendas de alimentaci¨®n, de souvenirs revolucionarios, de productos de cannabis y puestos de comida con permiso de las FARC. M¨¢quinas excavadoras y camiones funcionan desde el alba hasta que cae la tarde. Los trabajadores cuentan que ellos estaban aqu¨ª antes de que la guerrilla planeara su Conferencia ampliando la carretera de tierra. Y cuando se les pregunta qui¨¦n les ha pagado y por qu¨¦ hay guerrilleros colaborando en las tareas, responden que el dinero se recauda en las veredas y que ¡°los muchachos nos dan una mano¡±. Los campesinos y ganaderos de esta parte de la sabana del Caquet¨¢ llevan m¨¢s de 50 a?os viviendo bajo las normas de las FARC, no han sentido la guerra como sus vecinos de Florencia, ciudad que hace menos de una d¨¦cada ostentaba uno de los ¨ªndices m¨¢s altos de homicidios del pa¨ªs por la guerra.
Noches de baile en la sabana
La noche del s¨¢bado, la banda colombiana Alerta Kamarada cerr¨® con reggae la primera jornada plenaria. Unos 300 delegados de las FARC han viajado por tierra y r¨ªos durante d¨ªas para ratificar los acuerdos que se han negociado durante casi cuatro a?os de proceso en La Habana. Y una mayor¨ªa, acompa?ados de sus soldados rasos, decidieron acabar la noche bailando con el pu?o en alto. Cost¨® que la guerrillerada se levantara de las sillas dispuestas, hasta que Esteban, un joven afro uniformado de verde oliva y su compa?era empezaron a contonearse. Entonces s¨ª, comenz¨® el baile y se dispararon los flashes. La energ¨ªa llev¨® al guerrillero hasta el escenario y rape¨® por la paz, la justicia social, los presos pol¨ªticos y sus camaradas.
Entre el p¨²blico, Tanja, la guerrillera holandesa, y parte del Secretariado animaban la noche con sonrisas y v¨ªtores desde sus sillas despu¨¦s de un d¨ªa de trabajo con sesiones desde las siete hasta las 17 de la tarde. ¡°El camarada Timo nos ha dicho que si hace falta trabajaremos por la noche para sacar todo adelante¡±, cuenta Ramiro, comandante de uno de los frentes del Bloque Sur en el Putumayo, en la frontera con Ecuador. Las reuniones son a puerta cerrada en otra de las zonas de este Woodstock fariano, a varios kil¨®metros de donde el grueso de los invitados pasa el d¨ªa buscando guerrilleros, a alg¨²n comandante desprevenido o el tesoro m¨¢s preciado: internet. La empresa Conexi¨®n Amaz¨®nica, a trav¨¦s de una subcontrata, es la encargada de intentar el imposible. Los responsables confirman que reciben su parte por el mantenimiento y la conexi¨®n, pero desconocen de d¨®nde llega el dinero. El precio va por horas: una, de 1 MB cuesta 17.000 pesos (unos 5 euros) y hay hasta 4 MB, por 47.000 (14 euros).
En la Conferencia de las FARC tambi¨¦n hay una gasolinera de la empresa colombiana Terpel en plena construcci¨®n, quienes la levantan aseguran que estaban aqu¨ª antes que los guerrilleros. La insurgencia tambi¨¦n ha contratado un rancho para dar tres comidas al d¨ªa entre 10.000 y 20.000 pesos (entre 3 y 6 euros). Los responsables de dar las comidas prefieren no hablar de qui¨¦n los ha contratado y c¨®mo les han pagado. El despliegue festivalero tiene su ep¨ªtome en un macroescenario con tres pantallas gigantes, altavoces capaces de despertar el silencio de la selva y una gran tarima que cada noche, hasta la clausura el viernes 23, celebra el final de cada sesi¨®n con actividades culturales. Alrededor, una hilera de carpas de marcas de cerveza y ron. Han tardado una semana en levantarlo aunque una estructura de este tipo requiere como mucho un par de d¨ªas. Los comandantes quer¨ªan que todo saliera perfecto y las prisas no son buenas compa?eras.
¡°Esto se ha financiado con el dinero que hemos ahorrado desde hace un a?o cuando comenz¨® el cese al fuego unilateral, la plata que no hemos gastado en la guerra¡±, explica alias Byron del bloque Jorge Brice?o, ahora responsable de la log¨ªstica. ¡°Y con mano de obra guerrillera¡±. M¨¢s de 300 insurgentes han trabajado durante 26 d¨ªas, despu¨¦s de dos meses de planificaci¨®n. El resto del presupuesto ha llegado de ¡°unas personas que han querido donar por la paz¡±, se limita a decir. ¡°Podremos dar m¨¢s detalles cuando la amnist¨ªa est¨¦ en marcha y los procesos de Justicia Especial¡±.
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