De las tortas a los golpes
El luchador mexicano ¡®Super Astro¡¯, un h¨¦roe del cuadril¨¢tero, reaparece en la Arena M¨¦xico a los 55 a?os. Aunque tiene dos torter¨ªas, piensa seguir peleando
A sus 55 a?os, el luchador Super Astro tiene claro que volver a la Arena M¨¦xico, la catedral de la lucha libre mexicana, es algo as¨ª como un regalo. Hace unos d¨ªas, una invitaci¨®n le abri¨® la puerta para un regreso anhelado desde hace 16 a?os, la ¨²ltima vez que pis¨® ese escenario. Y no se lo pens¨®. El pasado 16 de septiembre, Super Astro volvi¨® y luch¨®. Se elev¨® sobre las cuerdas del cuadril¨¢tero para lanzarse encima de sus contrincantes, como hizo tantas veces. El p¨²blico, que abarrot¨® el estadio, le ovacion¨®. "Dios dir¨¢ cu¨¢ndo, pero esta no ser¨¢ mi ¨²ltima pelea", dice emocionado.
Astro (Tijuana, M¨¦xico, 1961)?supo que quer¨ªa ser luchador a los seis a?os, cuando vio pelear por primera vez a El Santo. Nadie en su familia lo hab¨ªa hecho, todos cre¨ªan que era demasiado peligroso. Eso no lo detuvo. En 1978, cuando era un adolescente dej¨® Tijuana para buscarse la vida en Estados Unidos. Se form¨® como soldador en California y despu¨¦s de 17 a?os se reencontr¨® con su padre, quien hab¨ªa emigrado poco despu¨¦s de cuando ¨¦l naci¨®. "Ese viaje fue maravilloso porque pude conocer mis ra¨ªces", admite tras una breve pausa.
¡°Mi estatura fue el problema?m¨¢s grande que pude haber tenido cuando empezaba¡±
Hab¨ªa comenzado a practicar este deporte en 1974, con maestros como?Ala Azteca, Sergio Arroyo, Chamaco Martinez y Murci¨¦lago Dorado. Ten¨ªa cualidades y con tan s¨®lo 13 a?os ya hab¨ªa debutado en Ensenada, en el Estado fronterizo de Baja California Norte. Cuando se fue "al otro lado", el plan era continuar con su carrera, pero hab¨ªa un problema.?Su f¨ªsico no era el prototipo para la lucha estadounidense, dominada tradicionalmente por la fuerza bruta.
A pesar de las dificultades, recibi¨® su primera gran oportunidad en el Olympic Auditorium de Los ?ngeles en 1978, a los pocos meses de haber llegado. "Mi estatura fue el problema m¨¢s grande que pude haber tenido cuando empezaba", confiesa. En ocasiones sus rivales eran (y son) hasta 30 o 40 cent¨ªmetros m¨¢s grandes que ¨¦l. Lo que no ten¨ªa en estatura, lo compensaba con t¨¦cnica y con lances espectaculares. Se volvi¨® un maestro de la lucha a¨¦rea, un estilo riesgoso pero que enloquece a los fan¨¢ticos. Sus actuaciones lo llevaron de regreso a su tierra, primero por las promociones del noroeste del pa¨ªs, luego al Toreo de Cuatro Caminos y m¨¢s adelante a la Arena M¨¦xico.
¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil para un luchador es lidiar con el monstruo de las mil cabezas, el p¨²blico¡±
En un par de a?os ya estaba enfrentando y compartiendo esquina con sus ¨ªdolos. "Ten¨ªa much¨ªsimo miedo antes de luchar contra gente como el Doctor Wagner o ?ngel Blanco, incluso, en el vestidor los dem¨¢s se burlaban de m¨ª", relata entre risas. Esa fue la noche de su consagraci¨®n en su natal Tijuana, corr¨ªa el a?o de 1979 o 1980. Las memorias se difuminan, son muchas. "Siempre que subo al ring, cruzo la cuerda y se acaban los problemas, es una transformaci¨®n incre¨ªble", se?ala. La adrenalina hac¨ªa que no le dolieran los golpes y cuando eso no era suficiente hab¨ªa otras formas de darse valor: "Antes de subir a luchar nos tom¨¢bamos unos dos o tres traguitos de tequila para entrar en calor".
A pesar del castigo en el encordado, Super Astro asegura que nunca sufri¨® una lesi¨®n grave, aunque al final el tiempo siempre cobra factura. "Me duele moralmente todo", bromea. Se ha hecho da?o en las rodillas, la clav¨ªcula, los hombros, los dedos, pero no lamenta nada. "Algunos dicen que camino chueco, que cojeo, pero en el ring todos me ven brincando", presume. Su secreto es estar en buena forma. Entrena cuatro horas diarias en el gimnasio Nuevo Jord¨¢n, a unas cuadras del negocio. Calienta, hace pesas y cuando hay oportunidad practica con otros oponentes. Muchos se esfuerzan, se preparan como profesionales, pero nunca dan el salto. "Un principiante puede aprender casi todo dependiendo de sus capacidades, pero lo m¨¢s dif¨ªcil para ser luchador es lidiar con el monstruo de las mil cabezas, el p¨²blico", explica.
Juan Zesati, la persona detr¨¢s de la m¨¢scara, es un hombre de barrio. Cuenta que goz¨® de fama y fortuna, que despilfarr¨® y ¡°loque¨®¡±, pero prefiere no entrar en detalles. La madurez y la cordura llegaron con los a?os. Hace casi tres d¨¦cadas abri¨® una torter¨ªa, consciente de que no podr¨ªa vivir para siempre de la lucha. Hoy tiene dos locales en el centro de la Ciudad de M¨¦xico que son dos aut¨¦nticos santuarios del ¡°deporte de las patadas¡±, uno en la calle de Luis Moya y Pescaditos, el otro coronado por la iglesia de la plaza de San Juan, a tan s¨®lo unos metros.
De las paredes del local cuelgan decenas de recuerdos. Hay placas met¨¢licas y reconocimientos por su labor luch¨ªstica que pasan desapercibidas entre las m¨¢scaras de un sinn¨²mero de estetas y fotograf¨ªas que transpiran nostalgia y que se camuflan con el olor ineludible de la especialidad de la casa. La torta gladiador es un bocadillo de queso, cebolla, jitomate, lechuga, mayonesa, pollo, carne asada de cerdo, huevo, tocino, pi?a, aguacate y picante al gusto, que mide 40 cent¨ªmetros y pesa m¨¢s de un kilo en su versi¨®n m¨¢s monumental. Alrededor de 600 comensales han logrado terminarla desde que abri¨® el negocio. Uno pensar¨ªa que al costar 255 pesos (12 d¨®lares), este manjar no es accesible para el cliente regular, pero pasa como cuando pelea el due?o: parece peque?o, pero es un reto may¨²sculo para sus adversarios.
A Zesati no le molesta que lo vean desenmascarado. "Cuando la gente que viene al restaurante me lo pide, me pongo la m¨¢scara con mucho gusto y me transformo en alguien m¨¢s, en luchador", comenta con un dejo del caracter¨ªstico acento del norte de M¨¦xico. "La lucha es mi vida, es parte de lo que soy, dondequiera que me paro me llaman Super Astro", relata al pie de la plancha donde se cocinan sus recetas y sus historias.
Cuando deja el fog¨®n y los cuchillos, S¨²per Astro a¨²n conquista a los aficionados en varios escenarios del pa¨ªs, incluso ha demostrado sus habilidades en Jap¨®n, donde este deporte es un espect¨¢culo de culto. Esta vez es diferente. Ahora deber¨¢ convencer no s¨®lo a la vieja fanaticada, sino tambi¨¦n a una generaci¨®n de j¨®venes que nunca lo han visto luchar. "Siento una emotividad indescriptible, hay que divertir y emocionar a mucha gente", resume el veterano a unas horas de la funci¨®n.
Poco antes de comenzar, las entradas para la lucha del 16 de septiembre estaban pr¨¢cticamente agotadas. Un remolino de 10.000 asistentes llega al coloso de la colonia Doctores. La m¨¢scara de Astro se vende junto a las de Blue Demon, El Santo y M¨ªstico en varios puestos callejeros a 200 pesos (10 d¨®lares). Se apagan las luces. Suena la m¨²sica. Ya est¨¢n listos los rudos: Blue Panther, el Negro Navarro y Kahoz. El equipo de los t¨¦cnicos toma su esquina: Solar, Mano Negra y Super Astro. "Se?oras y se?ores en un encuentro de relevos australianos, luchar¨¢n a dos de tres ca¨ªdas sin l¨ªmite de tiempo", advierte el anunciador. No hay vuelta atr¨¢s.
Patadas voladoras, llaves de rendici¨®n, toques de espaldas, lucha a ras de la lona. Los seis peleadores rondan al menos los 55 y 60 a?os, pero por unos momentos no importa eso. Han pasado dos ca¨ªdas, una para cada bando. Ahora se decide todo. Blue Panther cae afuera del cuadril¨¢tero. Es el momento. El p¨²blico enmudece. Super Astro toma impulso y vuela entre la segunda y la tercera cuerda. Se suspende por los aires y clava el tope. La Arena M¨¦xico grita, ovaciona. En el centro del ring, el Negro Navarro aplica un castigo mort¨ªfero al brazo de Solar. No puede soportarlo. Se rinde. Fin de la pelea. La derrota no parece importarle a nadie. ?Qu¨¦ son 18 minutos despu¨¦s de 16 a?os?
Los asistentes empiezan a lanzar monedas y billetes al escenario. "Es el mayor honor que el p¨²blico concede cuando les gusta el espect¨¢culo", aclara uno de los guardias de la Arena. Super Astro y sus viejos compa?eros recogen humildemente el dinero. "No me quiero retirar nunca, tampoco me quiero morir en el ring", reitera antes de volver al trabajo. ?Por qu¨¦ hacerlo ahora?Nunca ha querido, nunca ha podido. Es lo que ha hecho toda su vida. Cuando llegue el d¨ªa, su hijo Juan continuar¨¢ el legado como Super Astro J¨²nior. Ya han peleado juntos y pronto ser¨¢ ¨¦l quien se emocione y sufra desde las gradas.
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