Brasil castiga en las municipales al partido de Lula y Rousseff y a la pol¨ªtica tradicional

De forma indirecta, a Temer le beneficia la humillaci¨®n que ha sufrido el Partido de los Trabajadores (PT), de los expresidentes Lula y Rousseff. La agrupaci¨®n, en su d¨ªa la fuerza de izquierdas m¨¢s grande de Am¨¦rica del Sur, lucha hoy por seguir vivo tras ser defenestrado del Gobierno central mientras se hunde en una grave crisis de imagen debido al esc¨¢ndalo de Petrobras. En S?o Paulo, esta debacle fue especialmente dulce para Temer: la ciudad concedi¨® una victoria aplastante al Partido de la Social Democracia Brasile?a, encabezado por Jo?o Doria Jr., un empresario conservador cuya campa?a se ha basado en el resentimiento contra la pol¨ªtica tradicional y la izquierda en particular. Con m¨¢s del 53,2% de los votos, Doria, que apoy¨® a Temer durante el impeachment, no tendr¨¢ ni que enfrentarse al segundo candidato m¨¢s votado en la segunda vuelta que pide la Constituci¨®n.

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Pero lo importante no es solo c¨®mo se haya ganado la batalla por S?o Paulo, la mayor ciudad de Am¨¦rica del Sur. Tambi¨¦n lo es c¨®mo haya perdido el alcalde, Fernando Haddad (PT), con un an¨¦mico 16,43% de los votos. Tras una gesti¨®n marcada por el rechazo a sus pol¨ªticas de transporte, como la reducci¨®n de la velocidad en las v¨ªas expresas, y con poco dinero en caja para dejar un legado en la periferia, basti¨®n tradicional de su partido, Haddad se ha pasado toda la campa?a en un melanc¨®lico tercer lugar.

En R¨ªo de Janeiro ha dado la sorpresa Marcelo Freixo, candidato de una agrupaci¨®n diminuta llamada Partido Socialismo y Libertad (PSOL), muy a la izquierda del PT: ha recibido los votos necesarios para enfrentarse en la segunda vuelta al obispo conservador Marcelo Crivella, del Partido Republicano (PRB).

A pesar de estar sometidas a la influencia del contexto local, las elecciones municipales brasile?as tambi¨¦n se consideran una suerte de pistoletazo de salida extraoficial de las presidenciales de 2018. Por eso, los analistas esperan las cifras finales para indicar qu¨¦ formaciones han salido fortalecidas. Argumentan que la votaci¨®n puede ser un term¨®metro de la reacci¨®n popular en relaci¨®n con los pol¨ªticos en un contexto de grave recesi¨®n econ¨®mica y de descr¨¦dito de los pol¨ªticos. A la estela del esc¨¢ndalo de Petrobras y de las constructoras, es la primera vez en la historia reciente de Brasil que los candidatos no han podido recibir donaciones de empresas.

Episodios violentos

¡°Tras la votaci¨®n del domingo, la clase pol¨ªtica puede responder de dos maneras. La reacci¨®n m¨¢s probable es la de intentar aprobar la legislaci¨®n que restablezca las donaciones por parte de empresas y restaure el status quo. La segunda, menos probable, es la de intentar reformar las reglas para hacer que las compa?as sean m¨¢s baratas¡±, escribieron en un reciente documento para clientes los analistas de la consultora estadounidense Eurasia.

Las elecciones municipales brasile?as se consideran una suerte de pistoletazo de salida extraoficial de las presidenciales de 2018

La campa?a ha estado marcad por episodios de violencia. En la regi¨®n metropolitana de R¨ªo de Janeiro, una ola de muertes de candidatos y l¨ªderes pol¨ªticos todav¨ªa est¨¢ siendo investigada. En la recta final, un candidato a alcalde de la ciudad de Itumbiara, en el Estado de Goi¨¢s, fue asesinado a tiros en un atentado que tambi¨¦n dej¨® herido al vicegobernador. En S?o Lu¨ªs, capital del Estado de Maranh?o ha sido donde se han producido m¨¢s atentados. En total, 498 municipios de 16 Estados han contado con medidas de seguridad, con la presencia de 25.400 militares de las Fuerzas Armadas. El mayor efectivo es el de R¨ªo de Janeiro, donde 6.500 militares han sido distribuidos por 11 localidades para garantizar la seguridad en los comicios.

¡°La seguridad p¨²blica se ha deteriorado y eso se refleja en el proceso electoral¡±, dijo Gilmar Mendes, presidente del Tribunal Superior Electoral, m¨¢xima autoridad en las elecciones. ¡°Tenemos m¨¢s violencia de la que tuvimos en 2012¡±.