Muchos ¡®likes¡¯, pocos votos

Llama poderosamente la atenci¨®n que solo un 37% de los colombianos convocados a las urnas decidiera depositar su papeleta ante una pregunta tan trascendental como la del refer¨¦ndum sobre el acuerdo de paz con las FARC. Sin embargo, no es un hecho aislado.

Muchos son los s¨ªntomas de cierto desapego de la liturgia electoral, el pilar de la democracia, en sociedades occidentales. El dram¨¢tico refer¨¦ndum que se celebr¨® en Grecia sobre el programa de ajustes requerido por Europa para seguir manteniendo el cr¨¦dito, por ejemplo, atrajo a las urnas un 62% de los electores. Es obviamente una cuota mucho mayor que la colombiana, pero si se enmarca en la poderosa tradici¨®n pol¨ªtica griega, con tasas de participaci¨®n en las legislativas superiores al 80%, el resultado cobra otro color. Sobre todo si se tiene en cuenta que no se trataba de unas legislativas m¨¢s, si no de un voto decisivo para generaciones de griegos, que afectar¨ªa asuntos fundamentales desde la sanidad, la educaci¨®n a las pensiones.

M¨¢s informaci¨®n

Colombia: el camino a la paz

El a?o que vivimos est¨²pidamente

Uribe puede con todo

Mariposas amarillas

En Europa hay una tendencia bastante generalizada a un descenso en la participaci¨®n electoral, evidente, entre otros, en Alemania, Italia y Reino Unido. En el caso brit¨¢nico, el refer¨¦ndum del Brexit atrajo un respetable 72%. Pero, otra vez, conviene tener en cuenta que desde la posguerra hasta los a?os noventa incluidos, todas las elecciones legislativas superaron esa cifra. Espa?a tambi¨¦n vive una tendencia a la baja, con tasas superiores al 70% en la primera d¨¦cada de siglo, e inferiores en esta.

Un estudio citado por The Economist recientemente mostraba que los refer¨¦ndum celebrados en Europa tuvieron en los noventa una tasa media de participaci¨®n del 71%; en el ¨²ltimo quinquenio, han proliferado, son muchos m¨¢s, pero acude a las urnas un promedio del 41%. Esta es aproximadamente la participaci¨®n que se registr¨® en el refer¨¦ndum h¨²ngaro de ayer, aunque en ese caso hay que contemplar que la oposici¨®n llam¨® a la abstenci¨®n como estrategia para hacer fracasar la convocatoria.

Los factores que explican esta aparente tendencia obviamente son muchos, y en gran medida propios de cada realidad nacional, incluso de cada convocatoria electoral.

Pero quiz¨¢ se puede establecer alg¨²n trazo com¨²n. Entre ellos, un desapego de la pol¨ªtica, un desfallecer de la convicci¨®n de poder cambiar cosas a trav¨¦s de las papeletas. Y, a la vez, cierto repliegue de los individuos en la esfera privada, en la telara?a de redes sociales en la que los ciudadanos de sociedades desarrolladas transcurren cada vez m¨¢s tiempo.

Son, estas, lugares que potencialmente pueden fomentar con fuerza el grado de conocimiento e informaci¨®n de la ciudadan¨ªa. Pero la sensaci¨®n es que, en gran medida, producen m¨¢s bien dispersi¨®n, falta de concentraci¨®n, falta de profundidad.

El escritor italiano Alessandro Baricco observ¨® hace a?os en un art¨ªculo que el mundo parece estar cambiando su eje principal del vertical al horizontal. El vertical, que domin¨® desde el inicio de la historia, s¨ªmbolo de la profundidad, de la concentraci¨®n, del esfuerzo de especializaci¨®n en el estudio y en el trabajo que conduce a las alturas, se ve desplazado por el horizontal, en el que los individuos se mueven r¨¢pidamente de un lado a otro, sin profundidad, saltando a diestro y siniestro, picoteando. Sin arte ni parte.

No hay nada cient¨ªfico en ello, pero parece que hay cada vez m¨¢s ¡®likes¡¯ en las redes, y cada vez menos votos en las urnas.