Bruselas rechaza empezar a negociar hasta que Londres active el ¡®Brexit¡¯
Juncker y May se reunir¨¢n en los aleda?os de la cumbre europea de octubre
Bruselas se tienta los ropajes: la primera ministra brit¨¢nica, Theresa May, anunci¨® este domingo que activar¨¢ la salida de Reino Unido de la UE el pr¨®ximo marzo, y dej¨® ver que el divorcio ser¨¢ feo y desagradable. Un Brexit duro es hoy por hoy lo m¨¢s probable. Los brit¨¢nicos no quieren seguir bajo la jurisdicci¨®n del Tribunal Europeo de Justicia y quieren poder controlar la inmigraci¨®n: eso les deja fuera del mercado ¨²nico, con un acuerdo comercial a¨²n por negociar y con el estatus de la City en un limbo. La Comisi¨®n Europea ha tomado nota este lunes del discurso de May, y poco m¨¢s. Toda Europa cierra filas en torno a un mantra: "No habr¨¢ negociaci¨®n sin notificaci¨®n", ha explicado un portavoz. "No habr¨¢ negociaciones previas", ha aclarado.
Hay a¨²n un segundo mantra inviolable: las cuatro libertades de la UE (libre circulaci¨®n de personas, de capitales, de bienes y de servicios, no necesariamente por ese orden) son intocables. Londres es partidario de preparar las negociaciones a partir de marzo con conversaciones en las capitales y con los negociadores de Bruselas, encabezados por el excomisario franc¨¦s Michel Barnier. May se ver¨¢ con el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, en los aleda?os de la pr¨®xima cumbre europea, en la segunda mitad de octubre.
A primera vista, Londres tiene peores cartas en el corto plazo. El art¨ªculo 50, que regula la salida del club de un Estado miembro, est¨¢ dise?ado para dejar al pa¨ªs que tiene que invocarlo en desventaja en la negociaci¨®n: por un lado, tiene que mostrar sus cartas; por otro, pase lo que pase habr¨¢ un periodo de transici¨®n entre el d¨ªa del Brexit y la firma de los acuerdos comerciales, y todo eso supone incertidumbre econ¨®mica. La libra ha tocado hoy m¨ªnimos de los tres ¨²ltimos a?os, y el sector financiero no esconde ya su preocupaci¨®n.?Las dudas en Europa son, como casi siempre, de car¨¢cter m¨¢s existencial. La unidad en la respuesta al Brexit no tiene fisuras por el momento, pero en el continente hay demasiadas brechas y posturas encontradas como para descartar que esas diferencias afloren a lo largo de la negociaci¨®n. Los franceses y las instituciones europeas abogan porque tras el Brexit se haga patente que dejar la Uni¨®n tiene costes; de lo contrario alg¨²n otro pa¨ªs podr¨ªa sentirse tentado para tomar las de Villadiego.
El nerviosismo est¨¢ ah¨ª: el Financial Times, buque insignia del poder¨ªo brit¨¢nico, al menos en lo period¨ªstico, informaba el pasado s¨¢bado de que Londres reclamar¨¢ lo m¨¢ximo que pueda cuando se consume la separaci¨®n, incluidos sus derechos sobre las 42.000 botellas de vino, co?ac y otros licores que se guardan en las bodegas de la Uni¨®n, las obras de arte o los edificios. Esos detalles pueden enrarecer las negociaciones en lo primordial: el acuerdo de libre comercio y los mil y un detalles asociados. Se avecina, en fin, un divorcio feo y desagradable, con decenas de abogados intentando rascar al m¨¢ximo, como en esos sainetes vodevilescos de las estrellas de Hollywood.
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