El humorista alem¨¢n que insult¨® a Erdogan queda libre de cargos
La Fiscal¨ªa niega que el ¡°poema injurioso¡± de B?hmermann fuera ¡°un acto criminal¡±
La bola de nieve del caso B?hmermann se ha detenido. El asunto que comenz¨® como una broma en la televisi¨®n y creci¨® hasta abrir una crisis en el Gobierno de Angela Merkel se acerca a su fin. La Fiscal¨ªa alemana anunci¨® el martes que desestima la querella contra el presentador y humorista Jan B?hmermann por un poema que ¨¦l mismo denomin¨® ¡°injurioso¡± en el que, entre otras cosas, llamaba ¡°follacabras¡± al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Los fiscales argumentan que ¡°no se puede probar¡± que el texto contuviera ¡°actos criminales¡± y que se trataba de una s¨¢tira, no de "ataques serios". Pero aqu¨ª no acaba la pol¨¦mica que dej¨® en una situaci¨®n incomod¨ªsima a la canciller Merkel. Un tribunal deber¨¢ pronunciarse el pr¨®ximo 2 de noviembre sobre una demanda interpuesta de forma personal por el l¨ªder turco contra el enfant terrible de la televisi¨®n alemana.
B?hmermann era ya famoso por sus programas del canal p¨²blico ZDF en los que se re¨ªa del pavor de los alemanes ante el exministro griego Yanis Varoufakis o del ascenso de la ultraderecha. Pero el pasado marzo logr¨® captar la atenci¨®n de todo el pa¨ªs. Despu¨¦s de que el Gobierno turco protestara por una cancioncilla cr¨ªtica con Erdogan, el humorista quiso explicar lo que estaba permitido decir en una democracia y lo que no. Y el poema que estaba a punto de leer ¨Ccon frases como ¡°Lo que m¨¢s le gusta a Erdogan es follar cabras, oprimir minor¨ªas, pisotear kurdos y sacudir cristianos mientras ve porno infantil¡±- no lo estaba, explic¨®.
El v¨ªdeo enfureci¨® al r¨¦gimen turco. El Gobierno alem¨¢n trat¨® de calmar los ¨¢nimos criticando a B?hmermann. Pero no lo consigui¨®. Ankara recurri¨® a un anticuado art¨ªculo del C¨®digo Penal alem¨¢n que otorga a los representantes de Estados extranjeros que se sientan insultados la potestad de recurrir a los tribunales y pedir hasta tres a?os de c¨¢rcel para el autor de las ofensas. Este mecanismo requer¨ªa el visto bueno del Gobierno alem¨¢n. Y ah¨ª Merkel se vio entre la espada y la pared: no quer¨ªa enfadar a Erdogan, con el que acababa de firmar un acuerdo vital para aliviar la crisis de refugiados, pero tampoco dar la impresi¨®n de que pon¨ªa en riesgo la libertad de expresi¨®n en su pa¨ªs para complacer a un l¨ªder crecientemente autoritario.
Merkel, finalmente, autoriz¨® el proceso. Argumentaba que as¨ª dejaba a la Justicia hacer su trabajo y decidir si hab¨ªa delito o no. Sus socios de Gobierno socialdem¨®cratas dejaron claro su desacuerdo abriendo un boquete en la unidad de acci¨®n del Ejecutivo. Todas las encuestas mostraban la impopularidad del paso dado por la canciller, que trat¨® de ganar simpat¨ªas anunciando una futura reforma del C¨®digo Penal para eliminar el pol¨¦mico art¨ªculo. A los pocos d¨ªas, Merkel, de forma totalmente inusual, admiti¨® que hab¨ªa cometido un error en este culebr¨®n. No por permitir que la Justicia actuara, sino por haber emitido antes un juicio sobre el poema, al que su portavoz hab¨ªa tildado de ¡°voluntariamente ofensivo¡±.
Tras la pol¨¦mica, B?hmermann desapareci¨® del panorama por un tiempo. En una entrevista concedida al semanario Die Zeit critic¨® a Merkel por ¡°vacilar sobre la libertad de expresi¨®n¡±. ¡°Lo que ha hecho es filetearme y servirme para el t¨¦ de un d¨¦spota neur¨®tico¡±, dijo.
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