Las c¨¢rceles argentinas, al l¨ªmite
EL PA?S visita una de las prisiones m¨¢s duras de la provincia de Buenos Aires, vieja y saturada
Las c¨¢rceles de la provincia de Buenos Aires, la mayor de Argentina ¡ª17 millones de personas en un territorio del tama?o de Italia¡ª, est¨¢n al l¨ªmite. Incluso su m¨¢ximo responsable, el ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, que lleg¨® al puesto en mayo, lo admite: hay sobrepoblaci¨®n y algunas denuncias de torturas son reales, dice. Las c¨¢rceles bonaerenses y sus 33.000 presos ¡ªen teor¨ªa ten¨ªan espacio para 26.000¡ª no dan m¨¢s de s¨ª, asume. ¡°Encontramos un sistema penitenciario donde hab¨ªa deficiencias en la comida, agua potable, el sistema de salud, educaci¨®n y trabajo¡±, a?ade. Por eso ha anunciado un gran plan de reforma.
EL PA?S visit¨® la semana pasada una de las peores, la de Olmos, en La Plata, que resiste desde 1939 con unas instalaciones obsoletas pensadas para 2.100 personas. All¨ª viven 2.468 presos. Internos y empleados de la prisi¨®n tratan de sobrellevar la precaria situaci¨®n con talleres de oficios y una escuela para estudiar, pero algunos sectores de este viejo complejo han alcanzado tal deterioro que recorrerlos remite a las peores pel¨ªculas carcelarias: la humedad y los a?os han devorado paredes, cables de alta tensi¨®n, hierros, camastros, colchones, celdas y pasillos. En algunas zonas el agua forma charcos que inhabilitan todo el espacio.
La sociedad argentina, inquieta con la creciente inseguridad, reclama m¨¢s polic¨ªas en las calles y m¨¢s delincuentes en prisi¨®n, pero nadie parece preocuparse de qu¨¦ pasa luego con ellos. El 50% de los presos de Buenos Aires vuelve a delinquir al salir. Y su n¨²mero no para de crecer, a un ritmo de 1.600 cada a?o. En un pa¨ªs como Holanda, con los mismos habitantes que la provincia de Buenos Aires, hay 12.000 presos. Y est¨¢n cerrando c¨¢rceles porque sobran. En Buenos Aires, con 33.000, el Gobierno provincial promete construir ocho prisiones nuevas. Pero en 10 a?os. No tiene dinero para hacerlo antes.
¡°Nadie quiere gastar m¨¢s en las c¨¢rceles. La gente pide m¨¢s polic¨ªas, m¨¢s detenciones. ?Y eso c¨®mo acaba? Con m¨¢s gente en prisi¨®n. ?Y qu¨¦ hacemos con ellos? Ac¨¢ tratamos de darles educaci¨®n, un oficio, hacemos lo que podemos, pero esto es lo que hay¡±, explica Horacio Piedrabuena, jefe de la prisi¨®n de Olmos, mientras recorre sus pasillos desvencijados y sube por sus escaleras de hierro oxidado.
¡°Es dif¨ªcil convencer a la sociedad de que hay que gastar plata en c¨¢rceles y de que hay que buscar f¨®rmulas para que los j¨®venes no entren ac¨¢, para buscar condenas con alternativas a la prisi¨®n, porque cuando entran por primera vez ya es m¨¢s dif¨ªcil salir de la rueda. Ac¨¢ tenemos ya la tercera generaci¨®n, nietos de personas que ya robaban¡±, remata.
Los presos tratan de apa?¨¢rselas para ocupar el tiempo y adem¨¢s sacar algo de dinero con el que mejorar la prisi¨®n. Un grupo de 22 j¨®venes de entre 18 y 21 a?os que vive en tres celdas conjuntas hace cisnes con papelitos para que sus familias los vendan. ¡°Es un microemprendimiento para comprar materiales para rehabilitar el pabell¨®n. Con esa plata pudimos poner cer¨¢mica en el piso de la ducha y queremos seguir para poner tambi¨¦n en la pared¡±, explica Daniel, un interno. La cer¨¢mica es un gran lujo en Olmos. Todo es cal o yeso, las paredes se caen a pedazos a pesar de que los internos las pintan constantemente. La humedad lo invade todo.
Un plan urgente
Otros presos hacen escobas con tiras de botellas de pl¨¢stico de Coca-Cola, cortando el pl¨¢stico en tiras. Otros desarman ordenadores viejos para venderlos por piezas. Tambi¨¦n hay historias de superaci¨®n, con presos como ?ngel, que logr¨® sacar su licenciatura de Historia. Otros logran hacerse abogados mientras est¨¢n en ¡°cana¡±, como se llama en Argentina a la prisi¨®n. ¡°Urge un plan. Desde hace a?os las c¨¢rceles han sido olvidadas en la provincia, basta mencionar que algunas son de 1877, 1880, 1887, 1909¡±, argumenta Ferrari. Por eso, ha anunciado un ambicioso plan que incluye la puesta en valor del hospital penitenciario penitenciario ¡ªcerrado hace seis a?os¡ª y la adaptaci¨®n de edificios en desuso como nuevas c¨¢rceles.
El gran problema es la sobrepoblaci¨®n, pero no el ¨²nico. La violencia e incluso la tortura son frecuentes. As¨ª lo se?ala un informe de la Comisi¨®n Provincial por la Memoria que preside el Nobel de la Paz Adolfo P¨¦rez Esquivel. Durante 2015 realiz¨® 45 inspecciones a 28 c¨¢rceles. Denunciaron judicialmente 12.787 casos de torturas o malos tratos. Ferrari admite el problema: ¡°Enviamos legajos del Servicio Penitenciario Bonaerense y hay 300 casos con indicios, incluso detectamos agentes que estaban en funciones y ten¨ªan condenas desde el a?o 2009 pero estaban trabajando. Los dimos de baja". Adem¨¢s aclara que este a?o hay ¡°En 2015 solo hubo cuatro sanciones¡±, explica para defender el giro de su gesti¨®n. En otra c¨¢rcel, en Sierra Chica, muri¨® un preso la semana pasada en una pelea con cuchillos.
Mientras la clase media exige m¨¢s dureza, y algunos ciudadanos que se tomaron la justicia por su mano y mataron a asaltantes son tratados con comprensi¨®n incluso por el presidente, los funcionarios que tratan a presos lo ven de otra manera. El debate sigue abierto; lo ¨²nico claro es que las c¨¢rceles de Buenos Aires no dan m¨¢s de s¨ª.
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