Jos¨¦ ¡®Pepe¡¯ Mujica: ¡°Le pido a la vida que me permita seguir ladrando un poco¡±
A los 89 a?os, el expresidente de Uruguay ha vencido al c¨¢ncer. En esta entrevista con EL PA?S, realizada en su casa rural de Montevideo, donde a¨²n se recupera de las secuelas del tratamiento, habla de la vida y la muerte, el rencor, la felicidad y su legado pol¨ªtico
En una tarde de 1970, Jos¨¦ Pepe Mujica conversa con otros hombres en una mesa del bar La V¨ªa de Montevideo. Un parroquiano reconoce que son guerrilleros Tupamaros y los delata. La polic¨ªa rodea el lugar. Mujica recibe seis disparos. En el Hospital Militar lo atiende un cirujano que ¡°era un compa?ero, un tupa por abajo¡±. ¡°Me da un balde de sangre y me salva. Es como para creer en Dios¡±, dice Mujica. 54 a?os despu¨¦s, est¨¢ sentado en el peque?o sal¨®n de su casa rural de Rinc¨®n del Cerro, a 15 kil¨®metros de la ciudad, rodeado de libros, peque?as esculturas, cuadros y fotograf¨ªas. Hay una estufa a le?a, un televisor peque?o y un par de sillas dispares. Una luz blanca cuelga del techo. Sobre una mesilla hay un vaso de agua y pa?uelos de papel. Mujica se levanta la camisa celeste y muestra la gasa que cubre el orificio por donde lo alimentan. ¡°?l es tan raro¡ Tiene nueve tiros. Cuando le pusieron el ca?ito encontraron el agujero de un viejo balazo y se lo pasaron por ah¨ª¡±, dice su esposa, Luc¨ªa Topolansky, exvicepresidenta, senadora y diputada.
Mujica se recupera de un c¨¢ncer de es¨®fago. ¡°Me dieron 31 bombazos [de rayos] a las siete de la ma?ana todos los d¨ªas. Lo hicieron mierda [al c¨¢ncer], pero me dejaron un agujero as¨ª [con los dedos dibuja un c¨ªrculo grande como una naranja]. Ahora el agujero se tiene que rellenar y yo soy un viejo, tengo 89 a?os. Hasta que no est¨¦ tapado no puedo comer. Hay que mimosearlo hasta que endurezca¡±.
No oculta su mal humor por las secuelas de la enfermedad, que lo dejan ¡°sin energ¨ªa¡±. Pero minutos despu¨¦s ser¨¢ el Mujica de siempre, el pol¨ªtico y el fil¨®sofo. Un anciano vivaz que mira fijo con sus ojos claros peque?os y a quien es imposible no escuchar con cierto embeleso. ?l mismo se define como ¡°un bicho raro¡± aunque, en tiempos donde abundan los estilos estridentes de los Donald Trump, los Javier Milei y los Jair Bolsonaro, escuchar a Mujica resulta un b¨¢lsamo: compone con las palabras, elige los tonos, mide las intensidades.
¡°En el fondo soy un campesino¡±; ¡°le di un sentido a mi vida, morir¨¦ feliz¡±; ¡°tengo el destino de la vanguardia¡±; ¡°la cultura es hija del boludeo¡±; ¡°me dediqu¨¦ a cambiar el mundo y no cambi¨¦ un carajo¡±. Mujica dispara frases como aforismos durante la conversaci¨®n; dos horas en las que hablar¨¢ de las elecciones presidenciales en su pa¨ªs, de los j¨®venes, de sus colegas presidentes, de la extrema derecha y la izquierda, del rencor y de la muerte. Y tambi¨¦n de la felicidad. ¡°Le vamos a sacar fotograf¨ªas mientras habla. ?Le molesta?¡±, le preguntamos. ¡°M¨¢s me sac¨® la polic¨ªa¡±, responde con picard¨ªa.
Pregunta. ?En alg¨²n momento de la vida se le pierde el miedo a la muerte?
Respuesta. La muerte es una se?ora complicada, que no perdona, que est¨¢ siempre ah¨ª. Pero, si no existiera la muerte, la vida no ser¨ªa tan sabrosa, ser¨ªa un aburrimiento. La muerte hace de la vida una aventura. El ¨²nico milagro que hay en el mundo para cada uno de nosotros es haber nacido. ?Por qu¨¦? Porque hab¨ªa 40 millones de probabilidades de que naciera otro y te toc¨® a vos. Pero como vivir es cotidiano, no le damos valor. Es la cosa m¨¢s valiosa, la aventura de estar vivo. La gran pregunta es en qu¨¦ gastamos el tiempo en nuestra vida. Porque si se nos va... ?Cu¨¢l es el sentido de nuestra vida? Esa es la gran pregunta personal.
P. ?Encontr¨® el sentido de la suya?
R. Yo me dediqu¨¦ a cambiar el mundo y no cambi¨¦ un carajo, pero estuve entretenido. Y he generado muchos amigos y muchos aliados en esa locura de cambiar el mundo para mejorarlo. Y le di un sentido a mi vida. Me voy a morir feliz, no por morirme sino por dejar una barra que me supera con ventaja. Nada m¨¢s. No tuve una vida al pedo, porque no gast¨¦ mi vida solo consumiendo. Gast¨¦ so?ando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo dem¨¢s. No importa, no tengo cuentas para cobrar. Con Luc¨ªa gastamos nuestra juventud en toda esta aventura de vivir.
La actualidad pol¨ªtica es la adrenalina de Mujica. Por eso no puede evitar referirse a las elecciones. Se lanza sobre el asunto casi sin que le pregunten. Uruguay elegir¨¢ presidente el 24 de noviembre, en una segunda vuelta entre el conservador ?lvaro Delgado, apadrinado por el presidente, Luis Lacalle Pou, y el candidato del Frente Amplio, Yamand¨² Orsi, el hombre de Mujica que se qued¨® con la primera vuelta con el 44% de los votos. ¡°Podemos ganar. No es f¨¢cil, pero podemos ganar porque tenemos un buen candidato. Hicimos una buena campa?a¡±, dice.
P. ?Qu¨¦ piensa de figuras ultras como Trump, Milei o Bolsonaro?
R. Lo de ellos es la culminaci¨®n de la pr¨¦dica ultraliberal que se transforma en libertaria. Si el liberalismo es eso, es una mugre. El liberalismo nos trajo el esp¨ªritu de relaciones adultas, de respeto a vivir con diferencias; cre¨® una cultura. Ellos reducen el liberalismo a un recetario econ¨®mico.
P. ?Se puede frenar el avance de la ultraderecha?
R. La clave est¨¢ en la moral. El problema es que nos toca vivir una ¨¦poca consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas. Con lo cual estamos construyendo sociedades auto explotadas. Porque vos termin¨¢s, ten¨¦s un trabajo y te invent¨¢s otro porque necesitas m¨¢s plata. Ten¨¦s tiempo para trabajar, pero no para vivir. El mundo est¨¢ muy lejos de una sobriedad que le garantice tiempo libre para vivir. En mi pa¨ªs somos tres millones e importamos 27 millones de pares de zapatos. Ni que fu¨¦ramos ciempi¨¦s, es de locos. ?Nacimos para trabajar nom¨¢s? Vos sos libre cuando haces con tu vida lo que a vos se te antoja, que de repente es boludear. ?Entendiste? Porque la cultura es hija del boludeo.
Para llegar a la chacra de Mujica hay que tomar una carretera de cuatro carriles, luego un camino asfaltado estrecho y enseguida uno de tierra. A unos 200 metros, a mano izquierda, est¨¢ el Quincho de Varela, punto de reuni¨®n de los militantes del Movimiento de Participaci¨®n Popular, el MPP; m¨¢s adelante, la escuela rural construida con el dinero que Mujica don¨® de su salario como presidente. Una tranquera de madera oculta entre las plantas abre a un sendero arbolado. A la derecha, el banco de tapitas de gaseosa en el que sent¨® en 2015 al rey Juan Carlos. ¡°Tuviste la desgracia de ser rey, te pusieron arriba de un florero¡±, le dijo entonces. A la izquierda, una galer¨ªa oscura repleta de cajones con ma¨ªz protege la puerta de la casa. La sala donde Mujica pasa la mayor parte del d¨ªa tiene unos dos metros de ancho por cuatro de largo. Una biblioteca atiborrada la separa de una cocina de campo donde hay una mesa grande con cuatro sillas. Topolansky habla all¨ª por tel¨¦fono con alguien a quien da indicaciones sobre cuestiones pol¨ªticas y su conversaci¨®n se mezcla con la entrevista. Donde ahora est¨¢ el sill¨®n de Mujica hubo hasta hace unos d¨ªas una cama de hospital. ¡°En la habitaci¨®n no entraba¡±, dir¨¢ m¨¢s tarde Topolansky.
P. Usted encontr¨® la felicidad en vivir con muy poco¡
R. En vivir con sobriedad, porque cuanto m¨¢s ten¨¦s, menos feliz sos.
P. Pero el mundo parece ir en sentido contrario.
R. El mundo va hacia el h¨ªper consumo, porque est¨¢ regido por una ley: multiplicar el consumo de la gente, porque eso es lo que asegura la acumulaci¨®n. Compre esto, compre lo otro. Nos bombardean, el marketing es un veneno. Te domina, compre esto, compre lo otro. Y eso no es vivir.
P. ?Y qu¨¦ es vivir?
R. Vivir es amar, es tener el placer de estar al pedo [perdiendo el tiempo] con otro. Vivir es, cuando sos anciano, jugar al truco con los amigos, hablar de recuerdos. En cada edad hay una escala de sentimientos. Cuando sos joven el amor es volc¨¢nico. Cuando sos anciano, es una dulce costumbre. Pero todo eso lleva tiempo, hay que cultivarlo. La relaci¨®n con los hijos lleva tiempo, lo que m¨¢s precisa un gur¨ª es cari?o y no tenemos tiempo para eso. Que se arregle como pueda. Yo soy un estoico, filos¨®ficamente hablando. Mi definici¨®n puede ser la de S¨¦neca: ¡®Pobre es el que precisa mucho¡¯. O la de los aymara. ?Sab¨¦s qu¨¦ es un individuo pobre para los aymara? El que no tiene comunidad, el que est¨¢ solo.
P. Perm¨ªtanos una imagen para pensar en la soledad: sus a?os de cautiverio en una celda min¨²scula, solo durante semanas.
R. Aprend¨ª a caminar legua adentro, para all¨¢ y para ac¨¢. Y aprend¨ª el oficio de la misantrop¨ªa, que me qued¨® hasta hoy. Hablo mucho conmigo mismo, no me lo pude sacar m¨¢s. Para mantenerme cuerdo, me puse a recordar cosas que hab¨ªa le¨ªdo, cosas que hab¨ªa pensado cuando joven. Yo cuando era joven le¨ªa mucho. Despu¨¦s me dediqu¨¦ a cambiar el mundo y ah¨ª no le¨ª nada. No pude cambiar el mundo, pero aquello que hab¨ªa le¨ªdo de joven me sirvi¨®. Porque una cosa es leer y otra cosa es rumiar lo que has le¨ªdo. Hoy ando por el campo con el tractor y la cabeza me va dando vueltas. Tengo ojos para ver los teros, para ver los horneros, para ver los ciclos de la naturaleza. En el fondo soy un campesino. Hablo con el que llevo adentro y eso me rescat¨® cuando ca¨ª preso y estaba en soledad. Entr¨¦ a recordar y a recordar y a recordar.
P. ?Hemos perdido la capacidad de hablar con nosotros mismos?
R. Por culpa de la civilizaci¨®n digital, que va avanzando cada vez m¨¢s. Yo no lo hice por descubrimiento, lo hice por necesidad. Estaba solo, no ten¨ªa nada para distraerme. Entonces acud¨ª a lo que ten¨ªa adentro y me encontr¨¦ con un tesoro: con el tesoro de mi juventud.
El MPP se acomod¨® a la etapa democr¨¢tica de inmediato. Y encontr¨® en Mujica a un dirigente carism¨¢tico. Al inicio, dice Mujica, el partido apoyaba desde la calle a candidatos de otros partidos integrantes del Frente Amplio, como el Partido Comunista y la Democracia Cristiana. ¡°Despu¨¦s hubo una voltereta y los compa?eros se calentaron, porque los que arrim¨¢bamos a la gente ¨¦ramos nosotros. Decidieron que alguno de nosotros ten¨ªa que ir al Parlamento y me eligieron a m¨ª¡±, cuenta. Mujica se convirti¨® en diputado en 1994, en el que fue su primer cargo electivo.
P. Fue muy famosa su imagen llegando al Parlamento en moto.
R. En aquella ¨¦poca iban todos de traje y corbata y yo iba con un jean y en mi moto. Recuerdo que el primer d¨ªa veo que hay como un alero y se me ocurre dejarla ah¨ª. Enseguida se transform¨® en el garaje de las motos. Y lo sigue siendo hasta hoy. Fue la obra m¨¢s positiva que hice en el Parlamento. [Risas]. Incre¨ªble, incre¨ªble. Adem¨¢s, hubo un periodista que invent¨® que un milico [militar] me hab¨ªa preguntado si me iba a quedar mucho tiempo y que yo le respond¨ª que ¡®cinco a?os, si me dejaban¡¯. Eso no existi¨®, pero desmentirlo fue in¨²til. En el mundo entero camin¨® eso, porque era una mentira genial.
P. En 2009 gan¨® las elecciones generales con el 54,6% de los votos ?Se aprende a ser presidente?
R. Eso es una cagada, porque lleg¨¢s y te encontr¨¢s con cosas que no ten¨¦s ni idea. Es horrible. Yo primero fui ministro de Ganader¨ªa [en 2005, con el Gobierno de Tabar¨¦ V¨¢zquez]. Y cuando ganamos las elecciones fui a hablar con los que eran ministros. No me dieron ni una hojilla as¨ª. Pero en cuanto vos lleg¨¢s ten¨¦s que discutir la ley del presupuesto. Dec¨ª que hab¨ªa un contador [contable] de esos que tienen la camiseta del Estado puesta, que nos dio una mano. Si no, est¨¢bamos hasta ahora.
Cuando Mujica dej¨® la c¨¢rcel en marzo de 1985, ya en democracia y despu¨¦s de 13 a?os preso, sab¨ªa que quer¨ªa comprar una finca en el campo, lejos de la ciudad. ¡°Salimos con Luc¨ªa en bicicleta a buscar un lugar. And¨¢bamos recorriendo por todos lados y una tarde entramos por ese camino. Estaban regando. Y yo le dije ¡®me parece que nos quedamos ac¨¢¡¯. Fue ella a hablar¡±, explica. ¡°Al salir de la c¨¢rcel ¨¦l se puso en un predio a plantar flores y yo me met¨ª a trabajar en una cantina¡±, dice Topolansky, ¡°as¨ª ¨ªbamos juntando pesitos y ten¨ªamos un poquito de plata. Entregamos eso y despu¨¦s hicimos cuotas¡±. En enero de 1986, la pareja estaba mudada. No se fueron nunca m¨¢s, ni cuando M¨²jica fue presidente.
P. ?Por qu¨¦ se quedaron en la chacra?
R. El Estado me daba un palacete que tiene cuatro o cinco pisos, que para tomar un t¨¦ ten¨ªa que hacer una expedici¨®n. Entonces decid¨ª quedarme ac¨¢. Yo s¨¦ que soy un loco en el tiempo de hoy, pero no tengo la culpa del mundo en el que vivo.
P. ?Se sorprend¨ªa durante sus giras internacionales del protocolo de su pares?
R. Les tomaba el pelo, porque se complicaban la vida al pedo [sin necesidad]. Porque cuanto m¨¢s cacharros ten¨¦s, m¨¢s l¨ªos ten¨¦s. Y m¨¢s lugares donde te van a afanar [robar].
P. ?Y qu¨¦ le dec¨ªan los presidentes?
R. Me respetaron mucho, pero me ten¨ªan por un bicho raro. Cuando fui a hablar con el rey de Noruega [en 2011] me estaban esperando con una corbata. Cuando llego le digo a la delegaci¨®n: ¡®Media vuelta y nos vamos¡±. Y el tipo ech¨® para atr¨¢s, se guard¨® la corbata y yo fui a hablar con el rey. No estoy en contra de la corbata, sino de que te la impongan. Si a vos te gusta ponerte la corbata, ponete la corbata o ponete un calz¨®n colgado del cogote, hac¨¦ lo que se te cante. Y despu¨¦s te ponen una alfombra roja y ten¨¦s que caminar como cinco cuadras. Y est¨¢n los tipos que tocan la corneta. Es feudal eso.
P. ?Qu¨¦ l¨ªder mundial lo cautiv¨® m¨¢s?
R. [El brasile?o] Lula [da Silva], del cual soy amigo hasta hoy. Y curiosamente, de Barack Obama tengo que hablar bien.
P. ?Por qu¨¦ ¡°curiosamente¡±?
R. Porque era un tipo inteligente y hablaba. Yo estuve tres veces con ¨¦l y tuve conversaciones muy interesantes. Me reconoci¨® cosas. Le digo que tiene que dar una mano para desarrollar Centroam¨¦rica, no frenar la inmigraci¨®n. Y me dice: ¡®Usted tiene raz¨®n, pero vaya a convencer a los republicanos ac¨¢¡¯. El tipo ve¨ªa los problemas. Recuerdo que le dije ¡®vete de Afganist¨¢n¡¯, porque Alejandro Magno se tuvo que ir de Afganist¨¢n y hay que ver qui¨¦n era Alejandro Magno. Hay lecciones que son hist¨®ricas. No se fueron, y cuando se fueron hicieron un papel¨®n. Pero el tipo lo ve¨ªa. Adem¨¢s, me hicieron una distinci¨®n muy grande. Cuando asum¨ª, mandaron a la se?ora [Hillary] Clinton, que era la jefa del Departamento de Estado. Siempre mandan a un embajador com¨²n y chau. Tal vez les llam¨® la atenci¨®n que yo era el guerrillero que estuvo preso y lleg¨® a la presidencia. Hab¨ªa ah¨ª un poco de m¨ªstica.
P. No era lo habitual que un exguerrillero de izquierda mantuviese buenas relaciones con Estados Unidos.
R. S¨ª, pero me pidieron hasta un favor. Hab¨ªa un prisionero norteamericano en Cuba que estaba enfermo y ten¨ªan miedo de que se muriera. Obama quer¨ªa mejorar la relaci¨®n con Cuba, pero estaba ese obst¨¢culo. Fui a hablar con Ra¨²l Castro y le plante¨¦ el problema, le dije que les conven¨ªa sacarse al prisionero ese de encima. Recuerdo otro encuentro en Cartagena, durante una cena de presidentes [en 2012]. Me agarran y me dicen: ¡®Usted se tiene que sentar ac¨¢'. Una mesita con cuatro sillas. Bueno, ah¨ª vino el presidente de Colombia [Juan Manuel Santos]. Y despu¨¦s vino¡ ?Qui¨¦n vino al lado m¨ªo? ?Obama! Para hablar conmigo. ?A la flauta esto! Bueno, ah¨ª estuvimos hablando un rato. Despu¨¦s cuando fui a Estados Unidos me recibieron en la sala esa [el sal¨®n Oval]¡ que es una mierda. No s¨¦ por qu¨¦ le hacen tanta fama.
P. En Brasil est¨¢ su amigo Lula, pero tambi¨¦n tenemos a Milei en Argentina y la crisis en Venezuela no deja de escalar. ?C¨®mo ve la deriva de Am¨¦rica Latina?
R. El panorama es, desgraciadamente, complicado. Porque nos juntamos muy poco y no existimos en el mundo. Tuvimos una oportunidad con Lula, que es una figura de car¨¢cter mundial y tiene cierto prestigio, pero no lo usamos a Lula. En la pol¨ªtica internacional nosotros no servimos ni el caf¨¦. Tenemos que juntarnos para defendernos, pero la agenda nacional nos chupa todo el tiempo. Con la pandemia por la covid no tuvimos ni una reuni¨®n de presidentes, ni siquiera nos llamamos por tel¨¦fono. Y ten¨ªamos el problema de defender la vida de la gente. M¨¢s est¨²pidos no se puede ser.
P. Pensemos en Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, el mismo Lula. ?Por qu¨¦ estos l¨ªderes no han encontrado herederos?
R. Me aburr¨ª de decir que el mejor dirigente es aquel que cuando desaparece deja una barra que lo supera con ventaja. Porque la vida contin¨²a y la lucha contin¨²a, no termina con nosotros. El dirigente debe sembrar y dar oportunidades para que lo sustituyan. Yo s¨¦ que sigo siendo una figura de mucho peso, pero abr¨ª la cancha. Ahora, lo que va a pasar en el futuro, yo qu¨¦ s¨¦. Yo tratar¨¦ de que mis compa?eros no se sientan coaccionados, que manden y manejen la organizaci¨®n. Por ahora, he tenido ¨¦xito con eso. Mi fuerza pol¨ªtica fue la m¨¢s votada en las elecciones.
P. Hace tiempo dijo que a la pol¨ªtica le faltaba incorporar el amor. ?Alguna vez lo tuvo?
R. La pol¨ªtica tuvo en el pasado grandes gestualidades de compromiso. Hab¨ªa ¨¦pica, pero eso ya no existe m¨¢s. Le planteo la vez pasada al presidente [Luis Lacalle Pou] que ten¨ªa que poner parte del sueldo y obligar a la burocracia a que pusiera algo, un 4% o 5 %, para viviendas para los m¨¢s pobres. Me dijeron de todo. Yo le di m¨¢s de medio mill¨®n de d¨®lares al Plan Juntos [para la construcci¨®n de viviendas]. Si est¨¢s peleando por la igualdad ten¨¦s que tener la delicadeza de sacar algo de tu bolsillo y compartirlo con los que est¨¢n m¨¢s jodidos.
P. ?C¨®mo definir¨ªa la pol¨ªtica?
R. La pol¨ªtica no es un negocio, es una pasi¨®n. O se tiene o no se tiene. Los que est¨¦n buscando la ventaja econ¨®mica que se dediquen al comercio, a la industria. Que ganen, paguen impuestos y que les vaya bien. Pero no entreveren la pol¨ªtica con eso, porque no es para hacer plata. Eso es lo que nos est¨¢ matando.
En su libro Jos¨¦ Mujica: La revoluci¨®n tranquila, Mauricio Rabuffetti describe los a?os en prisi¨®n del expresidente como tiempos de gran sufrimiento. ¡°Fue torturado de forma brutal y sistem¨¢tica, f¨ªsica y psicol¨®gicamente¡±, escribe Rabuffetti. ¡°Sufri¨® golpes y humillaciones. Estuvo a media raci¨®n de alimentos y agua. Se enferm¨® de los intestinos y los ri?ones. Pas¨® per¨ªodos de tiempo imposibles de establecer con exactitud sin contacto con seres humanos. Perdi¨® sus dientes. Su cuerpo lleg¨® al l¨ªmite de lo soportable. Su psiquis tambi¨¦n¡±. Mujica, sin embargo, nunca busc¨® desde el poder avanzar sobre sus carceleros, una decisi¨®n que le trajo agrias discusiones con las organizaciones de v¨ªctimas de la dictadura.
P. ?Por qu¨¦ decidi¨® dar vuelta la p¨¢gina?
P. Yo no doy vuelta a la p¨¢gina; no me gasto en cobrar, que es distinto. No se vive de recuerdos y hay cosas que no se pueden cambiar, que son como son. En la vida hay heridas que no tienen cura y hay que aprender a seguir viviendo. Yo s¨¦ que hay gente que no me va a acompa?ar, pero opto por una posici¨®n m¨¢s inteligente y menos sentimental. Por eso no us¨¦ el poder para condenar a milicos [militares]. La justicia funcionaba y lo que decid¨ªa la justicia estaba bien. Hay gente que hubiera querido m¨¢s, pero no vamos a cambiar la realidad del pasado, me preocupa lo que viene. Tenemos que buscar que el ayer no nos ponga un obst¨¢culo para el futuro. Yo s¨¦ que eso es de una cabeza demasiado inteligente que se pelea con los sentimientos.
P. ?Hablamos de cerrar heridas?
R. Hay heridas que no cierran y hay que aprender a vivir con ellas.
P. ?Tiene muchas heridas abiertas?
P. Por supuesto que tengo heridas abiertas, tengo cosas inolvidables, pero no las voy a cobrar. Estuve siete a?os encerrado en una pieza m¨¢s chica que esta. Sin un libro, sin nada para leer. Me sacaban una vez al mes, dos veces al mes, a caminar por un patio media hora. Siete a?os as¨ª. Despu¨¦s estuve cinco a?os m¨¢s y me dejaban leer ciencias, f¨ªsica, qu¨ªmica. Estuve a punto de ponerme loco. Si voy a cobrar las que tengo para cobrar... Dios me libre.
P. ?Se queda con alguna deuda?
R. ?Ah! La mente humana sue?a mucho m¨¢s que lo que puede concretar. ?Ah, hermanito! Hac¨¦ memoria en tu cabeza y despu¨¦s me cont¨¢s. Es as¨ª. Logramos algo, pero nos queda mucha cosa en el tintero.
P. ?Qu¨¦ les dice a los j¨®venes?
R. Que la vida es hermosa, pero que hay que buscar una causa para vivir. No necesariamente la m¨ªa, pero hay que tener una causa. Puede ser la m¨²sica, la ciencia, cualquier cosa. ?Vivir para pagar cuotas? Eso no es vivir. Porque vivir significa so?ar, creer en algo superior, en algo creativo. Que nos ir¨¢ bien, que nos ir¨¢ mal, regular.
P. Parece haber una contradicci¨®n. En este escenario de desapego que usted plantea es una de las personas m¨¢s escuchadas.
R. Escuchado, pero no seguido. ¡®Es un loco b¨¢rbaro, macanudo, pero no sigo la de ¨¦l¡¯.
P. ?Por qu¨¦ cree que se lo escucha, entonces?
R. Porque en el subconsciente saben que tengo raz¨®n, pero no pueden. Est¨¢n prisioneros por el peso de la sociedad consumista en la que vivimos. Hay gente que piensa y dice ¡®el viejo tiene raz¨®n¡¯, pero ¡®marche preso¡¯. Tengo el destino de la vanguardia.
P. ?Qu¨¦ le pide hoy a la vida?
R. Que me cure de esta mierda que tengo. Y que pueda seguir ladrando un poco, dando algunas ideas.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.