Un millonario ¡°no pol¨ªtico¡± para un Brasil convulso
Jo?o Doria llega a la alcald¨ªa de S?o Paulo con un perfil de administrador alejado del sistema
Cuando el empresario millonario Jo?o Doria Jr. habla con EL PA?S en su despacho en S?o Paulo, la ciudad que el pasado domingo le eligi¨® alcalde con unos apabullantes tres millones de votos ¡ª53% de los v¨¢lidos¡ª, lo hace desde el entusiasmo. ¡°Quiero ser un l¨ªder de S?o Paulo para que las personas amen, protejan y cuiden su ciudad¡±, asegura.
Doria, de 58 a?os, ha llegado de forma triunfal a la alcald¨ªa m¨¢s grande de Am¨¦rica del Sur, en un Brasil post-impeachment necesitado de caras nuevas. Novato en una elecci¨®n, se ha convertido en una mezcla de promesa, esperanza y dudas. Sus electores lo ven como una posibilidad de cambio dentro del t¨¦trico panorama pol¨ªtico de la primera potencia sudamericana. Sus adversarios lo critican por su falta de experiencia en la gesti¨®n p¨²blica y su ¨¦nfasis en el papel de la iniciativa privada para asumir servicios de la municipalidad.
A poco menos de tres meses de asumir oficialmente el cargo, solo se sabe que Doria es un adicto al trabajo, de esos que duermen cuatro horas al d¨ªa y pretende seguir en la vida p¨²blica el mismo ritmo de su vida privada. ¡°Quiero transformar cuatro a?os en ocho de eficiencia. Si trabajo el doble, cada d¨ªa valdr¨¢n dos¡±, promete. Y ah¨ª es donde entra su mantra, el toque Midas que le ha dado las llaves de la ciudad: ¡°No soy pol¨ªtico, soy un administrador¡±.
Las paredes de su sala de reuniones est¨¢n forradas de fotos en las que ¨¦l sale al lado de personalidades mundiales, de sus 30 a?os como empresario conocido por las cumbres de su grupo de empresas en para¨ªsos naturales de Brasil. Est¨¢ ¨¦l con Bill Clinton, con el magnate Carlos Slim, o con el reci¨¦n nombrado Nobel de la paz, Juan Manuel Santos. En otras se le ve m¨¢s joven al lado de nombres que ya se fueron, como Ray Charles y Marcelo Mastroiani.
Doria ha presentado programas televisivos de entrevistas a los poderosos del mundo econ¨®mico, como a Donald Trump en 1988, y por dos a?os la versi¨®n brasile?a del Aprendiz. El Grupo Doria tiene revistas empresariales, algunas vueltas al mercado de lujo (una de ellas se llama Caviar LifeStyle). En 2003, cre¨® el grupo LIDE, que promueve foros y debates con los principales representantes del PIB de Brasil. Fue en varios de sus encuentros que creci¨® el apoyo al impeachment de la presidenta Dilma Rousseff.
Su narrativa de hombre ajeno al sistema pol¨ªtico es lo que el pa¨ªs quiere ahora, cuando hasta el intocable expresidente Lula da Silva es acusado a diario de ser jefe de la corrupci¨®n dentro del caso Petrobras y Rousseff fue obligada a dejar el Gobierno en medio a la peor recesi¨®n econ¨®mica que el pa¨ªs ha conocido. Doria, con un aspecto inmaculado, casi coqueto, logr¨® conectar con el votante menos favorecido recordando las verdades que lo aproximaban del elector. Que era un hombre hecho a s¨ª mismo, que empez¨® a trabajar con 13 a?os, que su padre, diputado, fue exiliado durante la dictadura y ¨¦l fue obligado a vivir en Par¨ªs. Funcion¨®. Un paseo por las calles de S?o Paulo demuestra hasta qu¨¦ punto. ¡°Ya es rico, no necesita robar¡±, dice un ciudadano, en referencia a un patrimonio valorado en 56 millones de d¨®lares. ¡°Va a donar su sueldo [una de sus promesas electorales]. As¨ª me convenc¨ª de que ¨¦l era mi candidato¡±, comenta otra mujer.
Esta imagen le ha ganado comparaciones con Michael Bloomberg, el multimillonario alcalde de Nueva York entre 2002 y 2013. ¡°Me gusta esa comparaci¨®n¡±, admite. Sus enemigos hacen otro paralelismo: el del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Y otros le ven como Trump. ¡°Votar¨ªa a Hillary si estuviera en EE UU¡±, aclar¨® ¨¦l.
Las presidenciales
Doria sabe que entra a partir de ahora en el reality show de la pol¨ªtica. ¡°Quiero cumplir todas mis promesas de campa?a y ser una referencia de eficiencia para el pa¨ªs¡±, zanja. Gobernar¨¢ la ciudad de 11,3 millones de personas con el Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB), el mismo del expresidente Fernando Henrique Cardoso, que no apoyaba a Doria como candidato. Su victoria fortalece a su mentor, el gobernador de S?o Paulo Geraldo Alckmin, que suena ahora como gran candidato del partido para las presidenciales de 2018.
Doria profundiza los cambios de poder en Brasil. Quiere mantenerse conectado con los m¨¢s pobres. ¡°Ellos son mi prioridad¡±, asegura el nuevo alcalde. ¡°No es posible que existan 500.000 personas aguardando una cola para hacerse revisiones m¨¦dicas en hospitales municipales¡±, avisa. Las soluciones que presenta, sin embargo, generan preocupaciones. Pretende eliminar este cuello de botella con el apoyo de 40 hospitales privados. Ser¨¢n pagados por la alcald¨ªa para que atiendan entre las ocho de la noche y las ocho de la ma?ana. ¡°En un a?o elimino la cola¡±, promete.
Casi todas sus promesas pasan por privatizar servicios (como el aut¨®dromo de la ciudad, y uno de los estadios de f¨²tbol), o concesiones a empresas (para manutenci¨®n de parques, por ejemplo). ¡°Todo ser¨¢ hecho sin prejuicios al ciudadano¡±, se compromete.
Otra bandera de su campa?a levanta pol¨¦mica. Va a subir el l¨ªmite de velocidad en las v¨ªas expr¨¦s (andenes en los que se permite conducir m¨¢s r¨¢pido), de un m¨¢ximo de 70 km/hora a los 90, algo que el actual alcalde, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, hab¨ªa reducido. ¡°Ya consult¨¦ a t¨¦cnicos, y no tengo temor que los accidentes vuelvan a crecer¡±, resuelve ¨¦l. ¡°Puedo volver atr¨¢s si se prueba lo contrario. No tengo compromiso con el error¡±.
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