Trump tensa la cuerda period¨ªstica
La irrupci¨®n del candidato republicano a la Casa Blanca ha abierto un crucial debate sobre c¨®mo se debe informar
La candidatura de Donald Trump ha provocado cortocircuitos en el periodismo de Estados Unidos. Este periodismo ¡ªhablamos del periodismo de calidad, representado por instituciones como The Washington Post, The New York Times o los servicios informativos de cadenas como la CBS¡ª trabajaba sobre una serie de supuestos. Establec¨ªa, por ejemplo, una barrera entre la informaci¨®n y la opini¨®n. En sus informaciones, daba voz a todos las partes del debate. Tomar partido era anatema. Se supon¨ªa que este m¨¦todo permit¨ªa llegar a la mejor versi¨®n de la verdad posible.
Lo que esta prensa no hac¨ªa era llamar mentiroso a un candidato, o xen¨®fobo. Tampoco, para indignaci¨®n de algunas personas, llamaba terroristas a los terroristas. Se limitaba a describir sus actos: el adjetivo lo pon¨ªa el lector. ¡°Show, don¡¯t tell¡±, como dice la m¨¢xima. Muestra, no cuentes. Dejaba que los hechos se explicasen por s¨ª solos.
El m¨¦todo de periodismo estadounidense cl¨¢sico entr¨® en crisis con la irrupci¨®n de Trump en la campa?a electoral hace un a?o y medio. Al principio Trump era una an¨¦cdota, un pintoresquismo m¨¢s de este pa¨ªs, un producto m¨¢s en la estanter¨ªa de lo grotesco americano. Despu¨¦s se convirti¨® en una m¨¢quina formidable de audiencias, un reality show que las cadenas de televisi¨®n emit¨ªan sin desembolsar un d¨®lar. La televisi¨®n elev¨® al magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad a la nominaci¨®n del Partido Republicano.
La prensa, mientras tanto, asist¨ªa at¨®nita al espect¨¢culo. Y en las discusiones empez¨® a aparecer una expresi¨®n que defin¨ªa en n¨²cleo del conflicto: la falsa equivalencia.
La falsa equivalencia es una degeneraci¨®n del sano principio que consiste en dar voz a todas las partes implicadas en una noticia. El problema llega cuando la voluntad de reflejar la pluralidad no acerca al lector a la verdad sino que le aleja. Cuando un periodista cita a un pol¨ªtico que advierte de los peligros del cambio clim¨¢tico y a continuaci¨®n cita a otro que niega la existencia del cambio clim¨¢tico, sit¨²a en un mismo plano una verdad y una mentira. Convierte la pol¨ªtica en una pugna de opiniones. Los hechos se ocultan tras una nebulosa de puntos de vista. La verdad y la mentira valen lo mismo.
La falsa equivalencia es una degeneraci¨®n del sano principio que consiste en dar voz a todas las partes
Con Trump, un candidato que miente con una frecuencia ins¨®lita en la campa?a presidencial de Estados Unidos, el problema se agudiza. Los periodistas se ven tentados de ser imparciales y dar voz por igual a ambos aspirantes a la Casa Blanca, el republicano Trump y la dem¨®crata Hillary Clinton. De criticarlos por igual. La cuesti¨®n es si existe una equivalencia. Si pueden ponerse al mismo nivel las documentadas mentiras de Trump y los equ¨ªvocos de Clinton. O los comentarios islam¨®fobos del republicano y sus insultos reiterados, y la ret¨®rica bastante insulsa y mon¨®tona de la dem¨®crata. O las denuncias por acoso sexual, las bancarrotas de sus empresas, el impago de impuestos, o la defensa de cr¨ªmenes de guerra por parte de Trump, y el uso irregular de correos electr¨®nicos cuando era secretaria de Estado por parte de Clinton. O, como ocurri¨® este verano, las amenazas a los periodistas cr¨ªticos y la denegaci¨®n de credenciales para cubrir sus actos de campa?a, en el caso de Trump, y la poca frecuencia de las ruedas de prensa de Clinton, fen¨®menos que algunos trataban como violaciones equivalentes de la libertad de prensa.
?Todo es igual? ?A partir de qu¨¦ momento llamar racista a Trump?
Trump ha acelerado un cambio en la prensa estadounidense que llevaba tiempo fragu¨¢ndose. Quiz¨¢ empez¨® cuando hace unos a?os algunos diarios empezaron a comprobar sistem¨¢ticamente las afirmaciones de los pol¨ªticos y a afirmar categ¨®ricamente si era verdad o mentira. En estas elecciones, el miedo a llamar las cosas por su nombre ¡ªa llamar a Trump demagogo o a recordar, en art¨ªculos informativos, y no de opini¨®n, que es un mentiroso en serie¡ª poco a poco desaparece.
El 16 de septiembre pasado, The New York Times public¨® en portada una cr¨®nica con el siguiente titular: ¡°Donald Trump sostuvo la mentira del certificado de nacimiento durante a?os, y todav¨ªa no pide perd¨®n¡±. Se refer¨ªa a las teor¨ªas conspirativas, de evidente tufo racista propagadas por el candidato republicano, que cuestionaban que Barack Obama, el primer presidente negro, hubiese nacido en EE UU y, por tanto, que fuese un presidente leg¨ªtimo. La cr¨®nica se refer¨ªa a las declaraciones de Trump diciendo que cre¨ªa que Obama hab¨ªa nacido en EE UU y que esto zanjaba el tema, aunque no pudo evitar culpar a Clinton de haber sido ella quien propag¨® las teor¨ªas conspirativas. Otra mentira.
La novedad del titular era que calificaba de mentira las palabras de Trump. Ese d¨ªa, algo empez¨® a cambiar. Donald Trump, que ha puesto patas arriba la pol¨ªtica de EE UU, tambi¨¦n est¨¢ transformando el periodismo.
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